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*LU SCHAFFER

“Salí al mundo, bruja poseída, / amenaza del aire negro, más valiente en la noche;/ soñando el mal, vagabunda, viajé/ a lomo de las casas planas, de luz en luz:/ pobre solitaria, con sus doce dedos, enajenada. / Una mujer así no es una mujer, lo sé. / He sido de ésas.”

El libro *Mercies: Selected Poems de Anne Sexton fue escrito en inglés, al traducirlo al español se desdibuja el ritmo que la autora tejió con cuidado en su idioma natal, pero la fuerza de la invocación sigue ahí, igual que la presencia de su espectro innombrable. Espectro que ahora, casi cien años después del nacimiento de Anne Sexton, aprendemos a llamar en voz alta, gracias a que la cuarentena nos obligó a entender de forma diferente la importancia de la salud mental en nuestras vidas.

Estamos ante un libro de poemas, pero entre los versos asoma el fantasma de la psique herida. El nombre de su llaga fue considerado tabú, y la sociedad la trató como motivo de segregación, no como una herida a la que sanar.

“A la gente no le gusta escuchar/ que estás enferma/ y entonces verse forzada/ a mirar/ cuando te derrumbas con el martillo”.

Nunca habíamos leído ni escrito tanto sobre “salud mental” como comenzamos a hacerlo desde la pandemia. El encierro evidenció los padecimientos que siempre estuvieron ahí, pero fingíamos ignorarlos con el todopoderoso “échale ganas”.

Gracias al estallido de información, entendimos que millones de personas en todo el mundo viven depresión y ansiedad. En las redes sociales aparecieron como enjambres palabras que antes pertenecían sólo a los profesionales de la salud mental: “bipolaridad”, “esquizofrenia”, “autismo”, “neurodiversidad”.

El asunto es que se viralizaron las palabras, pero no su verdadero significado ni su correcto uso. Más bien parece que se hinchan cada día con más prejuicios, al utilizarlas para nombrar situaciones alejadas de su verdadero significado. Así veo a decenas de personas, todos los días, a cada hora en las redes sociales, utilizar frases como “yo en mi momento más esquizofrénico” y “es que mi novia es bipolar” (sin tener idea de lo que significan bipolaridad y esquizofrenia). Videos virales. Millones de ojos absorben el contenido. Crece la desinformación.

Me alegra que usemos conceptos referentes a la salud mental y que los hagamos cada día más populares ¡Al fin! Cuando más necesitamos hablar al respecto. Pero lamento que las palabras “bipolaridad”, “esquizofrenia”, “autismo” todavía se usen de manera prejuiciosa, estigmatizando a las personas que realmente viven esas condiciones. Porque no tenemos idea de la desinformación que provocamos viralizando las frases “yo en mi momento más esquizo” o “cuidado con las morritas bipolares”.

Con palabras construimos nuestro entorno, tejemos juicios, alzamos cárceles. Alimentamos el prejuicio.

Recientemente usamos nuestras voces como antorchas, para evidenciar diferentes tipos de violencia que hasta ahora fueron normalizadas (homofobia, misoginia, maltrato infantil, acoso, etc.), sin embargo, todavía usamos estas “nuevas” palabras para invisibilizar a un sector de la población que vive bajo el silencio de los estigmas.

Anne Sexton pertenecía a ese sector y conocía el aislamiento que generan los prejuicios. En entrevistas comentó que se convirtió en una persona desplazada al salir del hospital psiquiátrico. A nadie le parecía buena idea que escribiera sobre su salud mental, ni siquiera a su psiquiatra, tampoco a su profesor, quién aseguró que esos no eran temas para la poesía.

“Las hipótesis médicas/ que explican mi cerebro nunca serán tan ciertas/ como estas hojas golpeadas que se desprenden”.

Al hablar de Anne Sexton se mencionan la vida y la muerte. De su vida dicen: gran escritora, Premio Pulitzer, decenas de textos publicados, reconocimiento, éxito. Sobre su muerte dicen: se encerró en el garaje, encendió el motor de su Cougar rojo y respiró el venenoso dióxido de carbono que salía del tubo de escape del automóvil hasta terminar con su vida.

