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Jaime Chabaud Magnus *

El 17 y 18 de febrero, por iniciativa del Ayuntamiento de Tetecala, Cazahuate Colectivo y de la Sociedad para el Patrimonio Cultural A.C., se llevó a cabo en ese municipio el Encuentro de Crónica del Estado de Morelos 2023 con la participación de cuarenta escritores, historiadores, antropólogos y cronistas aficionados y profesionales apasionados por la historia, costumbres, fiestas, cocina e, incluso, la denuncia de un estado de cosas atravesado por la violencia. Contó con la presencia de la Presidenta Municipal de Tetecala, Rosbelia Benítez Bello, del antropólogo Víctor Hugo Valencia Valera por parte del INAH-Morelos, Hernán Isaí Gómez Arce del Colectivo Cazahuate y, entre otros, Jesús Zavaleta Castro que es corazón y motor de esta reunión.

​Como participante virginal -por decirlo de manera torpe- en este tipo de encuentros, tuve que remontarme a mis tiempos de estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM donde el increíble maestro Huberto Batis nos incitaba a incursionar en géneros periodísticos y que no pocos optábamos por la Crónica Urbana como una manera de aproximarse y acariciar el cuento. Batis, luego de destrozarnos desde lo gramatical hasta nuestra inocencia, que era su manera de ser uno de los mejores maestros que un escritor en ciernes puede desear, seleccionaba los mejores para engrosar las páginas de la sección de Ciudad del diario Unomásuno. Con suerte increíble, inopinadamente, el ogro-pedagogo Huberto decidía que tal o cual crónica merecía pasar a las páginas literarias del súper suplemento cultural -aspiración de todo literato- que era el Sábado del mismo periódico. El territorio de la crónica era el pasto para el incendio que toda juvenil vocación requería para desarrollarse.

​Esta invitación del querido Jesús Zavaleta, además, me hizo reencontrarme con el entrañable Alejandro Machuca Rodríguez, cronista de Tlaltizapán al que la edad no logra doblarle el entusiasmo, así como a la querida Diega López que lleva una vida seduciendo visitantes en el Museo de la Revolución del Sur que fuera el Cuartel General de Emiliano Zapata con sus historias estupendas. Cronistas a quienes de pronto les cuesta arrastrar la pluma pero que toda su sabiduría permanece intacta en la tradición oral. El querido Said Conrado que tanto sabe sobre el querido Ticumán habló de las fiestas del Cristo de Chiconcuac y un servidor sobre el titiritero negro del siglo XVII Domingo Angola, al que apresaran en Temimilcingo. Y esa fue la delegación del Tlaltizapán que habito. Y de pronto fue obvio lo poco, casi nada, que se produce de crónica -histórica o actual- que nos ayude a construir ese gran relato que nos enuncie y preserve en la memoria. Reunirse de la mano de Zavaleta y sabernos interesados en lo mismo es un principio pero falta mucho trabajo y constancia para poner a los interesados en la crónica en labor constante. Cuatro “cronistas” del sólo municipio de Tlaltizapán suena alentador y sirve para la estadística pero la realidad es que urge incentivar la producción.

​En el Encuentro se reunieron cronistas y aficionados a la crónica de Cuernavaca, Jojutla, Cuautla, Puente de Ixtla, Mazatepec, Xoxocotla, Tetecala, Jiutepec, Tepoztlán, Temoac, Coatlán del Río, Tlaquiltenango, Cuatetelco, Jantetelco, Axochiapan, Miacatlán, Xochitepec y, ya citado, Tlaltizapán. Poderse reunir con mujeres y hombres, sabios y novatos, que construyen ese mosaico imperfecto que construye tradición, memoria e identidad es de una extraordinaria riqueza y nos enseña que urge volver la mirada hacia los cronistas.

​Tanto en mi trabajo académico (como historiador del teatro mexicano) como creativo como dramaturgo apasionado de la historia; es en la crónica más que en los trabajos académicos a veces áridos, donde se encuentran las verdaderas pepitas de oro. El detalle, la anécdota, la costumbre, los vicios, el gesto son alimento puro para la ficción. Los historiadores duros suelen obviar esos detalles. Por ello, el legajo judicial o inquisitorial, los pleitos civiles, los relatos de viajeros o las crónicas, como “relación de hechos”, relatos al fin, suelen ser más estimulantes que los datos duros. Enhorabuena al Encuentro de Crónica.

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