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OPINOLOGIA

 

Kelia anda por el mundo como si las opiniones que emiten los otros fueran verdades absolutas e incuestionables, dejándose principalmente llevar por los influencers de TikTok e Instagram de los que, por supuesto, primero en coma o muerta antes que ponerle like a las publicaciones más recientes. Los videos digitales actúan en ella a manera de un GPS de conducta personal. Veamos en qué orden se ubican: Las recomendaciones de Sasha le surten su closet de ropa; las de Imanol establecen su menú de la semana; para diversión no existe consejo más atinado que el video semanal de Jordana; sin menoscabo de las advertencias de Pau Pau, la auténtica reina de la noche cuando de los lugares para consumir cocteles sin peligro se trata. En cine, lo que más aborrece es quedarse dormida en la función y que su amiga se termine sus palomitas, así que se asesora con Sebastián para escoger su película. Quedó contrariada el mes anterior porque el influencer cinéfilo presentó dos opiniones opuestas acerca de Dune 2. Decidió por lo tanto retormar las riendas de su vida y de sus decisiones aprovechando el hecho de que, a su lista, le faltaba encontrar al experto juvenil en materia de zapatos. Esta situación no se había dado por falta de buscar la voz acorde a su personalidad, sino más bien que sus gustos, en sí muy eclécticos, requerían encontrar a su otro yo en esta materia. Decidió por lo tanto abrir su blog “Caminar a pasos seguros con Kelia” en el que vertía comentarios escritos sobre el uso de calzado para cualquier situación, acompañado de un video breve con fines publicitarios para financiar su medio. Por si no me creen, acudan a las tiendas y experimenten las texturas disociadas de la corriente ecológica actual con precios pertenecientes a otra galaxia económica, comentó Kelia en su video de lanzamiento. Para su primera aparición filmada, compró pares de estilos y colores distintos: zapatillas, tenis urbano y sandalias, que fueron modelados por su Kendra, ansiosa de robarle cámara a su hermana mayor y quedarse con el calzado a modo de pago por su prestación.

Al medio día siguiente, Kelia consultó los resultados contabilizados en su blog: cincuenta consultas, veintitrés menciones, ningún compartir y cuatro comentarios agregados. ¿Cuándo seré famosa? se preguntó Kelia decepcionada por los números obtenidos. Podría decirse que mi video tuvo éxito, aunque nadie lo haya compartido. Calculó la suma que tendría que invertir en redes para promoverlo, incluyendo la compra de perfiles falsos, antes de sumirse más en su decepción.

Entre los comentarios recibidos, destacaba uno amplio firmado por las iniciales de P.I.B. Kelia dedicó la tarde a investigar la identidad de la persona, quien se identificaba con un dibujo de águila, por la calidez de su comentario en lugar de criticar los modelos de zapatos escogidos como los tres anteriores: “a mí me gustan los zapatos que puedo comprar, no los que quisiera robarle a mi tía de Los Ángeles”; “¿Por qué no pones balerinas y chanclas rosas de peluche?”; “¿Es un video para tu mamá o pensaste en tus amigas ridículas?”

“A mí me encanta tu selección. Noto que tienes buen gusto. Si necesitas que te apoye en tu próxima realización, cuentas conmigo”. Ganarse la estima de Pablo I. Barroco era sin duda su mayor logro del día. Me muero de ganas de conocerlo. Ahora sí el éxito es mío.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM