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El tigre, como el lobo malo del cuento. La defensa de la comunidad y sus rebaños. En Tetelpa celebraron 130 años de convocar a tigres, perros, curanderas, patriarcas y campesinos para escenificar la confianza en la fuerza de la comunidad unida en contra de las amenazas que se ciernen en su contra.

Los Tecuanes de Morelos son similares que los de Puebla, Guerrero, Veracruz y a los del Estado de México, pero no son completamente iguales: en cada región la danza y los recitativos en náhuatl se ha ido modificando a lo largo de los años y el encuentro sirve para comparar destrezas y presumir innovaciones entre pares.

Desde hace años son una gran familia y, como tal, cuando se reúnen, hay fiesta. La mayoría se conoce bien pues los encuentros periódicos, para ésta y otras celebraciones, superan las distancias. Pero los problemas sí que los comparten y, con ellos, también son partícipes de la misma solidaridad y empatía que nacen entre las víctimas de los males en común.

Y que se reúnan familias de diversos estados, además, le va bien a los Tecuanes que, originalmente narraban la unión de los chichimecas con los zapotecas que, juntos, salieron a hacerle frente al tigre, al diablo y a cualquier representación del mal y de los problemas que no dejan dormir en paz al pueblo.

Más allá del folclore y de la estampa costumbrista, los Tecuanes son la representación de la fuerza de la comunidad en contra del “más poderoso”, ya sea persona o animal -pues eso significa “tecuán”- y es por eso que, en ocasiones, se deja ver por ahí uno que otro diablo.

No solo es hacer prevalecer el bien sobre el mal, es la superación de las adversidades a partir de la unidad entre los vecinos, un matiz que se pierde en estos tiempos de superhéroes y personalidades que quieren aparecer como únicas e individuales, aisladas de la colectividad.

Debemos aprender mucho de los Tecuanes, de su paciente fortaleza que logra imponer control a lo que parecía el caos, que consigue unir a la comunidad en contra de lo que amenaza a todos. Y que logran hacer, de su lucha, arte admirable que nos hermana -en una comunidad aún más grande- con nuestros estados vecinos, con su gente y sus corazones.

Larga vida a los Tecuanes.