En una época en que los prejuicios contra los pacientes psiquiátricos eran incluso más turbios que los actuales, fue diagnosticada con “psicosis maniacodepresiva”. Ese era el término para referirse a lo que después se llamó Trastorno Bipolar y que en la actualidad se nombra como Espectro Bipolar. Nada que ver con las “novias bipolares” que mencionamos en Instagram.

Navego las líneas de Mercies: Selected Poems y ahí está el fantasma, entre sus versos de amor y muerte, en su constante búsqueda de quitarles pieles a los dioses. Va más allá de los términos psiquiátricos y de los intentos de suicidio o los internamientos en hospitales. El espectro de la incomprensión, de la no inclusión, de la falta de información sobre salud mental en un entorno ignorante.

Sus oscuros versos me llenan de luz, con ellos descubro que, desde hace varias décadas, la poesía insinúa la salud mental como una necesidad que debe atenderse para mejorar la calidad de vida. Claro que se usaron otras palabras para mencionar el asunto, no los términos médicos, pero el resplandor está ahí, parpadeando en la penumbra.

“Porque no había otro lugar/ a donde huir/ regresé a la escena de los sentidos desquiciados”.

En ocasiones se habla de la muerte de Anne Sexton como de una terrible coincidencia: era una gran poeta, pero se suicidó, se sumergió en el cardumen de muchos otros suicidas que, casualmente, eran grandes artistas también.

“Los suicidas tienen un lenguaje especial. / Como carpinteros, quieren saber qué herramientas. / Ellos nunca preguntan por qué construir…/ Nacidos muertos, no siempre mueren, / pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce/ que incluso los niños contemplan sonrientes”.

Anne Sexton, al encontrarse dentro del Espectro Bipolar, contaba con una condición que comparten millones de personas en el mundo y no recibió empatía hacia su situación, igual que muchos otros diagnosticados con “depresión”, “ansiedad”, “esquizofrenia” o alguna “neurodiversidad”. En su entorno, lo importante era funcionar, producir, ser la buena madre que nunca fue, comprar, alimentar un sistema que considera desechables a los diferentes, no incomodar.

No es una coincidencia. Millones de personas en situación similar a la de Anne Sexton deciden quitarse la vida, ante la falta de tratamientos accesibles para la mayoría de la población, además de la carencia de empatía, que se alimenta de la desinformación, que crece con nuestro uso de las palabras. Otros caen en adicciones para adormecerse y ser capaces de continuar navegando la corriente helada.

“Mi provisión/ de pastillas…/ Es una especie de guerra donde siembro bombas/ dentro de mí misma…/ Intento/ matarme en pequeñas cantidades…/ Me acuesto en mi altar/ elevado por ocho besos químicos…/ Ahora estoy tomada. / Ahora estoy adormecida”.

Mercies: Selected Poems es una recopilación de los mejores textos de algunos de los libros de la autora. No puedo decir que esta obra habla en específico sobre la ansiedad, la depresión y el Espectro Bipolar, tampoco puedo decir que explora la necesidad de dar prioridad a la salud mental o los estragos que provoca la desinformación. Seguro que ese no es el epicentro de este libro. Pero es, verso a verso, el testimonio de una vida traspasada por todas esas circunstancias. Al igual que millones de personas navegan las mismas corrientes de hielo en la actualidad, mientras los presupuestos públicos para apoyar la salud mental rondan apenas el 2% a nivel internacional, según la OMS.

En algunos poemas Anne Sexton conjura la esperanza de que las cosas sean distintas en su vida personal. Al leerla, deseo que el camino sea mejor para quienes atraviesan situaciones similares, que cambiemos el uso de nuestras palabras, para generar empatía en vez de desinformación, para darle a la salud mental la importancia que le corresponde en la escuela, en el trabajo, en casa y en los presupuestos públicos.

“Cuando enciendan otra vez el sol/ plantaré niños, / encenderé mi alma con un cerillo para dejarla cantar…/ Voy a tomar mis huesos y pulirlos…/ Voy a pagar las deudas de mis vecinos/, voy a escribir un poema llamado Amarillo y pondré mis labios abajo para beberlo…”

*Mercies: Selected Poems

272 pp. Penguin Random House, 2020

Anne Sexton (Massachusetts, Estados Unidos1928)

Foto: Anne Sexton, tomada por Rollie Mckenna

Foto: Anne Sexton, tomada por Arthur Furst

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