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DAVOS Y MÉXICO

Vicente Arredondo Ramírez *

Del 15 al 19 de este mes de enero se realizó la edición número 54 del Foro Económico Mundial (WEF), conocido coloquialmente como el Foro de Davos, por ser ese pueblo ubicado en los Alpes suizos en donde tiene lugar, desde el año 1971. La iniciativa formal de la creación de este evento fue de Klaus Schwab (1938), ingeniero y economista alemán, con la intención de fortalecer al mundo capitalista, bajo una nueva visión que proponía que las empresas deberían no sólo atender la agenda de sus accionistas, sino la de todas las personas relacionadas con su quehacer, como los empleados, los proveedores y clientes, así como la atención a la problemática de la comunidad y del medio ambiente. Esta aproximación de fortalecimiento del capitalismo se le llamó la “stakeholder theory”.

El Foro convoca a presidentes de países, líderes de empresas transnacionales, académicos, activistas de organizaciones sociales, periodistas y a todo aquel que pueda pagar los gastos obligados y necesarios para poder participar. Este año se estima que participaron alrededor de 3,000 personas.

El eje temático que se eligió para el intercambio de ideas y experiencias para el encuentro de este año 2024 fue el de “Reconstruir la confianza”, en razón de la preocupación mundial sobre cómo enfrentar de mejor manera los grandes riesgos actuales de la inseguridad global, el insuficiente crecimiento económico, el descontrolado desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y las múltiples afectaciones por el cambio climático.

Foros internacionales de carácter privado en Occidente para reflexionar sobre temas globales, validar tendencias, y marcar agendas son realmente pocos. Los dos más conocidos son quizá, este Foro de Davos, y el Club Bilderberg (Leiden, Países Bajos, 1954), este último tuvo como propósito original el de vincular a lideres de Europa y Estados Unidos, y actualmente opera sobre invitación. Aunque con la misma intención de construir agendas comunes de interés global, son cosa aparte los foros internacionales gubernamentales multilaterales que sobre diversos temas son convocados por las diversas agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Hay mucho que analizar sobre el impacto que tienen estos foros internacionales, los privados y los gubernamentales, sobre lo que sucede en el mundo, y específicamente, en el mundo Occidental. Para hacerlo, se requeriría tener una radiografía muy clara de cómo se generaron las premisas y reglas del “orden mundial” en el que aún estamos viviendo, y cómo se están construyendo las del nuevo orden que está en gestación. La pregunta va más allá de un interés de investigación académica. Es una pregunta que debería relacionarse directamente con la razón personal y colectiva de estar y permanecer en esta vida. Una reflexión derivada de esto es preguntarnos, si nosotros somos los que definimos nuestra forma de vivir, las necesidades a satisfacer y los modelos deseables a imitar, o son otros los que lo hacen, mientras que nosotros simplemente vivimos conforme a lo que unos pocos en el mundo determinan lo que debemos ser, pensar, querer, hacer y sentir.

En el marco del Foro de Davos del que hablamos, ¿estamos de acuerdo sobre las prioridades temáticas que justifican el encuentro de este año, o nosotros fijaríamos otras, si es que nos preguntaran?, ¿podemos anticipar en qué medida lo ahí presentado y discutido influirá en la toma de decisiones de jefes de gobierno, de empresas transnacionales, de elaboración de contenidos y narrativas por parte de universidades y medios de comunicación?, ¿creemos que los asistentes a ese evento realmente deliberan sobre lo que es mejor para todo el mundo, o simplemente van conocer consignas, para luego esparcirlas en sus propios países y lugares de influencia?

Se comenta en los medios de comunicación corporativos de nuestro país que es una pena que de México sólo asistieron un representante de la Secretaría de Relaciones Exteriores, tres gobernadores estatales (Baja California, Sonora y Yucatán) y una veintena de empresarios mexicanos. ¿Ese hecho realmente nos deja fuera de la historia y del concierto internacional en materia de toma de decisiones sobre el futuro inmediato de la humanidad?

Los primeros análisis críticos de lo planteado en el Foro de este año señalan que los países sólo tienen dos caminos a seguir: a). Reforzar el “status quo” internacional que ha estado vigente de la posguerra a la fecha, haciendo sólo los ajustes necesarios para disminuir la inequidad, marginación y pobreza generalizada en el sur global, y que ahora también empieza a contaminar al norte global, con la consecuente inseguridad que esto provoca, o bien, b). desatendernos del tema y dejar que la creciente extrema derecha radical en lo económico y en lo político controle a nuestros países (este año 4,000 millones de personas podrán votar en elecciones) y nos lance a situaciones inimaginables en lo interno, y en la relación con otros países. En México, en efecto, tendremos elecciones que, tanto en la narrativa del miedo, como en la de la esperanza, se califican como históricas. ¿Será?

Lo cierto es que en lo que vamos del proceso electoral nada indica que los actores políticos estén preocupados por lo que sucede en el mundo. ¿Será acaso porque creemos que en México, sus gobiernos, sus empresarios, sus académicos, y sus ciudadanos somos inmunes a los cambios globales?

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.