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Viviana Gutiérrez

A pesar de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha negado la existencia de un acuerdo de colaboración con el grupo Minera Esperanza Silver de México para impulsar el Proyecto Minero Tetlama, la empresa de capital canadiense continúa explotando las reservas naturales, lo que ya ha causado estragos en los vestigios arqueológicos que se encuentran en la zona.

Miembros del Frente de Pueblos Indígenas contra la Minería por Metales en Morelos han denunciado que la minera ha realizado perforaciones en el cerro del Jumil, a pesar de que en este lugar existen piezas y monumentos ancestrales. Una barda de origen Xochicalca que se encuentra en el sitio ya muestra signos de deterioro, y ninguna autoridad ha intervenido hasta el momento.

“Junto con esta muralla se encontraron 50 plataformas, un basamento piramidal y un juego de pelota en la cima del Cerro del Jumil. Cuando el INAH lo detectó, delimitó un área de 15 hectáreas para preservar los vestigios. A pesar de esto, la empresa minera ya ha realizado perforaciones, lo que ha causado daños significativos sin que el Instituto haya tomado medidas al respecto”, informaron.

El Proyecto Minero Tetlama busca establecer operaciones de minería a tajo abierto para la extracción de metales en el estado de Morelos, y a pesar de no contar con los permisos correspondientes, la empresa ha continuado sus actividades, incluyendo perforaciones desde aproximadamente el año 2000 hasta 2013, utilizando métodos como la diamantina y la circulación inversa. Recientemente, la empresa retomó sus operaciones de manera gradual.

“La minera ha realizado perforaciones en el Cerro del Jumil, a pesar de la presencia de vestigios arqueológicos en la zona. Las pruebas son evidentes, con brechas y pozos que aún permanecen. Esto plantea cuestionamientos sobre la ética y la voluntad de proteger su reputación por parte del INAH. También es sorprendente que algunos académicos que supuestamente luchan contra la minería no hayan visto una acción efectiva por parte del INAH”, añadieron.

 

Una roca en el bosque

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