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ASÍ VIVIMOS LA SEMANA SANTA LOS MEXICANOS

 

En muchas comunidades de México, en especial en las rurales aún se conserva la tradición y el ritual religioso de la Semana Santa que tuvo su origen en la época colonial. Presento algunas experiencias que viví en mi pueblo cuando era un niño y que en esencia son las mismas que se viven en otros pueblos de México para celebrar la Semana Mayor.

En mis recuerdos infantiles se revive la película de cómo se esperaba y se preparaba la celebración de la Semana Mayor, que daba inicio con el Domingo de Ramos. Este día, todo mundo, hombres, mujeres y niños, acudíamos recién bañados y luciendo nuestras mejores ropitas a una procesión para vitorear al hijo de Dios hecho hombre. Todos llevábamos palmas o ramas de laurel.

Parte de la preparación consistía en ornamentar las calles y caminos vecinales con tendidos de papel de china en color morado. Este color se hacía presente en las calles, las entradas de las casas, el mercado, el quiosco y desde luego en la iglesia donde se cubrían las imágenes y el altar con el color morado. Era el símbolo de duelo, decía mi abuela.

El cura del pueblo encabezaba los preparativos en coordinación directa con los mayores de la iglesia y también con las autoridades civiles que estaban en estrecha armonía con las eclesiásticas.

El Jueves Santo a medio día las campanas de la iglesia dejaban de repicar. En su lugar, el ruido seco de una enorme matraca congregaba a los feligreses a las ceremonias y rituales en recuerdo de la pasión y muerte de Jesús. A partir de este día, no se podía escuchar ningún tipo de música, la gente hablaba en voz baja, no se comía carne, solo verduras y pescado. A falta de pescado fresco en muchas familias comíamos sardinas.

El Viernes Santo era el día de mayor duelo y de silencio desde el amanecer. La gente vestía de luto. En los oficios de la iglesia, se leía la pasión de cristo en una lectura de más de dos horas. Los feligreses escuchaban con devoción la narración de la muerte del hijo de Dios de acuerdo con los evangelios.

 

El Sábado de Gloria las campanas de la iglesia volvían a tocar, repicaban a fiesta, ¡el hijo de Dios había resucitado! En el pueblo volvía a oírse la música, la gente vestía con ropas limpias y coloridas, lucían alegres y recién bañados.

 

No solo en las comunidades rurales se sigue este ritual, en las ciudades también se celebran los oficios de la Semana Mayor o Semana Santa. Los jueves y viernes de la Semana Santa se congrega el mayor número de feligreses. Las iglesias lucen llenas.

Recién leí un programa de actividades de Semana Santa de una iglesia de Acapatzingo en el que se contemplan los rituales tradicionales como el lavatorio de pies, la marcha del silencio acompañando en su dolor a María, las Siete Palabras, el Viacrucis, incluso una Cena Pascual con todo el ritual judeo cristiano y desde luego la celebración de la Resurrección de Cristo.

Otro grupo de mexicanos, esperan y se preparan para la Semana Santa de otra forma. Para este grupo la Semana Santa es sinónimo de descanso, de vacaciones y escape de la cotidianidad.

Este grupo se prepara haciendo reservaciones en hoteles de preferencia con destino de playa para fugarse por unos días de la cotidianidad, de la rutina, de las deudas, el bullicio, la violencia y la sinrazón que les ahoga. No importa que los servicios en esta temporada alta sean caros y el servicio malo o que las playas estén saturadas e insalubres.

Para este grupo, la Semana Santa, es la oportunidad de olvidar la oficina, el trabajo, el estrés, de escapar unos días de la realidad, consumiendo grandes cantidades de alcohol, escuchando música estruendosa y desfogando emociones. No importa que, al volver de nuevo a la realidad, esta sea más cruda y hayan crecido los problemas y el endeudamiento. Lo bailado nadie me lo quita.

 

Así vivimos la Semana Mayor los mexicanos; unos dándose un espacio de reflexión, de espiritualidad, de paz interior, de dar un sentido a la existencia, en tanto que otros encuentran en estas fechas la oportunidad de olvidar penurias, insatisfacciones y el sinsentido de la vida cotidiana. Usted que me hace el favor de leer esta columna, ¿en cuál de estos dos grupos se ubica?