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Don Sergio en Cuernavaca y en la Cuba de Fidel

(Primera parte)

 

Queridos lectores les voy a confiar dos inéditos intríngulis que viví poco antes de la primera presentación de mi libro Los Volcanes de Cuernavaca, uno en nuestra Catedral y el otro, un año después en Cuba a donde me invitaron a presentar el libro. En Cuernavaca, faltaban solo unos pocos días antes del evento cuando de pronto recibo una llamada del P. Pepe, eficiente secretario de la Diócesis: “doña Lya, don Florencio Olvera la espera hoy en la tarde en su oficina. Por favor no falte”.

Llego puntual a la cita. El Sr. Obispo, me invita a sentarme y amable, de inmediato entró al tema que le inquietaba: “tengo una súplica que hacerle doña Lya. Le pido que frente al público no se mencionen los nombres de dos excomulgados”. ¿De quienes Sr. Obispo?, le pregunté. “De Lemercier y de Iván Illich”, respondió. -Señor Obispo, perdón pero no puedo hablar de uno sin mencionar a los tres pero, importantes y serios integrantes del equipo sacerdotal de don Sergio, que lo acompañó hasta su fallecimiento me explicaron las circunstancias que rodearon el retiro de ambos de la vida religiosa en activo.

-El de Iván Illlich, viendo este el enojo de la Jerarquía contra Lemercier por la negativa a abandonar el psicoanálisis grupal en su monasterio, pidió licencia y en el caso del Prior benedictino, don Sergio logró ante el Papa Paulo VI su no excomunión-. Don Florencio Olvera me escuchaba con sonrisa y fría mirada.

“Bueno –siguió-, ¿quiénes van a ser los presentadores?”, cuando le mencioné al P. Julio Torres, casi brincó: “¡Él no, es un extremista!” -Sr. Obispo -respondí- esa fue una de las grandes cualidades de don Sergio, nunca temió las filiaciones ideológicas o políticas de nadie. Él se sabía mover en cualquier ambiente. Como comentó don Samuel Ruiz obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas cuando lo entrevisté para el libro: “Sergio siempre anduvo al filo de la navaja en su quehacer sacerdotal. Si nunca quedó fuera, se debió a su gran apego a la Iglesia”. -Y Sr. Obispo, en el caso del Padre Torres, además de su brillante inteligencia, vivió de manera activa ese ambiente y está feliz de participar en el evento pese a su gravedad, su cáncer está ya en fase terminal y no puedo decirle que él no va a participar, perdón Sr. Obispo.

Mientras don Florencio contestaba una oportuna y breve llamada telefónica recordé la andanada del Vaticano contra los tres y pensé que tal vez le llamarían la atención a don Florencio. Cuando colgó le expresé: de verdad lo entiendo Sr. Obispo. Ud. con toda seguridad está entre la espada y la pared. Le propongo algo, buscamos otra sede-. “¡No!”, contestó de inmediato. “Sería un escándalo, la publicidad con todos los eventos de ese día que incluyen su presentación está en los posters repartidos ya por toda la Diócesis”. Se quedó unos instantes en silencio y siguió: “Bueno, una última petición”, -dígame Sr. Obispo-. “Dado que estarán en la Nave Mayor, por favor no convierta su presentación en un mitin político”. – ¡Eso sí se lo prometo Sr. Obispo!, de verdad no es nuestra intención hacerlo y menos dada su apertura de permitirnos presentarlo ante el altar-. Y el día señalado llegó: 26 de febrero de 2007, Centenario de don Sergio (1907-2007).

Al frente de todas las filas de asistentes, sentado solo, su silla colocada en el espacio vacío entre las bancas y las escaleras de acceso al altar se encontraba otro de mis entrevistados, el dominico Raúl Vera López, VI Obispo de la Diócesis de Saltillo que asistió emocionado a todo el evento. En la larga mesa colocada bajo el altar, me acompañaban los sacerdotes Julio Torres, José Luis Calvillo y Baltazar López Bucio, León García Soler director entonces de la Jornada Morelos, el político Marcos Manuel Suárez Ruiz, hijo del único empresario que, ante el alejamiento de su sector, jamás le dio la espalda y siempre lo apoyaron él y su hijo y nieto presentes ese día; el poeta Javier Sicilia y la hermana Mónica Herrejón, cercana amiga espiritual de don Sergio.

Al final de las presentaciones, se pasó un magnífico video que el fotógrafo Martin Rivadeneyra, autor de casi todas las fotos del libro, realizó con imágenes que nos proporcionaron del archivo personal de don Sergio, con fondo musical de la película La Misión. Ahí a gran tamaño aparecía don Sergio desde jovencito en el seminario, con el tiempo con el comandante Fidel y con el Presidente de México don Luis Echeverría Álvarez, con grandes personajes sudamericanos de la Teología de la Liberación asombrados ante el cambio interior de la Catedral, Lemercier, Iván Illich y con su equipo de trabajo. Al término los presentes, incluido el recordado activista Ignacio Suárez Huape quien me abrió las puertas a entrevistar a los sacerdotes de esa época, todos con lágrimas en los ojos. En eso sube el Vicario P. Millán, con un teléfono en la mano: Le llama el Sr. Obispo Olvera desde Tequisquiapan. Tomo el auricular y lo escucho decirme: “Gracias doña Lya”. Y seguimos con don Sergio en la Cuba del Comandante Castro Ruz el próximo miércoles.

La presentación en el altar de Catedral en el Centenario de don Sergio. Foto: Cortesía de la autora