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Vicente Arredondo Ramírez *

La problemática económica mundial surgida al inicio de los años setenta del siglo pasado, a partir del embargo petrolero árabe, su posterior incremento de precio y la importancia del dólar que se derivó de ello, sacudió temporalmente la forma en que los países “desarrollados de libre mercado” o del llamado “primer mundo” venían construyendo su modelo de bienestar, pero les abrió nuevas formas de conservar su predominio mundial. A la par, se les complicó el camino alos países “subdesarrollados”, o del “tercer mundo” en su intento de salir del retraso social y económico, según el modelo que se les presentó como deseable.

Simplificando lo sucedido, los gobiernos de los países pobres recurrieron, o fueron persuadíos, a solicitarirresponsables préstamos internacionales denominados en “petrodólares”, y con tasa de interés variable, para atender las múltiples carencias de su población, así como para sostener los pesados aparatos gubernamentales creados por el modelo de Estado/benefactor. Mordido el anzuelo del endeudamiento, y en lógica del uso del dinero como mercancía, sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, la crisis de impago de la deuda se generalizó en pocos años.

A los años ochenta del siglo pasado se les conoció como la década perdida, y para atender el problema, mencionamosdos grandes cursos de acción que se instrumentaron, por parte de los organismos multilaterales creados en Bretton Woods (1944), y por parte de los diversos organismos y programas de desarrollo de la Organización de Naciones Unidas (ONU): 

El primero, fue la instrumentación de los llamados “ajustes estructurales” impuestos por los países ricos que controlaban al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, y que no era otra cosa que aplicar la fórmula contenida en el decálogo de lo que se conoce como el “Consenso de Washington” (1989), esto es, desmantelar al máximo las leyes, normas y aparatos del Estado/benefactor, para darle paso al “mercado” como generador del desarrollo de los pueblos atrasados. 

El segundo curso de acción fue estimular la creación de las llamadas organizaciones no gubernamentales, las cuales primero fueron invitadas al seno de las deliberaciones en diversos espacios de la ONU, con voz, pero sin voto, y posteriormente también como receptoras de ayuda para fungir como entes intermediarios en la operación de múltiples proyectos de desarrollo económico/político/social en los países “subdesarrollados”.

Esta estrategia internacional tuvo una doble intención, por un lado, disminuir y desaparecer en lo posible los aparatos y las empresas gubernamentales, para que el sector empresarial se ocupara de dichos servicios; y mientras se daba ese proceso, utilizar a los organismos no gubernamentales como “enfermeros y rescatistas” para atender las bajas y minimizar los costos sociales que por necesidad generaría el imponer el modelo privatizador neoliberal, así como atemperar las inquietudes políticas que tal desmantelamiento provocarían. En este marco, se generalizó el discurso de la importancia de la” sociedad civil”, en el desarrollo económico, político y social de las sociedades.

Desde luego que la participación de ciudadanos en la atención de grupos marginados es de larga data, pero nunca se había promovido desde organismos internacionales y desde los gobiernos, la participación de organizaciones privadas no lucrativas, de corte profesional, para vincularlas con acciones y proyectos puntuales y focalizados de asistencia, promoción y desarrollo político/social, en puntos clave de la geografía de la pobreza y la marginación.

Como la realidad afortunadamente es compleja, el crecimiento de las organizaciones no gubernamentales (también llamadas no lucrativas, organizaciones sociales, asociaciones civiles, organizaciones de la sociedad civil y más) también se generó desde la propia sociedad, impulsada por personas que buscaban, y buscan, formas alternativas de hacer economía y de hacer política. Con causas yexpresiones operativas diferenciadas, algunas de ellas decidieron trabajar al margen del gobierno, otras en coordinación con el gobierno, y finalmente, otras más en franca confrontación con el gobierno.

Dejo apuntado el exceso y abuso que en México se ha dadoen la creación de este tipo de organizaciones por parte de políticos y particulares con el simple propósito de administración de su propia imagen y de sus recursosfinancieros, al margen de cualquier intención de solidaridadhumana.

En lo que va del siglo 21, con la crisis financiera del 2008 de los países del libre mercado, prolongada y agudizada por la pandemia del 2020, y el sinsentido de la guerra Rusia/Ucrania y sus secuelas, el papel de las organizaciones no gubernamentales en el fomento al desarrollo es difuso y ambivalente, y su capacidad de modificar la realidad se ve menguada. Lo cierto es que la población mundial enfrenta serios problemas y no hay propuesta clara de cómo atender las necesidades de la gente, incluida la que vive en los hasta ahora llamados países “desarrollados”. El modelo neoliberal globalizador que se aplicó sin controles sólo ha beneficiadoa un puñado de corporaciones internacionales, y el escenario actual es la lucha de un país hegemónico que decae contra un país que, con su propia fórmula, reta el orden internacional hasta ahora vigente.

Todo indica, contra la historia misma, que es la ciudadanía quien debe resignificar el sentido del mercado y del gobierno, y encontrar las fórmulas de vida y bienestar sostenible que sean adecuadas a sus propias realidades nacionales.

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.

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