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El genio de Licklider

 

Si a alguien se le puede decir que fue el inventor del concepto de Internet es a Joseph Carl Robnett Licklider, y mejor conocido solo por su apellido. Su trabajo y contribuciones permiten ubicarlo como uno de los padres fundadores de Internet. Desde el temprano desarrollo de la computación y redes de computadoras interconectadas, él fue un defensor del perfeccionamiento de interfaces de usuario para facilitar las actividades de los usuarios de equipos de cómputo. Tenía plena certeza de que la computación tenía el potencial de mejorar la vida humana de muchas maneras.

En octubre de 1962, Licklider fue nombrado jefe de la Oficina de Técnicas de Procesamiento de la Información y conocida por sus siglas como IPTO en ARPA, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos, que ha sido una instancia sin la cual es imposible entender el desarrollo de Internet ya que apuntaló con financiamiento el despliegue y conformación de las primeras redes de interconexión de computadoras.

Licklider fue el primer director de la IPTO, jugó un papel vital en la creación de la computación personal y de Arpanet. De hecho, él tuvo una gran influencia en todos los que confeccionaron Arpanet, que a la postre devino en Internet. Licklider no llegó al Pentágono con la intención de crear Arpanet, fue contratado para investigar y desarrollar sistemas de mando y control, que estaban relacionados con las armas nucleares de la época, pero desde ese trabajo se percató del gran papel que podrían tener la confección de redes de computadoras interconectadas.

Licklider siempre se interesó en cómo las computadoras podían ayudar a la gente a comunicarse mejor. En IPTO encontró la inspiración en SAGE, la primera computadora que integró el radar con las tecnologías computacionales, que efectuaba tres funciones clave de manera simultánea: recibía información del radar de rastreo; interpretaba los datos a medida que llegaban, y ofrecía respuestas a los sistemas defensivos de misiles de Estados Unidos de las amenazas detectadas. De ahí le vino la idea de echar a andar e impulsar la idea de tiempo compartido con el objetivo que un equipo de tales características debería de estar al servicio de diversos especialistas en computación.

A partir de esas reflexiones Licklider imaginó un día en el que una computadora sería un «asistente» de los humanos. La máquina respondería a las preguntas, efectuaría el modelado de la simulación, mostraría gráficamente los resultados y extrapolaría soluciones para nuevas situaciones a partir de experiencias pasadas. Licklider estaba convencido de que el trabajo «rutinario» podía ser atenuado por las máquinas con el fin de que las personas dedicaran su tiempo a tomar decisiones más importantes.

Licklider acuñó el concepto de «simbiosis hombre-computadora», que proporcionó un desarrollo multipropósito de las tecnologías para dar paso a la transformación del procesamiento de la información de los mainframe torpes e inaccesibles e integrarlos a una red de computadoras. En su libro Bibliotecas del futuro él imaginó «consolas de computadoras domésticas», con gente sentada delante de ellas, aprendiendo lo que quisieran. Visualizaba la llegada de un tiempo en donde los recursos bibliotecarios estarían disponibles para usuarios remotos a través de una única base de datos.

A fines de abril de 1963, Licklider estaba en el Pentágono y en la máquina de escribir de su oficina escribió un memorándum. Lo dirigió a los «Miembros y afiliados de la red de computadoras intergaláctica» como una especie de broma. En el mensaje argumentaba, ya de manera seria, que era el momento de crear una red de cómputo o intergaláctica, conformada por la mayoría de los equipos y máquinas que los centros de investigación tenían a su disposición. Fue así como Licklider imaginó una gran red universal a través de la cual las mentes de toda la humanidad pudieran vincularse mediante computadoras, y esa fascinante representación fue la base de lo que ahora llamamos Internet pero que inició modestamente con el tiempo compartido.

La idea de Licklider era clara, dijo: «La esperanza es que, en no muchos años, los cerebros humanos y las máquinas de computación se acoplen estrechamente, y que la sociedad … piense como ningún cerebro humano haya pensado alguna vez…» Esa es una idea que hoy damos por sentada (que las computadoras sean usadas por los seres humanos en procesos de investigación y generación de pensamientos, como insumos analíticos en lugar de verlas como meras calculadoras) fue revolucionaria en su momento.

Por supuesto que esa postura no era solo de Licklider, pero la que sí fue una idea propia es que fuera un instrumento de comunicación por excelencia, ya que estaba convencido de que un día la computadora desplazaría al teléfono como herramienta dominante para la interacción humana. De hecho, fue el primer investigador en prever la posible gran rivalidad entre teléfono y computadora.

Si bien J.C.R. Licklider es considerado una figura fundamental en el desarrollo de la informática e Internet, su trabajo no ha estado exento de críticas. Algunas de las críticas más comunes que se le hacen es que tenía una visión muy centralizadora: algunos críticos argumentan que la visión de Licklider de una «red intergaláctica de computadoras» era demasiado centralizada y jerárquica. Consideran que Internet debe ser ante todo una red más descentralizada y democrática.

Otro aspecto que se le cuestiona es soslayar la cuestión del control, se argumenta que Licklider no estaba lo suficientemente preocupado por el potencial de control y censura en Internet; en su horizonte no estaba presente la idea de que la red fuera un espacio más libre y abierto. Otro aspecto que se le cuestiona, aunque tal vez injustamente, es que Licklider no haya considerado suficientemente el impacto social de la computación e Internet, o lo que era en ese entonces los primeros balbuceos de lo que hoy es Internet; no consideró que estas tecnologías pudieran tener consecuencias negativas para la sociedad, como la alienación y la desigualdad.

También se alude a que Licklider no estaba lo suficientemente preocupado por las cuestiones éticas relacionadas con la computación e Internet, como muchos de su generación que tendían a ser muy voluntaristas y sus perspectivas no se visualizaba que dichas tecnologías debían desarrollarse y usarse de forma responsable y ética.

No obstante, es importante tener en cuenta que esa manía que tenemos de evaluar el pasado tecnológico y los aportes a partir de nuestras consideraciones éticas actuales, rehúye contextos y se mueve en un tiempo presente y uniforme que no entiende los saltos epistémicos que las mismas tecnologías han generado. Nada empaña el quehacer de Licklider. Su trabajo ha sido complejo y ha tenido un impacto significativo en el mundo, al grado que hoy somos deudores de su visión y contribuciones al campo de las nuevas tecnologías.

@tulios41

Foto: Tecnovortex