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El cabildo abierto de San Miguel Chimalapa en Oaxaca declaró en febrero pasado que sus tierras comunales son territorio libre de la minería. Es la cuarta ocasión que efectúan esta declaración desde 2014 a fin de frenar a la empresa Minera Zalamera, subsidiaria de la canadiense Minaurum Gold que tiene más de 6 mil hectáreas concesionadas en Los Chimalapas. Hace una década 12 municipios de Chiapas se manifestaron en igual sentido contra otras mineras y los cabildos Morelenses de Miacatlán, Xochitepec y Coatetelco se han declarado libres de esta forma de extracción, principalmente, de metales que se diseminan en la tierra.

Las declaratorias de territorios libres de la minería son un mecanismo legal y de autoorganización colectiva que pone en aprietos a las empresas mineras y sus planes de inversión depredadora. Los pueblos organizados ejercen un derecho que dificulta a las autoridades locales dar, sin más, los permisos de operación y cambio de usos del suelo. Cuando lo hacen, violan derechos humanos porque pisotean la obligación a la consulta libre e informada a las comunidades indígenas. Todos los pueblos tienen derecho a un ambiente sano, a conservar la salud y a mantener sus territorios que son la fuente de su sustento. En incontables ocasiones, autoridades municipales y ejidales se han aliado a las empresas mineras. Siempre son una minoría que decide a nombre de toda la gente pero también, con mucha frecuencia, los traidores son desconocidos por la mayoría.

Las mineras que extraen metales a cielo abierto dividen a los pueblos a través de la cooptación de personas a las que corrompen. Ofrecen beneficios que negocian discrecionalmente con autoridades municipales o comunales. Por otro lado, realizan campañas publicitarias mentirosas, desinforman, tergiversan los estudios de impacto ambiental y ocultan información. Como tendencia, las autoridades federales en materia de medio ambiente han sido sus aliadas al avalar los estudios de impacto ambiental.

Hace mucho tiempo que Marx y centenares de mujeres y hombres críticos al dominio del capital, desentrañaron la lógica de la apropiación y concentración privada de la tierra y de los recursos naturales del subsuelo por parte de los capitalistas. Explicaron cómo esta propiedad que a lo largo de la historia ha sido obtenida por el despojo, mediante las formas de violencia más sangrientas, confiere el “derecho” a los capitalistas de definir las formas de existencia de la vida humana, animal o vegetal. Vivimos en un sistema de producción que determina la vida de las personas no solo en relación con la obtención de ingresos para la subsistencia sino respecto a dónde y cómo se puede vivir, y el tiempo de duración de la vida.

En la medida en que distingamos que lo que ocurre —en la actualidad—con la producción de metales preciosos y minerales para la industria es parte de un sistema mundial en el que las empresas poderosas y sus dueños toman las decisiones, y que los estados nacionales trabajan para garantizar ese ciclo de maximización de ganancias, será posible pensar en soluciones y en frenos a esa lógica del capital. Por ello es tan importante cuando un cabildo representa a su gente y declara el territorio libre de minería. Desde la forma más básica de la organización política del país se frenan, al menos temporalmente, la acción destructiva de una mina canadiense o mexicana.

Conscientes de que la extracción de metales a cielo abierto perfila un futuro de despojo de la tierra, devastación ambiental y violencia, comunidades indígenas y campesinas de América Latina se han organizado contra las multinacionales y los gobiernos nacionales que las protegen, construyendo diversos frentes de carácter local, regional e internacional. En los últimos años la resistencia contra el extractivismo minero ha configurado nuevas formas de lucha y vinculación. Cabildos de Morelos, Oaxaca, Chiapas, Puebla y Guerrero marcaron las pautas de una lucha que combina la autonomía municipal con la vigilancia de los territorios para que las mineras no barrenen la tierra. Es una lucha contra el tiempo y, sobre todo, contra el capital.

*Profesora de la Universidad Autónoma de Ciudad de México