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PARADIGMA AGOTADO

Vicente Arredondo Ramírez *

Todo por servir se acaba. Las ideas también en algún momento dejan de representar a las cosas, a la realidad misma de las cosas. La vida no se detiene. Heráclito, el griego presocrático, afirmó que “una persona no puede bañarse en el mismo río dos veces, puesto que el río y la persona no son los mismos”. 

Los cambios en la vida se dan en distintos formas, velocidades y profundidades, y también por diferentes causas y motivos. En el orden de las ideas, los cambios importantes se dan cuando hay un cambio de paradigma, definido como un giro en la manera de entender cómo operan las fuerzas de la naturaleza o cómo se explican las conductas individuales o grupales. Un paradigma es una forma de ver la vida, es un patrón de ideas y valores, es una manera de entender y de explicarse las cosas.

Un ejemplo de cambio paradigmático en las ciencias naturales se dio cuando Nicolás Copérnico, astrónomo polaco, probó en el siglo 16 que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés como se creyó durante siglos. De igual forma, un cambio conceptual de alto impacto se dio, cuando el médico y filósofo inglés John Locke, propuso el empirismo como método científico, o cuando el filósofo francés barón de Montesquieu desarrolló la idea en el siglo 18 de la separación de los tres poderes de gobierno(ejecutivo, legislativo y judicial).

En el campo de las ciencias y de la tecnología, la “ruptura de paradigmas” es algo cada vez más natural y frecuente, por el avance exponencial del conocimiento. Si en el pasado tuvieron que pasar siglos para que se diera un cambio de paradigma, en la actualidad los cambios se dan casi por décadas.

Hace apenas tres décadas, se rompió el paradigma político, económico y social de la U.R.S.S., impulsado por Mikael Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, a través de la “perestroika” que impulsaba cambios económicos y de la “glasnost” que buscaba la liberalización política. En el marco de esta ruptura paradigmática de impacto internacional, Francis Fukuyama, un académico estadounidense de origen japonés, publicó en 1992 el libro“El fin de la historia y el último hombre”, señalando que la caída de la U.R.S.S., abría el futuro a una sola manera de entender y practicar la organización de las sociedades, esto es, la aceptación del paradigma de la democracia liberal y del libre mercado. En pocas palabras, decretó el fin de la evolución del pensamiento humano, recordando la consumada derrota del pensamiento fascista al término de la segunda guerra mundial, y en ese año la derrota delparadigma del pensamiento comunista. Con ello, ya no habría competencia ideológica global, aunque reconocíarealidades no amenazantes por parte del pensamiento musulmán y del nacionalismo.

En 2023, tres décadas después de esos señalamientos, nos encontramos en un mundo en claro reacomodo paradigmático en las relaciones internacionales, y ante la clara evidencia del debilitamiento de la fórmula liberal que Fukuyama proclamaba como modelo a seguir hasta el fin de los tiempos.

De los múltiples retos que experimentamos a nivel mundial, considero que uno de los principales es el creer que ya está dicho, visto y probado todo lo referente en materia de organización política, social y económica, o lo que es lo mismo, el que inhibamos intencionalmente la evolución del pensamiento. No podemos aceptar la narrativa apologética del actual paradigma liberal de Occidente, como modelo universal, cuando en la práctica se resume, por una parte, a operar periódicamente procedimientos electorales y, por otra, crear las condiciones para que las grandes corporaciones mundiales de todo tipo impongan modelos de vida a la población.

EL paradigma liberal, como lo conocemos en la realidad, ya caducó. La insistencia discursiva para seguir dándole vigencia no puede esconder las serias contradicciones que entraña y la insuficiencia como fórmula de creación del bienestar personal y social. Así como el “libre mercado” no ha existido, ni existe, ni existirá, de igual manera, la “democracia” vinculada sólo a partidos políticos y procedimientos electorales es ya un autoengaño colectivo, puesto que se sustenta en premisas que no resuelven la aparente dicotomía entre las dimensiones del “yo” y del “nosotros”.

Toca aprender de la historia real y poner a trabajar las neuronas para prefigurar formas de organización social que articulen debidamente la esencia y razón de ser de la economía y de la política, en diálogo con los hallazgos de todas las ciencias humanas y naturales.

* Especialista en temas de construcción de ciudadanía.

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