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Vincenzo Rosenber*

Durante su famoso viaje a bordo del HMS Beagle en el siglo XIX, Darwin visitó las Islas Galápagos y estudió detenidamente la diversidad de especies que se encuentran allí. Observó que las tortugas gigantes presentaban variaciones en su morfología y comportamiento dependiendo de la isla en la que vivían. Estas observaciones llevaron a Darwin a formular su teoría de la evolución por selección natural. Argumentó que las diferencias entre las tortugas en las diferentes islas eran el resultado de adaptaciones al ambiente local. Por ejemplo, las tortugas de las islas con vegetación baja tenían cuellos más largos para alcanzar las hojas, mientras que las de las islas con vegetación alta tenían cuellos más cortos. La importancia de las tortugas de las Galápagos en la teoría de Darwin radica en que sus estudios sobre ellas lo llevaron a desarrollar sus ideas sobre la evolución y la adaptación de las especies a su entorno. Estas observaciones fueron fundamentales para la formulación de su obra revolucionaria El origen de las especies. Y no cabe duda de que son animales que nos han acompañado toda la vida, cuando uno los ve tiene la sensación de viajar en el tiempo. Son lentas y tranquilas en apariencia, pero inconfundibles. Por ejemplo, su caparazón, elemento clave, está compuesto por el caparazón superior o “carapacho” y el caparazón inferior o “plastrón”. Estos están formados por placas óseas fusionadas recubiertas de queratina. Por eso es parece casi escudo de centurión romano. algunas tienen un caparazón redondeado, mientras que otras tienen un caparazón más aplanado, etcétera. Y claro, las hay de distintos tamaños, algunas pueden medir unos pocos centímetros, y otras son especies gigantes que pueden alcanzar varios metros de longitud. Su forma corporal varía según la especie y su hábitat. Está la tortuga laúd que puede alcanzar longitudes de hasta 2 metros y pesar más de 900 kilogramos. Son conocidas por su caparazón flexible cubierto de una piel gruesa y escamosa. Luego está la tortuga verde es otra especie grande que puede llegar a medir hasta 1,2 metros de longitud y pesar alrededor de 200 kilogramos. Son llamadas “verdes” debido al color de su grasa y no tanto a su caparazón. Y la tortuga carey, de la cual imaginamos de qué color es su caparazón, no alcanza el tamaño de la tortuga laúd o la tortuga verde. Son más chicas y hermosas. Las tortugas tienen extremidades adaptadas para diferentes estilos de vida. Las especies acuáticas tienen patas en forma de aletas para nadar, mientras que las terrestres tienen patas robustas y garras para caminar y cavar. Las tortugas marinas tienen aletas en lugar de patas. Las tortugas tienen extremidades adaptadas para diferentes estilos de vida. Las especies acuáticas tienen patas en forma de aletas para nadar, mientras que las terrestres tienen patas robustas y garras para caminar y cavar. Las tortugas marinas tienen aletas en lugar de patas. Algo que me gusta, y que tuve la oportunidad de ver, es cómo ponen sus huevos en la arena de la playa. Primero hacen un hoyo y entierran ahí los huevos; luego, lo cubren y barren para ocultar cualquier marca y así evitar que los animales depredadores, principalmente aves, identifiquen el lugar y coman sus futuras crías. Después de barrer el hoyo, caminan unos metros, tres cuatro, y hacen un hoyo falso: no lo barren; al contrario, dejan huella y marcas, realizan todo un montaje para engañar a los animales depredadores con ese agujero falso, una falsificación artesanal. Las tortugas son tremendamente variadas, algunas son carnívoras y se alimentan de presas como insectos, gusanos o pequeños vertebrados; otras son herbívoras y se alimentan principalmente de plantas y vegetación acuática. Tienen pulmones y respiran aire, pero algunas especies acuáticas también pueden obtener oxígeno a través de la respiración cutánea. Algunas tortugas marinas pueden permanecer sumergidas durante largos períodos gracias a su capacidad de almacenar oxígeno en sus tejidos.

En La vida de las tortugas marinas (1931) de Sir Charles Maurice Yonge, un destacado biólogo marino británico, hay un estudio científico exhaustivo de las tortugas marinas, desde su nacimiento en playas hasta su migración a través de los océanos y su regreso a las áreas de anidación, y explora la relación de las tortugas marinas con los seres humanos y destaca la fascinación que han despertado a lo largo de la historia. El libro está escrito de manera accesible y está dirigido tanto a científicos como a entusiastas de la naturaleza y el océano, pero se acerca al siglo de haberse publicado. Literatura de tortugas, hay mucha, pero no cabe aquí. Nada como The Log from the Sea of Cortez, de John Steinbeck, que narra el viaje de un grupo de científicos marinos liderados por el propio Steinbeck y su amigo y biólogo marino Ed Ricketts. El libro es un relato de su expedición a lo largo de la costa del Mar de Cortés en 1940. No es un libro sobre tortugas, pero sin duda vienen a visitarnos.

Emiliano Becerril invitó a Vincenzo Rosenber, quien a veces le da por mirar el mar.

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