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Ayer el mundo recordó la conexión vital entre la naturaleza y la humanidad pues, como cada 22 de abril desde 2009, se celebró el Día Internacional de la Madre Tierra. Resulta paradójico que la humanidad requiera de un día en especial para recordar que ella también es parte de la naturaleza y producto directo de la Madre Tierra.

El 22 de abril es un buen momento para recordar que de ninguna manera nos debemos sentir el pináculo de la evolución con la autorización de extinguir especies biológicas enteras y acabar con los ecosistemas de regiones completas; aunque tengamos la capacidad de hacer tales atrocidades, son crímenes -estos sí- que no quedarán impunes.

El Día Internacional de la Madre Tierra es un recordatorio poderoso de la importancia crítica de preservar nuestro hogar planetario y de promover la armonía con la naturaleza. Esta fecha busca sensibilizar a la población mundial sobre los desafíos ambientales que enfrentamos y fomentar acciones concretas para proteger el medio ambiente.

En el contexto actual, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad son dos de los mayores desafíos ambientales a los que nos enfrentamos a nivel global. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse drásticamente para limitar el calentamiento global a 1.5°C y evitar impactos catastróficos en los ecosistemas y comunidades humanas en todo el mundo. Los especialistas apuntan que tenemos solamente un par de años para asumir políticas públicas urgentes y poder retrasar nuestro arribo al punto de no retorno en materia ambiental.

En México, la situación ambiental presenta desafíos significativos. El país alberga una increíble diversidad biológica, pero también enfrenta amenazas graves, como la deforestación, la contaminación del aire y del agua, la sobreexplotación de recursos naturales y la pérdida de hábitats clave. Según datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), México es uno de los países más megadiversos del mundo, pero también está entre los diez países con mayor pérdida de esta biodiversidad.

En el estado de Morelos las tendencias son las mismas. A pesar de ser uno de los estados más pequeños del país, alberga una rica diversidad de ecosistemas, que van desde bosques templados hasta selvas tropicales. Sin embargo, la urbanización, la agricultura intensiva y la contaminación están ejerciendo una presión creciente sobre estos ecosistemas. Aquí la deforestación y la degradación de los suelos son problemas urgentes que requieren atención inmediata.

Las consecuencias de nuestros descuidos ya los estamos viviendo y solo quien haya vivido bajo una piedra durante las dos últimas décadas podrá pensar que se exagera.

Resulta crucial que se promuevan acciones a todos los niveles para proteger y restaurar la salud de nuestros ecosistemas. Esto incluye la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, la protección de áreas naturales protegidas, la promoción de energías limpias y renovables, y la sensibilización pública sobre la importancia de la conservación ambiental.

Si, por un lado el Día Internacional de la Madre Tierra nos recuerda que todos somos parte de un sistema interconectado y que nuestro bienestar depende de la salud y la vitalidad de la Tierra, por otro, es un testimonio de lo mal que hemos atendido nuestra responsabilidad de mantener la casa limpia y saludable por el bien de todas las especies y de las futuras generaciones humanas.

La humanidad del siglo XXI ya está pagando las consecuencias de los descuidos de la humanidad de los dos siglos anteriores, ya no podemos fingir que no pasa nada pues estamos en la cuenta regresiva del año 0, cuando terminemos de convertir a nuestra amorosa Madre Tierra en la odiosa madrastra del cuento; lo más probable es que muchos de nosotros lo alcancemos a vivir y, nuestros nietos, a padecerlo como parte normal de sus vidas.