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Hace unos días fui a ver una exposición: Mujeres de peso, al Centro de la Imagen en la ciudad de México. Un catálogo de imágenes que increpan al visitante, lo ponen contra la pared y lo cuestionan. Pero también mueve fibras internas. Acompaña la exposición un video con testimonios levantados por su autora, la mexicana Patricia Aridjis. Allí algunas de estas mujeres narran la discriminación, la violencia que han vivido, el señalamiento, el oprobio y al, final, su rebeldía.

Son como son.

Y uno se abre paso entre los pendones colgantes, entre los fotomurales y las obras en pequeño formato. Mujeres de espalda, entre cortinas de seda, en sillones, frente al espejo.

Escribe Paty Aridjis: en conjunto estas “mujeres de peso” cuestionan el delgadocentrismo que nos ha hecho creer que la delgadez es sinónimo de belleza, cuando en realidad invisibiliza la diversidad corporal en esa estereotipación del cuerpo.

De todas las imágenes que conforman esta muestra hubo una que marcó mi mirada. En ella, cuatro jóvenes mujeres nos miran desafiantes. Es de una plasticidad y movimiento que nos recuerda a las de pinturas Lucien Freud o de Francis Bacon. “Fue una sesión que empezó con una charla -me cuenta Paty Aridjis. Me hablaron de su vida cotidiana, de sus sueños, de sus placeres y de su voluntad por vivir sin miedo. Al final les dije: qué onda chavas se animan a un desnudo y así salió esta imagen: de sus palabras y ensoñaciones.”

Todo está allí.

Juan Jacinto Silva

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