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¿Alguna vez te has asomado por tu ventana y te has encontrado con tu vecino al otro lado de la calle, observándote fijamente desde su habitación? Quizás han sido solo un par de ocasiones en las que coinciden en tiempo y espacio; no hay motivos superiores por los que ambos estén ahí, en ese preciso momento, intercambiando miradas ¿cierto? Pero imagina que todo cambia cuando un día decides saludarlo, imaginando que no te responderá de vuelta pues seguramente ni siquiera te estaba viendo a ti. Sin embargo, para tu sorpresa, tu vecino hace exactamente aquello que temías que pasara: te saluda de regreso.

Esta es la premisa que desata los eventos de ‘Watcher’, cinta dirigida por Chloe Okuno (‘V/H/S/94) y protagonizada por Maika Monroe (‘It Follows’). La historia sigue a Julia (Monroe), una chica aspirante a actriz que acaba de mudarse a Bucarest con su marido Francis (Karl Glusman) al tiempo que un asesino serial acecha las calles. Pronto, Julia tiene varios encuentros con un extraño hombre (Burn Gorman) que la observa desde la ventana al otro lado de la calle, y descubrirá que indudablemente ha captado su atención.

Si bien se trata de un thriller que se mete por debajo de nuestra piel sigilosamente, Okuno crea una narrativa que sin duda nos pone los pelos de punta al confrontarnos ante un mal que trasciende lo terrenal y se hace presente en la psique: el gaslighting.

Gaslighting: un fenómeno que aterroriza silenciosamente la vida y percepción de las mujeres

Antes de adentrarnos de lleno en esta crítica, si no estás familiarizado con el término ‘gaslighting’, probablemente te estás preguntando a qué me refiero y a dónde quiero llegar con ello. Siendo así, te explico brevemente. El término ‘gaslighting’ (o en español conocido como Luz de Gas) surge en el año 1938 con la obra homónima de Patrick Hamilton, la cual aborda la historia de un hombre que lentamente lleva a su esposa a la locura tras apagar de una en una las luces de gas de su hogar. Cuando su esposa se percata de esta situación, el hombre niega rotundamente estos cambios y tacha a su esposa de “loca”, haciéndola dudar de su propio criterio.

Y es entonces que este concepto cobra relevancia en la actualidad, pues es ahora considerado una práctica de abuso emocional en la que una persona hace dudar a otra de sus propios sentimientos y pensamientos, o incluso de su memoria, logrando que pierda la cordura. En este sentido, ‘Watcher’ explora de forma sutil este fenómeno, poniendo a nuestra protagonista en una situación similar; una situación que no solo pone en jaque su propia estabilidad mental y emocional, sino también su propia vida.

Un thriller que carcome lentamente tu cordura

Cuando Julia comienza a tener estos encuentros extraños con su vecino, cree firmemente que el hombre que la observa a través de su ventana es el mismo que ronda los callejones de Bucarest asesinando mujeres. Sin embargo, todo el mundo (en especial su pareja) le señalan que está exagerando; que está viendo cosas donde no las hay. La dirección de Okuno es tan eficiente que incluso nosotros, como espectadores, cuestionamos de vez en cuando el juicio de la protagonista, preguntándonos si se tratará de una historia con una narradora poco confiable –tal y como lo apreciamos en ‘Gone Girl’ de David Fincher–, o si quizás estamos cometiendo el mismo error que los personajes que rodean al personaje.

Y es que no solo son los hombres quienes cuestionan su criterio, ya que las mismas mujeres también la observan con desdén, quejándose en repetidas ocasiones de lo “conflictiva” y “dramática” que puede llegar a ser como residente del edificio donde vive. En repetidas ocasiones, esta situación genera fricción entre Julia y Francis, quien por momentos llega incluso a humillarla frente a sus jefes y colegas de trabajo.

Para lograr crear una atmósfera tensa y escalofriante, Okuno opta por elegir encuadres abiertos que nos obligan a apreciar las fachadas y los acabados de los edificios en Bucarest, así como la amplitud de su calles, lo que naturalmente nos lleva a pensar que Julia no está tan sola como podríamos pensar. La dirección de Okuno nos orilla a sumergirnos en un estado paranoico muy parecido al de la protagonista, asegurando que en cada rincón de la toma se esconde el mal y que pronto saltará a la pantalla para recurrir a un recurso clásico del género: el jumpscare.

