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Las zonas urbanas, también conocidas como “ciudades”, son conglomerados de personas que decidieron comprar, construir o rentar sus casas, negocios, escuelas, hospitales, centros financieros y espacios recreativos, en regiones muy localizadas del planeta. A diferencia de pueblos o comunidades, las ciudades se caracterizan por una alta densidad de habitantes y no tener producción agrícola ni ganadera. Consisten sólo de habitantes que viajan frenéticamente de un lado a otro para cumplir con sus obligaciones familiares, laborales y algunas veces, recreativas.

Recientemente los gobernantes de la CDMX informaron que habrá escasez de agua en la Ciudad de México y sus alrededores. Hace menos de dos años el problema de escasez de agua se dio en Nuevo León a tal grado que bombardearon nubes para provocar lluvia. En nuestro planeta abundan el agua, la comida y los recursos naturales en cantidades suficientes como para satisfacer plenamente a cualquier habitante de la Tierra. Deberíamos vivir tranquilos y sin preocupaciones, pero, a lo largo de siglos, algunos seres humanos nos hemos organizado de forma tan ineficiente (por no decir estúpida) que existen zonas urbanas donde faltan el agua, la comida, el espacio y los recursos naturales.

El urbanismo no se trata sólo de construir viviendas chiquititas, sino de construir ciudades en las cuales los habitantes puedan tener una buena calidad de vida. Esto lo sabe cualquier arquitecto o ingeniero civil ya que llevan clases de urbanismo y psicología social. ¿Cómo es entonces que en México se han construido zonas urbanas done la gente vive muy mal? Horas en el tráfico para llegar al trabajo, la escuela o al cine. Inundaciones con aguas negras porque el drenaje se desborda. Baches en las carreteras que literalmente rompen la suspensión de los automóviles, y la frecuente escasez de agua potable, por mencionar sólo algunos problemas urbanos. Es común que en nuestras ciudades la gente esté enojada todo el día y todos los días sin saber por qué o contra quién, al grado de que un incidente de tráfico provoca asesinatos debido, en parte, a todo el rencor acumulado durante años de vivir en zonas urbana sin servicios, sin salud, sin educación, sin parques recreativos, sin buenas carreteras ni vías de comunicación, sin seguridad y todos apretados como sardinas en el transporte público.

La imagen que acompaña este artículo muestra dos zonas urbanas exactamente a la misma escala: Ciudad Netzahualcóyotl en la CDMX y Houston Texas en EE. UU. ¿Notan alguna diferencia? ¡Claro! Cd. Neza es una plancha de concreto sin árboles ni parques recreativos, las casas no tienen patios, las calles son muy angostas y la densidad de habitantes desborda la imaginación. La otra ciudad, Houston, está diseñada para que los habitantes tengan un nivel de vida agradable, con áreas verdes y lugares para hacer deporte, casas con jardines y calles amplias para salir a caminar. No se trata de ricos y pobres, sino de proyectos urbanos muy diferentes.

La escasez de agua, las inundaciones, el tráfico desquiciante, las multitudes en el transporte público, el estrés de los habitantes y la criminalidad en ciudades de México no son producto de las fuerzas de la Naturaleza ni de la voluntad divina, sino consecuencias en gran medida del urbanismo irresponsable que por décadas se ha permitido. En otros países como Dinamarca, Finlandia, Estados Unidos, y muchos más, prácticamente en cada colonia hay una escuela, un hospital, una cancha de básquetbol, de fútbol o de béisbol, una pista de patinaje o atletismo, una alberca pública, un río o un lago donde la gente puede nadar o remar, parques para acampar o simplemente rutas en la calle para andar en bicicleta o salir a correr. ¡Que diferente sería nuestro México si en cada ciudad se nos hubieran dado estas oportunidades! ¿Quién es responsable de construir conglomerados de cientos de casitas sin proveer los entornos recreativos, educativos y laborales más básicos? ¿Quién es responsable de la plancha de concreto en Cd. Neza y en tantos otros lugares de nuestro país?

Desde hace mucho tiempo los ingenieros y arquitectos saben la importancia de construir casas amplias y comunidades con espacios educativos, laborales, de salud y recreativos para disminuir el estrés y la criminalidad en la sociedad. ¿Por qué en México el desastre urbano, tan evidente a la vista de todos, ni siquiera se menciona? Tener jóvenes “cheleando” en una esquina tiene consecuencias muy diferentes a que si estuvieran jugando básquetbol. Alguien debería explicárselo a nuestros gobernantes para que entiendan que los problemas generados por este desastre urbano no se pueden resolver con becas ni dádivas sociales. Es necesario formular políticas eficientes de urbanismo que garanticen a los habitantes condiciones de vida satisfactorias, pero nadie parece estar pensando en este problema.

*Instituto de Ciencias Físicas, UNAM. Centro de Ciencias de la Complejidad, UNAM.

Fotos: cortesía del autor