loader image

Las marchas del primero de mayo, como muchas otras cosas después de la pandemia, están regresando a una relativa normalidad y en México hubo marchas por lo menos en todas las capitales, y algunas se distinguieron porque se unieron a la manifestación organizaciones disidentes o independientes.

Como sucedió en Morelos, el Día del Trabajo se ha transformado en un día de reivindicaciones y para afirmar posturas políticas. Qué bueno que ya son lejanos los días de los desfiles rituales en los que las organizaciones de trabajadores, principalmente de las llamadas “centrales” que monopolizaban infinidad de sindicatos, tomaban las calles para agradecer las prebendas de las que solían gozar solamente sus líderes.

El panorama laboral de México presenta claroscuros, muchos por causas de la pandemia, otros por los reveses que ha sufrido la economía mundial y algunos más, producto de la política pública nacional, en donde, por cierto, no todo han sido pérdidas, aunque sí hay una preocupante tendencia hacia la informalidad y a la pérdida del valor adquisitivo de los trabajadores.

Finalmente, el Día del Trabajo debe servir para algo más que para tomar la calle y vale revisar algunos indicadores que hagan la radiografía de la situación del empleo en nuestro país. En este sentido, vale la pena el análisis que publicó hace un par de días el Centro de Investigación en Política Pública del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), basado en información pública del INEGI y la CONSAR, entre otras instituciones.

En una perspectiva desde el inicio de la presente administración federal, el ingreso mensual promedio de un trabajador alcanzó los 7 mil 495 pesos, que representa un aumento real de 5.8 por ciento, sin embargo, el aumento fue mayor para quienes se desempeñan en un trabajo informal, ya que sus ingresos promedio aumentaron 6 por ciento; sin embargo, los trabajadores informales siguen ganando mucho menos que los formales: el ingreso promedio de los formales supera en 21 por ciento el promedio nacional, pues perciben 9 mil 41 pesos al mes, mientras que los trabajadores informales perciben un ingreso promedio de 5 mil 938 pesos, lo cual es 21 por ciento menor al nivel nacional. Es decir, por cada 100 pesos que percibe un trabajador formal, uno informal recibe 66 pesos.

Asimismo, entre el cuarto trimestre de 2018 y el cuarto trimestre de 2022 se generaron un poco más de 4.6 millones de empleos a nivel nacional, lo que equivale a un crecimiento de 8.6 por ciento. Con esto, al cierre de 2022, se registraron 58.3 millones de personas ocupadas. De ellas más de la mitad (32.2 millones) se encuentran en condiciones más vulnerables, ya que trabajan en empleos informales, sin vínculo laboral reconocido ante la ley.

Solo seis de cada diez empleos generados han sido formales, sin embargo, el empleo formal es 12.1 por ciento mayor al observado al inicio del sexenio, mientras que la cantidad de empleos informales también avanzó, aunque a un menor ritmo, y es 6 por ciento mayor a la observada al cierre de 2018, pero la tasa de informalidad se ha mantenido por encima de 50 por ciento desde que se tiene registro, lo que refleja el hecho de que no ha habido avances significativos en cuanto al mejoramiento de las condiciones laborales y la informalidad.

Al cierre del último trimestre de 2022, la participación de mujeres en la economía de México ascendió a 46.2 por ciento, una cifra 2.3 puntos porcentuales mayor a la observada en el último trimestre de 2018 (43.9). Casi cinco de cada 10 mujeres de 15 años o más tiene un empleo o busca uno. Esto se refleja en la participación de 24.3 millones de mujeres en el mercado laboral mexicano, lo cual significa que hay 2.9 millones de mujeres más participando en la economía que las que había a inicios del sexenio; sin embargo, al cierre de 2022, las mujeres recibieron, en promedio, un ingreso 14.6 por ciento menor al de los hombres.

El estudio del IMCO es mucho más amplio, pero la información anterior, a grandes rasgos, nos da una idea de lo que nos hace falta: mayor formalidad en los empleos para que los trabajadores gocen de prestaciones sociales y no solo consigan qué comer; mejores salarios para elevar el nivel de bienestar de la población e impulsar la economía, y una mayor equidad salarial entre hombres y mujeres. Este tema, desde luego tiene muchas aristas, pero por algún lado hay que empezar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *