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Juan Antonio Siller Camacho

El viaje por Centroamérica continuó cruzando por nuestra primera frontera terrestre exitosamente e ingresando por primera vez a Nicaragua, país conocido como “Tierra de lagos y volcanes”. Se le atribuye este apelativo por su gran riqueza de cuerpos lacustres y por una cadena de cuarenta volcanes a lo largo de la costa del Pacífico. Sus dos principales lagos, por ser los de mayor extensión, son el Lago Xolotlán o Lago de Managua y el Cocibolca o Gran Lago de Nicaragua, del náhuatl “Koapolkan” que significa “Lugar de la Gran Serpiente” porque se creía que una enorme criatura habitaba en sus profundidades. Este inmenso lago es el más grande de Centroamérica y tiene la particularidad de ser de agua dulce y salada. Además, cuenta con muchas especies, como el pejelagarto, pez de origen prehistórico casi extinto e incluso alberga poblaciones de animales marinos adaptados, como los tiburones toro, lo cual es inusual para un lago. Las actuales lagunas están ubicadas en antiguos cráteres volcánicos, como la Laguna de Apoyo, cuyas cristalinas aguas te invitan a nadar y disfrutar del paisaje surrealista.

El río San Juan es el afluente que conecta directamente con el mar Caribe y desemboca en el Cocibolca. Fue puerta de entrada y vía fluvial para la fundación de la primera ciudad colonial del continente americano, Granada, ubicada al extremo noroeste del Lago de Nicaragua. Se destaca por un archipiélago de islotes navegables donde abundan diversas especies de aves tropicales e incluso de monos congo que desarrollaron destrezas acuáticas para desplazarse nadando de una isla a otra.

Granada fue protegida originalmente contra la incursión de los bucaneros y corsarios, con edificaciones defensivas para detener el paso de invasores, ubicadas estratégicamente en la zona lacustre contigua al asentamiento virreinal del siglo XVI. Estas fortalezas que aún se conservan, son el Castillo de la Inmaculada Concepción, también conocido como “Castillo Viejo”, localizado a las orillas del río San Juan, así como la Fortaleza San Pablo, localizada dentro de los islotes de Granada y finalmente el Fuerte La Pólvora al interior de la ciudad. Sin embargo, ninguna de estas baterías de artillería costera impidió que la ciudad fuera tomada en tres ocasiones y destruida por diversos grupos de piratas.

A pesar de los ataques y estragos a lo largo del tiempo que dejaban a Granada en ruinas, la ciudad siempre renacía de las cenizas y se levantaba nuevamente. Actualmente se conserva como un gran conjunto virreinal rebosante de historia. Su arquitectura colonial se caracteriza por edificaciones sencillas de muros de adobe y bajareque y cubiertas a dos aguas con teja de barro. Una gran plaza en la zona baja de la ciudad conforma parte de la retícula de su traza ortogonal, que corre a lo largo de una ladera, privilegiando las edificaciones de la zona alta por la brisa fresca que corre desde el lago. Las calles son empedradas y se escuchan las pisadas ocasionales de caballos tirando de carretas para llevarte a recorrer la ciudad, recreando la atmosfera de los tiempos antiguos.

Templo de Guadalupe en Granada. foto: Nagel Robleto

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