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A principios del siglo pasado, para ser más exacto el 7 de mayo de 1909, Edwin Herbert Land llegó a este mundo en la muy industrial ciudad de Bridgeport, Connecticut. Su naturaleza está cifrada en una práctica que su sangre y, por supuesto, su alma, lo llevó a encauzar su vida: “hacer un experimento todos los días”. Este fanatismo, sin duda, hizo posible una serie de inventos que llevarían a lograr, en 1948, la primera fotografía instantánea mediante una cámara Polaroid, que en tan solo 60 segundos revelaba en positivo una imagen. El significado de este invento tiene connotaciones desmesuradas, imposible de ser sujetas a un inventario, pero que bien podría considerarse como una bendición para la memoria de millones de terrícolas. En contraste con el presente, donde la fotografía se ha vuelto una actividad que cada vez más nos abisma hacia el olvido, en aquellos años era todo un acontecimiento la captura de la realidad en 60 segundos. Polaroids fue el nombre que recibieron esas instantáneas que tanta memoria han almacenado en los armarios del planeta Tierra.

Este preámbulo me encamina hacia un libro que, de muchas maneras, busca emular la obsesiva práctica de la invención cotidiana, razón de ser en la vida de Edwin Herbert Land. Polaroids es el título de este artefacto publicado en Chile, que reúne 115 “fotografías” destinadas a atrapar la realidad para liberarla en la imaginación de quienes se sumerjan en ellas, porque estrictamente a eso convocan desde su brevedad: a sumergirse en sus enunciados.

El tiempo

como un arquero

que apunta la flecha

del instinto

Álvaro Agurto Pincheira es el autor de esta cámara fotográfica. Chileno nacido en Concepción, año 1978, su actual pertenencia es morelense. México es un territorio cuyo magnetismo ha enamorado a una cantidad de poetas de Chile imposible de precisar. ¿Qué les atrae de estas tierras? Me lo pregunto y no alcanzo a descifrarlo. ¿Será el pasado milenario, la comida, la poesía, los amores, el clima…? No lo se. Muchos y algunas de estos poetas, eso sí lo sé, llegaron por la influencia del imaginario Roberto Bolaño y su configuración como escritor en estas tierras. En todo caso, son presencias que le han dado a México una buena dosis de sensibilidad sureña. Ya habrá quien redacte un estudio para indagar en este apasionado encuentro de esas dos tradiciones que mucho tienen en común.

Antes de que el día

se acueste

mis ojos

secan el rocío

que empañó

la jornada

cansados

de mirar

el horizonte

Las instantáneas de Polaroids, detrás de su engañosa brevedad, son una provocación que bien puede llevar a territorios insospechados. El misterio es un acertijo que se puede resolver en conjunción con la historia personal de quienes se asomen a ellas. Unas cuantas líneas bastan para enunciar una novela, por ejemplo:

Un hombre

siempre

está en búsqueda

de algo.

Sostiene su flecha rota

hasta que mira

si ha perdido

algún hijo.

A Polaroids le viene muy bien esa archiconocida reflexión de Baltasar Gracián, un escritor español del Siglo de Oro, cuyo sentido común es implacable: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo”. Álvaro Agurto es un provocador que no requiere de la alharaca para embaucarnos en una travesía por la imaginación, de donde afloran brotes, acicates para reinventar nuestros mundos:

Lo

importante

es

dicho

en voz

baja.

Carta

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Polaroids. Ediciones Plazadeletras, Santiago de CHILE, 2019.

www.plazadeletras.cl