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En septiembre de este año, la revista Science publicó un importantísimo artículo sobre el negocio de los cárteles y la violencia que generan en México (Reducing cartel recruitment is the only way to lower violence in Mexico, de R. Prieto-Curiel, G.M. Campedelli y A. Hope). Este artículo es importante por muchas razones, pero una de ellas es porque muestra una radiografía cruda y cruel de la realidad que han impuesto los grupos criminales en México y que el gobierno de la 4T ha permitido. Basándose en modelos matemáticos sofisticados y muy bien fundamentados, los autores del artículo llegan a las siguientes dos conclusiones principales: Primero, los cárteles de la droga representan la quinta “empresa” empleadora de México, con aproximadamente 170 mil trabajadores activos (jefes de plaza, sicarios, halcones, vendedores, productores, transportistas, etc.); Segundo, la única forma de reducir la violencia generada por los cárteles es evitar que sigan reclutando trabajadores. Desde mi punto de vista, la contribución principal de este trabajo es haber estimado el tamaño de las organizaciones criminales que operan en México. Debido a la naturaleza clandestina e ilegal de estas organizaciones y de sus negocios, es muy difícil saber a ciencia cierta cuántas personas están involucradas en el crimen organizado. Sin embargo, gracias a las matemáticas y la genialidad de los investigadores que realizaron este trabajo, podemos entender la magnitud del problema y de la cantidad de “abrazos” que tenemos que repartir por todo el país: ¡170 mil!

La segunda conclusión es una consecuencia natural de tener a tantas personas involucradas en un negocio ilegal y extremadamente violento. ¿Pero cómo evitar que los cárteles sigan reclutando trabajadores? El investigador R. Prieto-Curiel, autor principal del artículo de Science, al ser entrevistado en diversos medios de comunicación, no tiene la respuesta a esta pregunta.

Sin embargo, existe un trabajo previo basado también en modelos matemáticos, cómputo de alto rendimiento y física estadística, en el cual se llega esencialmente a la misma conclusión de que la forma más eficiente para detener la violencia en México es evitar que los ciudadanos se conviertan en criminales. Dicho trabajo fue realizado en la UNAM y publicado en noviembre del 2022 en la revista Scientific Reports (Modeling the role of police corruption in the reduction of organized crime: Mexico as a case study, de A. Aldana, H. Larralde y M. Aldana). A diferencia del artículo publicado en Science, en el trabajo publicado en Scientific Reports sí se plantea una posible estrategia para evitar el reclutamiento por parte de los cárteles. Se trata de hacer valer la ley y restaurar el respeto que los ciudadanos deben tener hacia las fuerzas del orden y las instituciones de procuración de justicia.

En el trabajo realizado en la UNAM, se demuestra con datos tomados de diferentes fuentes (INEGI, SSP, Semáforo Delictivo), que la criminalidad a lo largo y ancho del país no está correlacionada con la pobreza sino con la falta de respeto a las autoridades. No se trata de darle dinero a los pobres, sino de lograr que todos los ciudadanos, ricos y pobres, respeten la ley a las autoridades. Desde el punto de vista criminológico, los ciudadanos pueden agruparse en tres categorías: (1) Los que nunca van a violar la ley por sus principios éticos y molares; (2) Los que no violan la ley por temor a ser capturados pero que lo harían si ven la oportunidad de escapar sin consecuencias; (3) Los criminales que cruzaron la línea y ya violaron la ley. En un estudio llevado a cabo por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM se revela que cerca del 30% de los ciudadanos están en la segunda categoría, es decir, que violarían la ley si consideran que pueden salirse con la suya sin ser atrapados. ¿Qué es lo único que detiene a estos ciudadanos de no convertirse en criminales? Precisamente el temor de ser atrapados, es decir, el respeto a la ley, a las fuerzas del orden y a las instituciones de procuración de justicia. ¿Pero qué pasa cuando dicho respeto se pierde? ¿Qué pasa cuando un presidente minimiza nuestras leyes diciendo “no me vengan con que la ley es la ley” y ataca sistemáticamente a la Suprema Corte diciendo que son una bola de corruptos, que todo el sistema judicial está podrido? ¿Qué pasa cuando un presidente pregona abrazos para los criminales, autoproclamándose como “humanista”, en lugar de juzgarlos por los crímenes atroces que han cometido? ¿Qué pasa cuando un gobierno cree, equivocadamente y en contra de la evidencia científica, que la pobreza es la causa principal de la criminalidad y entonces se dedica a repartir dádivas entre el pueblo sabio en lugar de fortalecer con autoridad a las fuerzas del orden y las instituciones de procuración de justicia?

Las consecuencias de esta política miope, desinformada y carente de fundamento científico, las estamos viviendo todos los mexicanos al tener 170 mil “empleados” activos en los cárteles de la droga y el crimen organizado, más de 150 mil asesinatos (reportados) en cinco años, robos, extorsiones y desapariciones cada día, territorios de México en los cuales turistas ya no pueden transitar con seguridad (ni siquiera encuestadores de Morena), y los cárteles creciendo no sólo en tamaño sino en poder armamentista, político y social.

La relevancia de artículos científicos como el de Science o Scientific Reports no solo radica en la radiografía cruda y cruel que muestran de la sociedad, sino también en que las matemáticas no mienten. Los políticos sí.

*Investigador del Instituto de ciencias Físicas de la UNAM en Cuernavaca.