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Las mujeres que siguieron al sol

 

México lunes, 8 de abril del 2024. 11:07 am. “Inicio de la totalidad en 3, 2, 1.” me dije a mi misma viendo al reloj. Estábamos en obscuridad, pero no era igual a la de la noche. Era una obscuridad de una especie de atardecer profundo, la luz tenue, no brillante y en tonos fríos. Salieron las estrellas.

Tomé la foto, vi al cielo, el último pedazo de sol estaba ocultándose detrás de la luna. Con la voz quebrada, quería describir lo que veía, pero no pude encontrar palabras adecuadas para hacerlo “Es asombroso”, para eso me alcanzó. A lo lejos la gente gritaba emocionada, se escuchaban caracoles, sonido de tambores y mucha celebración. Sentí una paz absoluta que se apoderó de mi cuerpo y transcurridos 4 minutos, el sol salió de nuevo.

Así viví el “Gran eclipse mexicano”, este fenómeno en el que la luna y el sol se alinean por lo que se produce un efecto sin igual. Los eclipses solares, desde hace muchos años, han sido una gran oportunidad para estudiar el sol.

Durante un eclipse solar, se pueden estudiar una variedad de fenómenos astronómicos y científicos. Por ejemplo, la corona solar, la capa exterior de la atmósfera del sol, se vuelve visible. Estudiar la corona solar durante un eclipse proporciona información sobre su estructura, temperatura y actividad magnética. También los eclipses solares pueden afectar a la atmósfera terrestre, lo que permite estudiar cambios en la temperatura, la presión y otros parámetros atmosféricos durante el evento. Estudiar los efectos en la temperatura y la luminosidad en la superficie terrestre durante este evento puede proporcionar información sobre cómo la radiación solar afecta a diferentes sistemas terrestres. Además, durante un eclipse solar, se pueden realizar observaciones de planetas, estrellas y otros objetos celestes que son difíciles de ver en condiciones normales debido al brillo del sol.

Como en el pasado 8 de abril, cada vez que ha habido eclipses solares, personas viajan de todo el mundo para poder no solo apreciarlos, sino estudiarlos. En el siglo XIX las condiciones para viajar no eran para nada similares a las que experimentamos ahora. Sumado a lo anterior, todas las ideas morales y normas sociales en torno a los roles de género limitaban este campo de estudio para las mujeres, pero ellas, siguieron al sol.

Virginia Dodwell, la primera mujer australiana que hizo observaciones de eclipses solares, co-coordinó la expedición del Observatorio de Adelaide a la Isla Bruny en Tasmania para presenciar el eclipse total de sol de 1910. Pasaron un mes acampando bajo la lluvia que no paraba. A pesar de que el día del eclipse estuvo nublado, Annie logró registrar exitosamente el cambio de temperatura, que fue la única contribución científica valiosa obtenida en esa expedición.

Pero en la actualidad, también hay mujeres que siguen al sol, Leticia Ferrer fue noticia viral en redes sociales hace unos días, ya que desde 1988, no se ha perdido un solo eclipse solar, recorriendo los siete continentes del mundo. Pero ahí no se detiene, ha ido a expediciones en el mar un par de veces para poder ver eclipses solares, en total ha visto 21 de estos fenómenos. Aunque en el caso de Leticia, no ve a los eclipses para estudiarlos, se ha convertido en una divulgadora de estos fenómenos astrológicos y comparte su pasión y conocimiento en medios y escuelas de todos los niveles.

En los cielos vastos, donde el sol y la luna bailan se pueden encontrar, las mujeres se alzan como guardianas de los misterios cósmicos. Con cada observación, con palabra, escriben su legado en el firmamento, recordándonos que el conocimiento no tiene género ni fronteras.

Que su valentía y su sabiduría inspiren a nuevas generaciones a levantar la mirada hacia lo desconocido, a abrazar el desafío con gracia y determinación. Porque en el estudio de los eclipses, como en todas las cosas, las mujeres son faros de luz en la vastedad del universo, guiándonos hacia un mañana lleno de descubrimientos y maravillas.

Foto: Karime Díaz