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(Segunda parte)

 

Uno de los elementos fundamentales para entender la caída de Victoriano Huerta y de su gobierno, fue la decisiva participación del ejército zapatista. Sin embargo ésta fue una lucha que, tanto las tropas del Ejército Libertador del Sur, como los pueblos de Morelos sufrirían, esto debido principalmente a la táctica de tierra arrasada adoptada por Juvencio Robles para acabar con las bases de apoyo del zapatismo. La táctica del gobierno federal obligó a los zapatistas a replegarse a la periferia del estado optando por la guerra de guerrillas.

Con los ejércitos federales derrotados en todos los frentes y con la huida de Victoriano Huerta de México, una breve paz reinó en el territorio y los postulados de la Revolución y en el caso de Morelos del Plan de Ayala comenzaron a hacerse efectivos. La reconstrucción de Morelos comenzó después de los duros años en los que el ejército federal llevó a cabo la práctica de tierra arrasada. La Villa de Oaxtepec al contar con un gran número de manantiales no pasó por tantos problemas para restablecer la producción agrícola además de contar con un modesto número de habitantes para llevar a cabo dichas actividades.

Así como muchas de las estructuras de poder previas al movimiento armado desaparecieron, otras cobraron relevancia en lo que Adolfo Gilly llamó la Comuna de Morelos. En el almacén de granos de Oaxtepec hubo cambios de administrador y encargado. Esta persona debía gozar con el respeto y confianza de la comunidad para llevar a cabo esta actividad pues requería de responsabilidad para desempeñarse. La persona elegida para desempeñar el cargo fue el joven Pedro García Espinoza, de 26 años. Desde dicho puesto no solo resguardó las cosechas de Oaxtepec sino que, por testimonios de quienes vivieron en esa época, sabemos que Pedro se comprometió con la causa suriana proveyendo en la medida de sus posibilidades suministros para el Ejercito Libertador del Sur. Gracias a este puesto, Pedro García gozó de una alta estima entre los habitantes de Oaxtepec así como por parte de las autoridades zapatistas quienes veían en él un elemento importante para la logística del movimiento “Un ejército marcha sobre su estómago”.

Gilly señalaba que “el carrancismo y su jefe militar, Obregón, eludían combatir en dos frentes no solamente por razones de debilidad militar. También porque su debilidad social todavía era grande, el tumulto de la revolución campesina continuaba…” dando prioridad a acabar a la División del Norte. Con las estrepitosas derrotas y la casi aniquilación sufrida por Francisco Villa a manos de Obregón, Carranza pudo concentrarse en el otro enemigo que representaba un serio obstáculo para poder erigirse como principal jefe de la Revolución: el zapatismo. Encomendando estas órdenes al general Pablo González Garza iniciando el cerco del estado de Morelos.

Cuando los carrancistas tomaron la plaza de Tlayacapan, el ataque a Oaxtepec era ya inminente. Sin embargo, este se produjo sin combates. Durante la ocupación de Oaxtepec por parte de las tropas de Pablo González el ayudante municipal que se había convertido en informante de los carrancistas dio una serie de nombres de personas de la comunidad que aún seguían apoyando a los zapatistas, entre la serie de nombres dados a las autoridades constitucionalistas se encontraba el de Pedro García Espinoza por lo que él junto con demás personas fueron hechos presos a altas horas de la noche y llevados a la iglesia que fungía como cuartel de los constitucionalistas. Prisioneros este grupo de personas, fueron sometidos a un sinnúmero de torturas con tal de obtener información importante que condujera a la detención, captura o muerte de Zapata y los demás líderes surianos. El profesor Felipe García Nolasco, hijo de Pedro García Espinoza, recordaba cómo muchos años después de la Revolución, su padre contó las torturas a las que fue sometido, entre las que destaca haber sido golpeado con las culatas de los rifles además de ser colgado de una cuerda y sometido a simulacros de fusilamiento en la sacristía de la iglesia la cual fungía como sala de torturas.

Al no obtener ningún tipo de información, el jefe encargado de la plaza decidió fusilar a los prisioneros, sin embargo, antes de dar las ordenes, un ataque sorpresa a cargo de los zapatistas fue llevado a cabo sobre Oaxtepec para liberar la población. Este provocó la huida de las tropas constitucionalistas destacadas en este pueblo y de igual forma ayudó a que las personas que en ese momento se encontraban cautivas pudieran salvar la vida.

*Historiador