loader image

 

Incendios, contaminación del aire y riesgos en la salud de los escolares de Morelos

Karla Cervantes Martínez, Luz Angélica de la Sierra de la Vega, Urinda Álamo Hernández, José Luis Texcalac Sangrador, Mary Carmen Baltazar Reyes, Karla Mariana Valdez Trejo, Liriet Álvarez, Horacio Riojas-Rodríguez*

El 15 de abril de 2024, Cuernavaca amaneció cubierta por una densa nube de humo como consecuencia de los incendios en los municipios de Huitzilac, Tepoztlán y Temixco; contrario a lo que se recomendaría, la actividad diaria de sus habitantes se llevó a cabo de manera común, como si este evento no estuviera ocurriendo. El día 16 las condiciones se presentaron de manera similar.

Como cualquier otro día de escuela, los escolares salieron de sus casas para acudir a sus centros de enseñanza. Lo que la mayoría de la población ignoraba es que entre las dos y las siete de la mañana, la concentración de partículas finas en el aire (PM2.5) había alcanzado un máximo extremadamente riesgoso para la salud: 231 µg/m3 (Sistema Nacional de Información de Calidad del Aire, INECC https://sinaica.inecc.gob.mx/). Ignorando esta información, miles de alumnos en sus escuelas realizaron el acto cívico de honores a la bandera, exponiéndose y respirando un aire sumamente contaminado. En la ciudad se presentaron siete horas de continuo incremento de la contaminación del aire, sin que hubiese comunicados de alerta por parte de las autoridades locales. La información sobre los riesgos por la contaminación del aire fue nula, a pesar de que la Secretaría de Desarrollo Sustentable está obligada, de acuerdo con la normatividad, no sólo a monitorear la calidad del aire sino también a “informar de manera clara, oportuna y continua el estado de la calidad del aire, los probables daños a la salud que ocasiona y las medidas que se pueden tomar para reducir la exposición”. Para ello debe implementar un sistema de comunicación en coordinación con las autoridades de salud, educación y otras.

Todos los habitantes de la ciudad de Cuernavaca y ciudades aledañas debimos habernos enterado, a través de medios masivos locales, redes sociales u otros, de las medidas a tomar para reducir al máximo nuestra exposición y con ello los daños a la salud.

Las y los niños son vulnerables a las agresiones medioambientales, debido a que todavía tienen una inmadurez biológica; su sistema inmune y el cerebro siguen en desarrollo después del nacimiento. Por su comportamiento social, tienen una mayor espontaneidad y confianza hacia su entorno; por tanto, la mayoría de ellos juega al aire libre. Tienen nula capacidad de decisión, lo que significa que no pueden negarse a realizar actividades al aire libre programadas en las escuelas . Por encontrarse en etapa de crecimiento y desarrollo, tienen un metabolismo acelerado, lo que hace que respiren más rápido que un adulto, siendo susceptibles a la entrada de una mayor cantidad de partículas PM2.5 durante este proceso. Finalmente, al tener una mayor expectativa de vida, esta exposición a las PM2.5 puede repercutir en su vida adulta alterando su sistema cardiovascular y neurológico; incluso puede llevarlos a desarrollar diabetes tipo 2 y problemas en el neurodesarrollo.

Los efectos adversos de los contaminantes del aire recaen no sólo en las vías respiratorias de las infancias, sino sobre muchos de sus órganos y sistemas, a donde las PM2.5 llegan a través de la respiración hasta los alveolos de los pulmones; posteriormente pasan a la sangre para distribuirse por todo el cuerpo ocasionando inflamación sistémica.

Pero la lista de impactos a la salud no termina ahí. Miles de niñas y niños viven con enfermedades preexistentes de los sistemas respiratorio y cardiovascular (asma, enfermedades del corazón, etc.). Lamentablemente, el estado de salud de estas infancias está más comprometido ante la exposición a contaminantes del aire. Su debilitado sistema inmunológico las pone en mayor riesgo de exacerbación, lo que incluso podría conducir a la muerte ante eventos de exposición aguda tan elevados.

Otros grupos vulnerables son las mujeres embarazadas y los adultos mayores, especialmente los que padecen alguna enfermedad crónica como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o enfermedades del corazón.

El derecho al aire limpio es un derecho humano, el cual se ve vulnerado si no se comunica adecuadamente respecto a la calidad del aire y los riesgos en situaciones como la que estamos viviendo. Nadie debió haber salido de sus casas sin enterarse de que su salud estaba en riesgo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en México cada año mueren al menos 36,800 personas debido a los efectos de la contaminación del aire, de las cuales al menos 600 son menores de 15 años. El gobierno local y nacional está obligado a reducir esta carga de enfermedad.

Desafortunadamente, la contingencia ambiental que ahora mismo estamos viviendo se deriva de los múltiples incendios activos, por lo que se esperan más eventos como este en los próximos días.

Usted puede consultar en tiempo real los niveles de contaminantes del aire de la ciudad en el sitio web del Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire (SINAICA: https://sinaica.inecc.gob.mx/) o descargar la aplicación móvil “Redspira”, para estar atento a la calidad del aire local. Ante eventos semejantes se recomienda:

  • reducir al máximo posible las actividades al aire libre;
  • acudir al médico ante síntomas respiratorios y/o cardiacos;
  • mantener ventanas y puertas cerradas, y
  • reducir el uso de vehículos.

* Especialistas en salud pública. Invitados por el Dr. Eduardo C. Lazcano Ponce.