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De la misoginia al empoderamiento femenino

 

La misoginia es una enfermedad social que se expresa en las sociedades a través de una serie de conductas que van desde la marginación, la exclusión, el desprecio, el trato desigual, chistes, lenguaje y mofas, hasta la violencia en todos sus niveles, incluyendo el feminicidio.

Desde sus orígenes y a lo largo de la historia de la humanidad, este fenómeno se expresa de muchas formas en las diferentes culturas. Hice una investigación al respecto a través de la geografía y la historia universal.

Recopilé tanta información que casi caí en la tentación de citar algunos ejemplos, sin embargo, para evitar cualquier malentendido de mi inclinación o aversión por alguna cultura o región, opto mejor por invitar a quienes me leen y se interesen en el tema a incursionar en los buscadores cibernéticos. Es impresionante la información al respecto.

En la actualidad la misoginia se manifiesta a veces de manera más velada, pero el resultado siempre es el mismo: una relación de opresión y desigualdad de la mujer con respecto al hombre. Así, por ejemplo, en los delitos sexuales a menudo se responsabiliza a la mujer del delito “su manera de vestir provoco la agresión”.

El lenguaje cotidiano evidencia también una cultura misógina, así, por ejemplo, zorro, perro, aventurero, hombre público, golfo, ligero, en el imaginario popular adquieren diferentes significados y connotaciones si se aplican a la mujer.

En la política, la cosa no pinta diferente. En México, la mujer adquirió el derecho al voto, apenas en octubre de 1953. En un fallido intento de aparentar una igualdad de género, los políticos inventaron una ocurrencia llamada “cuota de género”, lo cual, resulta indignante pues se da a entender que el puesto se otorga como una “cuota”, como una “dádiva” por el hecho de ser mujer no por merecimientos y/o capacidades.

Los filósofos no se quedan atrás, el alemán Arthur Schopenhauer, por ejemplo, se atrevió a definir a la mujer como “un animal de cabellos largos e ideas cortas”. Personalmente creo que la razón del pensamiento misógino tiene que ver con un temor al empoderamiento de las mujeres librepensadoras, al respecto, Demócrito decía “que la raza femenina no desarrolle su razón, porque eso sería una cosa terrible”.

Algunos estudios apuntan a que el misógino se forma en el seno familiar. En la formación del misógino se conjuntan al menos tres factores; uno sociocultural, otro conductual que tiene su génesis en algunos mitos fundacionales y un factor legal.

En el sociocultural, se han vuelto normales las actitudes y dichos misóginos en el hogar, la escuela, la vida política, la iglesia. La misoginia es ya parte de la cultura que se traduce en el lenguaje, dichos y chistes que expresan el pensar misógino de la sociedad.

En el contexto legal la normativa es laxa en su aplicación y no garantiza la prevención o el castigo de las conductas misóginas más patológicas por lo que con frecuencia se encuentran muchas explicaciones e interpretaciones que favorecen al victimario.

En cuanto al factor conductual, el arquetipo de la actitud y comportamiento misógino, al parecer surge desde el inconsciente colectivo soportado en los mitos fundacionales, tema que abordé en mi artículo de la semana pasada.

Hoy en día, frente a una sociedad misógina, desde hace algunos años se confronta el empoderamiento de una visión de lo femenino en la vida política, social, cultural, intelectual, económica y en prácticamente todas las actividades humanas. Este año vamos a votar por quien dirigirá los destinos del país quien seguramente será una mujer.

En nuestro estado, Morelos, habrá una gobernadora; en la Universidad de nuestro estado, es una mujer quien mandata en “el séptimo piso” (rectoría). El empoderamiento femenino no es fortuito ni menos gratuito, tampoco es el resultado de una “cuota”, el posicionamiento femenino es una necesidad de supervivencia humana, así lo indican las visiones para el futuro que asumen organismos internacionales como la UNESCO.

Las características de lo femenino son las que podrán revertir la deshumanización que impacta en todo el orbe y que se evidencia en la depredación de la naturaleza, la inequidad, la exclusión y las guerras. Esa es nuestra apuesta, esa es la esperanza para reconstruir el mundo y su quehacer, desde una visión humana, desde una dimensión femenina del mundo.