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En un mundo cada vez más interconectado, la búsqueda de la paz social se ha convertido en un objetivo primordial para las naciones. México, con su rica historia y compleja estructura socioeconómica, no es una excepción. Aquí, el desarrollo económico emerge como un elemento clave, no solo para el crecimiento del país, sino también como un vehículo esencial para alcanzar la anhelada paz social. Es fundamental reconocer el papel de las políticas públicas en este proceso, especialmente en un contexto donde una gran parte de la población se encuentra inmersa en la economía informal, enfrentando carencias sociales significativas.

El desarrollo económico, entendido no solo como el crecimiento del PIB sino como la mejora en la calidad de vida de la población, es un precursor necesario para la estabilidad y la paz. En México, este desarrollo debe ser abordado desde múltiples frentes, siendo uno de los más críticos el impulso de políticas públicas enfocadas en el crecimiento económico y la generación de empleo. Estas políticas no solo deben buscar la expansión económica, sino también asegurar que los beneficios de tal crecimiento sean inclusivos y equitativos.

Una de las mayores problemáticas que enfrenta México es la extensa economía informal. Según datos del INEGI, más de la mitad de la población económicamente activa participa en este sector, el cual se caracteriza por su baja productividad y, en muchos casos, por condiciones laborales precarias. Esta situación perpetúa la pobreza y limita el acceso a servicios básicos, como la salud y la educación, exacerbando las desigualdades sociales y económicas.

Para contrarrestar esto, es imperativo que las políticas públicas se enfoquen en la formalización de estos empleos. Esto no solo implica una mayor recaudación fiscal, sino también el acceso a derechos laborales para una gran parte de la población. Además, la educación y capacitación laboral deben ser vistas como herramientas clave para mejorar la empleabilidad y productividad de los trabajadores, preparándolos para los desafíos del mercado laboral moderno.

Otra área crucial es la inversión en infraestructura y tecnología. Estas inversiones no solo generan empleo, sino que también mejoran la eficiencia y la competitividad de la economía mexicana. La conectividad digital, por ejemplo, puede abrir nuevas oportunidades para las pequeñas y medianas empresas, permitiéndoles acceder a mercados más amplios y diversificar sus ingresos.

Asimismo, es vital abordar la corrupción y mejorar la eficiencia del gasto público. La corrupción no solo desvía recursos esenciales, sino que también erosiona la confianza en las instituciones y en el sistema económico, aspectos fundamentales para el desarrollo sostenible y la paz social. Una mayor transparencia y rendición de cuentas son pasos necesarios para fortalecer la confianza ciudadana y asegurar que los recursos se destinen efectivamente al desarrollo económico y social.

Finalmente, no se puede ignorar la importancia de un enfoque inclusivo en el desarrollo económico. Esto significa reconocer y abordar las necesidades específicas de los grupos vulnerables, incluyendo mujeres, indígenas y jóvenes, quienes a menudo enfrentan barreras adicionales en el mercado laboral. Políticas que promuevan la igualdad de oportunidades y combatan la discriminación son esenciales para construir una sociedad más justa y pacífica.

El desarrollo económico es un pilar fundamental para la paz social en México. A través de políticas públicas bien diseñadas y ejecutadas, enfocadas en la generación de empleo, la formalización del sector informal, la inversión en educación y tecnología, y el combate a la corrupción, se pueden sentar las bases para un crecimiento inclusivo y sostenible. Solo así, México podrá avanzar hacia un futuro donde la paz y el bienestar social sean una realidad para todos sus ciudadanos.

*Profesor de El Colegio de Morelos

Fuente: Elaborado con Inteligencia Artificial