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Ahora que el COVID parece estar en retirada, una enfermedad que teníamos identificada desde hace décadas parece haber cobrado nuevos bríos y mayor peligrosidad. Se trata del dengue, que tiene muy preocupadas a la mayoría de las autoridades de salud en México.

Antes de 1970, en todo el mundo, solo nueve naciones habían sufrido epidemias graves de dengue; hoy ya es endémica en 100 países. Según la Organización Mundial de la Salud, en las últimas décadas ha aumentado “enormemente” la incidencia del dengue en el mundo: los casos registrados por la OMS pasaron de poco más de medio millón, según los primeros reportes, a 5 mil 200 millones en 2019. Y el año pasado se presentaron casos graves en algunos países de Europa en donde la enfermedad era desconocida en el 2021.

No hay que olvidar que los casos más graves del dengue pueden causar la muerte y que no hay una cura probada y aceptada por la comunidad científica, por lo que solamente se tratan los síntomas.

Actualmente se producen 390 millones de infecciones por el virus del dengue mundialmente, de las cuales 96 millones se manifiestan clínicamente. Se calcula que hay 3 mil 900 millones de personas que corren riesgo de infectarse por los virus. Y sí, México es ya unos de esos 100 países en donde es endémico este mal, causado por los mosquitos Aedes aegypti (Ae. aegypti) y, en menor medida, por el Ae. Albopictus, que también son los vectores de los virus de la fiebre chikunguña, la fiebre amarilla y el zika.

En México el panorama es preocupante: en el 2021 se registró un aumento de más del 50 por ciento con respecto al año anterior, y en la presente anualidad los casos han aumentado 198 por ciento con respecto a 2022.

En nuestro estado, en la pasada semana epidemiológica, la 28, se tenía registrado el triple de casos que la misma semana del año anterior.

Una de las estratagemas de la enfermedad es que una gran parte de los contagios pueden ser asintomáticos o, cuando se manifiesta y es detectado, presentar síntomas leves, lo que puede ocasionar que la gente se confíe, pero puede suceder que esa infección “leve” se complique al término de un par de semanas y ocasione desde hospitalizaciones hasta la muerte; también se ha demostrado que un ser humano puede contagiar a un mosquito de dengue y éste inocularlo a otra persona en quien podría no ser tan benigna la enfermedad.

Para acabarla, se han identificado cuatro serotipos del virus que no se inmunizan entre ellos, es decir, que una persona puede enfermarse cuatro veces de dengue y, lo peor, es que en cada recaída la enfermedad resulta más agresiva.

A pesar del panorama de película de terror, OMS nos recuerda que “los riesgos de contraer el dengue también dependen de los conocimientos, la actitud y las prácticas de la población frente a la enfermedad, así como de la ejecución de actividades sistemáticas de control vectorial de forma sostenible fuera de los establecimientos de salud”, lo que, en términos llanos, significa que más vale prevenir que lamentar: evitar la creación de criaderos de mosquitos y usar repelente, que se oye sencillo, pero las cifras demuestran que no lo es en la práctica, pues se necesita cultura cívica, como evitar los tiraderos de cacharros o no permitir que se hagan charcos en zonas sombreadas, sobre todo en época de lluvias.

Por lo pronto, y aunque suene a broma, puede usted dormir tranquilo: los mosquitos que contagian el dengue y otras enfermedades solo trabajan de día.

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