Sin embargo, la cinta no acude a este truco a excepción de una sola ocasión –en la que, he de decir, lo hace eficientemente–, sino que en su lugar se inclina por recursos audiovisuales mucho más interesantes.

El sonido y la puesta en escena juegan un rol vital

Además de un magistral trabajo con el manejo de espacios, Okuno le brinda aun más poder a su cinta a través del uso del sonido. En varias ocasiones a lo largo de ‘Watcher’, la historia nos introduce en un espacio sonoro en el que la sutileza del sonido que hace una puerta; del rechinar que generan unos zapatos; o el ruido que proviene del departamento de Irina (Mãdãlina Anea), vecina de Julia, cobra más relevancia que nunca. Es a través de estos sonidos que Okuno construye tensión, generando una atmósfera escalofriante que no hace más que contribuir al estado de paranoia de Julia.

Por otro lado, cabe destacar que la puesta en escena es un recurso que Okuno sabe utilizar de la forma adecuada, permitiéndonos adentrarnos en la psique de nuestra protagonista y sintiendo el aislamiento físico y mental por el que atraviesa el personaje. En más de una ocasión, nos encontramos en lugares que, por obviedad, deberían estar siempre (o casi siempre) abarrotados: un supermercado, una estación de tren, plazas públicas. No obstante, al igual que Julia, de pronto caminamos en callejones oscuros, vacíos y sin salida, con un grito de exasperación atorado en nuestras gargantas y pidiendo ayuda a alguien que no nos escucha. Nos sentimos así incluso cuando estamos con ella en su propio departamento, donde el sentido de seguridad y cobijo se han desvanecido por completo, dejándonos a la deriva con la sensación de estar aislados por completo.

Los siniestros efectos del aislamiento y la violencia emocional

Otro de los tópicos que aborda Okuno con perspicacia es la sensación de aislamiento y soledad. Julia llega a un país completamente ajeno a ella; uno donde la lengua nativa no es el inglés, y donde está prácticamente obligada a iniciar su vida personal y profesional desde cero, dejando atrás a amigos y familia en la búsqueda de cumplir los sueños de su marido, no los de ella. Como el personaje, nosotros también hemos estado en situaciones cotidianas que nos separan por completo de lo que somos y lo que nos define, provocando una ola de emociones dentro de nosotros que nos hace sentir completamente abandonados en un mundo que no conocemos; un mundo del que estamos separados por barreras lingüísticas y metafísicas.

De una u otra forma, estas barreras son traspasadas por entidades malignas que buscan hacernos daño (depresión, soledad, estrés), y ocasionalmente, logran romper las puertas, provocando un daño irreparable en nuestra mente y cuerpo. Es por ello que empatizamos rápidamente con Julia, además de que Maika Monroe logra con creces construir las distintas facetas del personaje. Desde la revelación de la actriz en la cinta ‘It Follows’, no cabe duda que es un talento al que deberemos seguir atentos.

Una historia que muestra lo atemorizante que puede llegar a ser estar (y sentirse) solo

El acto final de ‘Watcher’(tranquilos, no hay spoilers) remata con un mensaje contundente con el que todos deberíamos familiarizarnos: es hora de creerle a las mujeres. Si bien para algunos usuarios en Letterboxd (sígueme en mi perfil por si aún no lo haces) la cinta de Okuno aborda lugares comunes –de ahí que algunos la consideren similar a ‘Rear Window’ de Hitchcock’–, personalmente me parece una historia acertada con una atmósfera taciturna y gótica con la capacidad de ponerte la piel de gallina, aunque quizás por razones que no esperas.

Es cierto que el ritmo narrativo puede ser algo lento para algunos, sobre todo si consideramos que las audiencias mainstream podrían estar más acostumbradas a recursos más comunes, como el jumpscare. Pese a ello, debemos reconocer que el lente con el que observamos la historia de Julia es aquel que generalmente solemos ignorar cuando se trata de historias tangibles; historias en las que acciones como el gaslighting pueden tener resultados fatídicos.

Por Juan Rodríguez

Soy Licenciado en Comunicación por la Universidad Anáhuac Puebla, fanático del cine, redactor SEO y creador de contenido. Mi pasión por el séptimo arte nació desde muy temprana edad, cuando descubrí que todos tenemos el poder de conectar con otros de formas completamente inesperadas a través de una mezcla y fotogramas; algo que hoy solemos llamar cine.