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Musk y Bolsonaro

 

En días pasados Miguel Ángel Izquierdo me compartió amablemente un enlace que aborda el desafío que hace el magnate Elon Musk a la justicia brasileña, de su relación que tiene con Jair Bolsonaro y la extrema derecha. Eso me ha dado la oportunidad o el pretexto de hablar de este diferendo, que se ha vuelto tema de conversación en las redes sociales —sobre todo en Sudamérica— en estos días.

El disputa entre Elon Musk y la justicia brasileña comenzó este mes de abril, cuando el Supremo Tribunal Federal de Brasil ordenó una investigación a la plataforma X, la red social de Musk, la cual es parte central de una investigación relacionada con una red de personas de extrema derecha conocida como milicias digitales, que supuestamente difundieron noticias falsas difamatorias y amenazas (shre.ink/8GPo); la autoridad solicitó que X eliminara dicho contenido considerado desinformación y porque interfería en los procesos electorales municipales a efectuarse en octubre del año que corre, pero también la conminó a bloquear las cuentas generadoras de contenido falso. Las medidas judiciales tocan a varias cuentas de alto perfil, entre los que se encuentran aliados del otrora presidente Jair Bolsonaro.

Elon Musk no le gustó eso y criticó públicamente las decisiones judiciales: las calificó de censura y un atentando contra la libertad de expresión y dio a entender que no acatará la orden judicial, por lo que el ministro Alexandre de Moraes emprendió una investigación para examinar las acciones de Musk en relación con los delitos de obstrucción a la justicia, organización criminal e incitación al crimen. El ministro señaló que los mensajes posteados de Musk constituyen una «campaña de desinformación» que induce a la «desobediencia y obstrucción a la justicia», Se acusa a Musk de que sus acciones interfieren potencialmente en el panorama político de Brasil y promueven opiniones extremistas, lo que podría conducir a una mayor radicalización de la misma justicia.

Además, el ministro Moraes impuso una multa diaria de 100 mil reales por perfil (cerca de 20 mil dólares) si desobedece cualquier orden judicial y reactiva perfiles bloqueados por el Tribunal Superior Electoral, aunque no se sabe con precisión cuántas cuentas estarían en esa situación. Musk declaró en sus publicaciones que su plataforma no cumpliría las órdenes de la justicia brasileña relacionadas con el bloqueo de perfiles.

En ese contexto, en días pasados Elon Musk no tuvo empacho en exponer su vínculo con la extrema derecha brasileña al hacer una teleconferencia con Jair Bolsonaro, a quien se acusa de ser el autor intelectual de mucha de la información falsa que circula en las redes sociales, cuestión que vino a ponerle más gasolina al fuego. Pero lo real es que diferendos como este llevan a poner de relieve algunas consideraciones:

* Elon Musk sobresale por sus exabruptos, sus imposturas, de sus innovaciones revolucionarias, que ha desembocado en un desaforado culto por parte de hordas de seguidores que lo ven como la quintaesencia del creador y del inventor, del revolucionario con una mirada puesta en el devenir humano y que por lo mismo le celebran cualquier acción que emprenda. Si bien sus acciones tienen efectos políticos, en ocasiones como está más orientado hacia el lado derecho del espectro político, él se ha definido a lo largo del tiempo como ecléctico. Sus opiniones lo mismo pueden verse como progresistas que retrógradas. En algún momento Musk se autodefinió como «socialista» y como «independiente y moderado, pero económicamente de derecha» (shre.ink/8GPB).

Por ejemplo, ha sido crítico con el expresidente Donald Trump antes de las elecciones e incluso señaló que «probablemente no era la persona adecuada» para el cargo presidencial debido a su carácter. Siendo presidente Trump invitó a Musk a unirse a su consejo asesor, aunque posteriormente Musk renunció cuando el presidente retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Por otra parte Musk apoyo económicamente a Andrew Yang en las elecciones presidenciales de 2020, siendo que éste es acérrimo defensor de la Renta Básica Universal, una idea considerada de izquierda. Pero no ha dudado en reunirse con personas de derecha como en 2023 cuando se entrevistó con integrantes del partido Hermanos de Italia en Roma, lo mismo ha hecho recientemente al reunirse con el presidente argentino Javier Milei, hablando que entre ellos hay un «bromance» después de que mutuamente se han aventado cebollas en las redes sociales.

* Musk, como todo capitalista, más que estar inclinado hacia una postura de izquierda o derecha es el claro reflejo de que su interés fundamental está en asegurar la reproducción de su capital. En tal sentido, no por mucho zapatear en su diferendo contra la justicia brasileña quiere decir que llegará hasta las últimas consecuencias y no se moverá de su postura, ya que si económicamente su plataforma X es bloqueada o se le impide seguir operando en Brasil no durará en acatar las medidas, aunque se trague sus palabras e imposturas.

* El tema de la circulación de contenidos falsos en las redes sociales es un aspecto que se ha acelerado en los tiempos recientes. 2016 fue el año que las redes sociales confirmaron que habían perdido la inocencia, primero con el referéndum del Brexit (que llevó a la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea) y posteriormente con las elecciones de Estados Unidos que llevaron a la presidencia de ese país a Donald Trump. Pero mal hacen quienes ven que las fuerzas de derecha o ultraderecha son las únicas que usan las redes sociales para desinformar y sacar raja en los procesos electorales.

Hoy tanto la derecha como la izquierda usan las redes sociales para difundir contenidos falsos y manipular los procesos electorales. No obstante, sí es de reconocer como dice Jen Schhradie (The Revolution That Wasn´t) que la derecha ha demostrado una mayor comprensión y eficacia en el uso de las redes sociales para influir en la opinión pública. Ejemplos a escala mundial incluyen la derecha interpretando mejor el funcionamiento de las redes sociales, como se evidencia en la manipulación de contenidos en la red como dice el inglés Government Communications Headquarters, sin soslayar la influencia de gobiernos de diversas naciones en procesos electorales de varios países. La derecha ha sabido aprovechar la hiperemocionalidad y polarización generada por las redes sociales, lo que le ha otorgado una ventaja con respecto a la izquierda en la difusión de desinformación y propaganda.

La situación que actualmente se vive en Brasil con X forma parte de una estrategia global que usan diversas fuerzas (de derecha e izquierda y/o populismos al por mayor) para socavar las democracias y las instituciones democráticas. Brasil como muchas otras naciones se plantean regular las plataformas digitales para que no influyan en los procesos electorales y apelando a sus marcos normativos para hacer que firmas de tecnológicas que operan en su territorio se sujeten a las leyes y regulaciones locales. Pero cada gobierno en turno, dependiendo el color, apunta a regularlas en uno u otro sentido.

Pero lo que es un hecho es que los tiempos que corren no son momentos para chuparse el dedo y pensar que en un lado del espectro político de la red se encuentran los buenos y el otro los malos. La red solo es reflejo de las «sucias» disputas y luchas que se dan entre diversos actores por posicionarse e influir en las elecciones para colocar sus agendas y alcanzar el poder.

@tulios41