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El Palacio de Cortés es el edificio emblema de Cuernavaca. Su ubicación en pleno centro de la Ciudad, le ha permitido desde 1529, año que se concluyó su construcción, atestiguar la historia de la villa de Cuauhnáhuac que luego se convertiría en el pueblo de Cuernavaca y posteriormente en la capital de Morelos. Su torreón ha identificado a la ciudad casi igual que las bugambilias y la eterna primavera.

En 1974 el edificio civil más importante y antiguo del periodo colonial en México fue convertido en un museo, y desde entonces ha sido una sede abierta al conocimiento de la historia del estado, salvo el periodo de septiembre del 2017 a junio del 2022, en que estuvo cerrado para reparar los daños que le ocasionó el sismo con epicentro en Jojutla que dañó su estructura y al emblemático torreón.

El Museo Regional de los Pueblos de Morelos: Palacio de Cortés, celebra su 50 aniversario este primero de febrero. Para conmemorar su historia y su extraordinaria riqueza cultural, la delegación Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llevará a cabo diversas actividades a lo largo del año. La primera de ellas comenzará hoy con una mesa de diálogo entre los antiguos directores del museo.

En una entrevista para La Jornada Morelos, Víctor Hugo Valencia Valera, delegado estatal del INAH, recordó la historia de la creación de este valioso museo, las dificultades enfrentadas durante la reconstrucción posterior al sismo de 2017 y la evolución del discurso museográfico para reflejar la riqueza histórica y cultural de Morelos.

El Museo Regional de los Pueblos de Morelos, anteriormente conocido como Museo Regional Cuauhnáhuac, tiene sus raíces en 1974, cuando el gobierno estatal bajo la administración de Felipe Rivera Crespo cedió el Palacio de Cortés al INAH, dirigido en ese momento por Guillermo Bonfil Batalla, para convertirlo en un museo.

El proceso implicó la labor de un dedicado equipo de arqueólogos, antropólogos e historiadores, encabezado por el arqueólogo Jorge Angulo, quien se encargó de transformar el antiguo edificio gubernamental en un espacio que ahora alberga una invaluable colección de la historia preclásica hasta la contemporaneidad de Morelos.

El sismo de 2017 planteó un desafío crítico, pero también brindó la oportunidad de modernizar el discurso del museo, que se encontraba desactualizado. La restauración implicó diversos retos, según señala Valencia. Principalmente, destacó la restauración arquitectónica, ya que el inmueble sufrió daños críticos durante el temblor, como explica: “las grietas alcanzaban alturas de seis o hasta quince metros, con anchuras de veinte a treinta centímetros”. El segundo desafío fue la logística para vaciar el espacio y prepararlo para las reparaciones. Valencia ejemplificó: “En las salas de la Revolución Mexicana hay cañones que pesan dos o tres toneladas y fueron introducidos por partes, armados en el interior. Estos no fueron retirados; se dejaron en su lugar. Sin embargo, la mayoría de la colección fue retirada”.

Otro reto significativo fue la restauración del mural de Diego Rivera, llevada a cabo gracias al respaldo del Centro Nacional de Restauración de Bellas Artes y la participación de estudiantes del Instituto Botticelli.

Después de cuatro años de arduo trabajo, el museo finalmente reabrió parcialmente en 2023 y presentó dos de las cuatro exposiciones planeadas. Víctor Hugo Valencia destaca la importancia de este nuevo capítulo: un museo actualizado, académicamente enriquecido, que abarca la historia de Morelos desde la época prehispánica hasta la contemporaneidad e incluye aspectos medioambientales y ecológicos del estado, lo cual es novedoso.

Este año festivo no solo celebra el 50 aniversario del museo, sino también los 50 y 85 años del INAH Morelos y del INAH, respectivamente. La agenda incluirá exposiciones, conversaciones con trabajadores jubilados, eventos musicales, ciclos de conferencias y proyecciones, culminando el 24 de julio. Las actividades prometen resaltar la riqueza cultural de Morelos y destacar los esfuerzos de investigación de más de 50 años.

Es una oportunidad invaluable para apreciar la riqueza de la región y unirse a la celebración de estas instituciones que han contribuido significativamente a la preservación del patrimonio cultural de Morelos.

De Palacio a Museo en 445 años

El Palacio de Cortés terminó su construcción en el 1529, y desde entonces ha tenido usos diversos. Primero como residencia de Hernán Cortés y su familia. Fue ocupado por Martín Cortés y luego por Fernando, hijo y nieto del conquistador quien luego lo heredó a otros familiares. Entre 1629 y 1747, el Palacio de Cortés permaneció en un aparente abandono, aunque las excavaciones entre 1971 y 1973 encontraron evidencias del probable uso del inmueble por gremios de artesanos de herrería, textiles, curtiduría y otros oficios, que fueron deteriorando el edificio, lo que llevó a un primer proyecto de restauración en el siglo XVIII.

Concluida esa primera intervención, el edificio fue convertido en la Real Cárcel de Cuernavaca, que fue usada durante la Guerra de Independencia de México.

Para 1855 el Palacio de Cortés fue sede del gobierno de la República y luego ocupado por Maximiliano entre 1864 y 1866.

En 1872, recién erigido el estado de Morelos, el edificio fue el palacio de gobierno. Dado que el ala norte del edificio estaba derruida, hubo la necesidad de reconstruirla. La obra permitió instalar en el mismo inmueble al Congreso, el Ayuntamiento y la Jefatura Política, además de que se mantuvo la cárcel.

Después de la Revolución, en 1928 el gobierno estatal se reinstaló en Palacio de Cortés. En 1930 Diego Rivera pintó los murales en el patio con arcos del segundo piso y en 1938 Salvador Tarazona pintó el Salón del Congreso. En esa primera mitad del siglo XX también se instalaron en el edificio oficinas para juzgados.

Ya en el 1971, el Instituto Nacional de Antropología e Historia inició trabajos para restaurar el edificio a como era en el siglo XVI, y rescatar elementos de la etapa previa, la tlahuica.

 

Hombre sentado en una silla

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Víctor Hugo Valencia Valera, Delegado estatal del INAH.

Foto: La Jornada Morelos

Una torre con un reloj en una pared de piedra

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