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La Ley de Cultura y Derechos Culturales para Morelos ha sido promulgada por el Congreso del Estado hace ya varias semanas, para ser precisos el 6 de diciembre de 2023, con 17 votos a favor logrando unanimidad de los legisladores. No ha sido enviada al Ejecutivo. Fue aprobada pero no promulgada pues aún no se publica en el Diario Oficial “Tierra y Libertad” del Estado de Morelos. La dilación es explicable por el receso vacacional del Congreso pero los agentes culturales y artistas esperamos no haya dilación en su publicación porque esta Ley no puede ser entendida como un botín político. Es un instrumento que no tiene un color o bandera política aunque sería ingenuo no pensar que a quienes desatoren su promulgación y posterior puesta en marcha a través de un reglamento o reglas de operación se llevaría estrellita en la frente. Están por regresar los legisladores en los primeros días de febrero a sus actividades regulares y es necesario que se turne la Ley aprobada al Ejecutivo de manera inmediata.

Se tiene que publicar 5 días después de remitida al Ejecutivo y luego tendrá la Secretaría de Turismo y Cultura 180 días para elaborar y publicar el reglamento de la Ley. Nos llena de esperanzas contar con un instrumento jurídico que entienda la cultura de manera amplia y la ponga al fin en el lugar de importancia que requiere para el Estado de Morelos. Impulsada por el grupo Cultura 33+3, la Ley llevaba 10 años de ires y venires entre revisiones y voluntades políticas y el gran triunfo es que esté a un paso de ser promulgada.

Ante el clima electoral que es ya evidente, se exhorta a los políticos de todos los colores a no hacerla rehén de caprichos partidistas sino de entenderla como un verdadero motor de reconstrucción del dañadísimo tejido social de nuestro Estado. Bien comprendida, la cultura contribuye a que infancias y juventudes reciban un bálsamo que les permita mejorar su autoestima, su capacidad crítica, su sentimiento de estar incluidos pese a sus diferencias y un largo etcétera que está comprobado y avalado por la propia UNESCO. No sólo la distribución de bienes culturales sino la práctica artística a través de talleres de las distintas disciplinas se convierte en herramienta que sirven a nuestros conciudadanos para alcanzar un nivel de bienestar.

Un pueblo que no ha accedido a la cultura y por tanto (mucho menos se le ha acercado la posibilidad de la práctica artística como un pasatiempo) no puede verlo en su horizonte como parte de sus necesidades y tampoco lo entenderá como un derecho. Por ello lo que urge, de cara a las elecciones, es que las distintas fuerzas políticas y los candidatos que contienden para convertirse en gobierno, debieran no sólo no estorbar la publicación de la Ley sino urgir la elaboración y puesta en marcha de su reglamento para que el próximo sexenio ya haya entrado en vigor.

El gran reto para los próximos seis años, 2024 al 2030, debiera ser que nuestros conciudadanos accedan, más allá de las manifestaciones culturales tradicionales que ya se llevan en la sangre y pertenecen a la cultura viva comunitaria, al disfrute de bienes culturales como la lectura, las bellas artes (teatro, danza, música sinfónica y la no comercial, literatura, etc.), el cine de calidad (con énfasis en el mexicano), la memoria histórica y demás. Para ello se necesita de un plan de descentralización para que baje a nivel de cancha y realmente permee en la sociedad de modo que exista un cambio de mentalidad fundamental y humanista. ¿Utopía si se quiere? Los cambios son posibles.

En el Estado de Morelos el 90% de nuestros conciudadanos no ha accedido a su derecho a la cultura en cifras del INEGI promediadas. Nueve de cada diez morelenses no tienen el hábito de consumir cultura o no forma parte de sus experiencias de vida. Achicar esa brecha cultural va a llevar años pero no se puede realizar sin la ayuda de los Ayuntamientos y para ello el siguiente paso tendría que ser hincarle el diente al espinoso tema de los reglamentos municipales en la materia para lograr algo más homogéneo y así se respeten mínimos estándares en políticas culturales.