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I

En una declaración memorable y plena de sentido común, el escritor argentino Jorge Luis Borges formuló una reflexión sobre la lectura: “Si un libro los aburre, déjenlo, no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo… ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una forma de la felicidad.” Pero no es fácil encontrar esa forma de la felicidad. Si fuera fácil, la lectura tendría un lugar muy especial en este planeta y seguramente sería otro mundo el que habitamos, más sensible y verdaderamente humano. Leer es una manera de crecer. Pero ¿cómo transmitir esa certeza? Si nos fuera dado ponernos en los zapatos de quienes rechazan la lectura, seguramente tendríamos razones implacables para afiliarnos a ese club.

A lo largo de los años, los programas educativos del gobierno mexicano han diseñado campañas para incentivar la lectura, cuyo destino ha sido el fracaso, una y otra vez. La lectura como una obligación es una de sus falacias obsesivamente recurrentes. En 2010, la Secretaría de Educación Pública lanzó la campaña Leemos mejor día a día, que entre sus acciones incluía: “Veinte minutos de lectura en voz alta en casa. Los padres de familia ´certifican´ con su firma que sus hijos leyeron día a día 20 minutos en casa. La ingenuidad y la torpeza carecen de límites. Como si la lectura fuera asunto de cronómetro. Describir muchas otras campañas para propiciar la lectura desde las instituciones educativas en los distintos gobiernos sería hilvanar un rosario de acciones erráticas. Dejémoslo ahí. Porque lo cierto es que México no ha logrado convertirse en un país de lectores. Si la lectura fuera una práctica común no tendríamos los políticos que tenemos, por ejemplo.

II

Hablemos, mejor, de una iniciativa que tuvo un origen sencillo, como suelen tenerlo esas ideas que parecen brotar de la nada y que sin embargo provienen de una intuición y una sensibilidad que ha logrado la certeza de crear un territorio propicio para el arte de la lectura. En una visita a la Fiesta de Libro y la Rosa, que desde 2009 se realiza en la UNAM, el investigador Guillermo Peimbert, actual secretario técnico del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, se sintió convocado por lo que halló en esa fiesta e imaginó posible crear una replica aquí en Cuernavaca. Hizo contacto con la escritora Socorro Venegas, directora de publicaciones de la UNAM, para proponer que Cuernavaca fuera sede de esa celebración de la lectura. El motivo lo tenía muy claro: “hacer extensión de la cultura, de manera gratuita y dirigida a todo público”. Por eso, desde hace tres años nuestra ciudad es parte de esa Fiesta del Libro y la Rosa. Conversatorios, talleres, música, editoriales independientes, poesía y una presencia colectiva de las letras, la música y el arte de Morelos serán esencias de estas jornadas culturales que se realizarán el viernes 19 y el sábado 20 de abril en el Museo de Are Indígena de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Detalles del programa se pueden consultar en: https://www.crim.unam.mx/difusion-y-divulgacion/flyr2024/

III

“En una ciudad como la nuestra, que tiene una historia cultural tan potente, y un presente en términos artísticos tan diverso y rico en estilos. el que exista una fiesta dedicada al libro es algo muy significativo, no solo por el acceso a las obras sino también por la posibilidad del hallazgo que es para mi muy importante. Me interesa que exista un libro que me pueda apasionar y que todavía no esté en mi librero, y regularmente en donde los encuentro es en las ferias del libro. Pero también el hallazgo de la amistad. Yo creo que la literatura está estrechamente ligada a la amistad, y en estos espacios, en estos encuentros, he procurado que se generen nuevos lazos y he tenido experiencias muy gratas con personas, lectores, autoras, autores, que a partir del encuentre generamos una suerte de interacción que termina convirtiéndose en amistad. Entonces, para mi es relevante que existan estos encuentros, por el flujo de las ideas y también por la posibilidad de que se genere una comunidad más grande. Me parece que Cuernavaca tiene todo para ser un receptor versátil, y al mismo tiempo para entregar una gran experiencia.” Roberto Abad, escritor morelense que, el sábado 20, conversará a propósito de su libro El hombre crucigrama con la escritora Citlalli Ferrer.

IV

“Me parece importante que iniciativas como estas se gesten, porque precisamente permiten crear puentes entre los libros, los artistas, las instituciones culturales, y justamente esto nos da la posibilidad de la literatura se expanda, y que realmente este esfuerzo pueda culminar en algo que valga la pena, creando nuevos lectores y nuevos lenguajes.” Natalia Correa, poeta y productora de radio, quien participará el sábado 20 en la lectura y conversatorio poético con los escritores Ekiwah Adler y Yunuen Díaz.

V

“La motivación fue traer a Cuernavaca esa Fiesta del Libro y la Rosa que desde 2009 se realiza en Ciudad Universitaria de la UNAM. Ha ido creciendo y generando mayores expectativas, y el objetivo principal es crear un espacio de encuentro para los artistas locales, a editoriales independientes y vincularlos con artistas ya consolidados. No es propiamente un trabajo de gestión cultural. La UNAM tiene tres funciones principales: la docencia, la investigación y la extensión de la cultura. Le llaman extensión de los beneficios de la cultura a la sociedad, una forma de devolver el hecho de estar financiados por recursos públicos. Entonces, eso es lo que yo he tratado de defender que la UNAM devuelva de manera gratuita actividades de este tipo.” Guillermo Peimbert, secretario técnico del CRIM, e impulsor de la Fiesta del Libro y la Rosa en su sede de Cuernavaca.

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