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Seguramente, querido lector, usted ha participado en grupos de WhtasApp, Facebook o de alguna otra red social en la que se establecen reglas básicas de convivencia tales como tratar con respeto a los otros miembros del grupo, no subir contenido ofensivo, grotesco o sexual, etc. Una regla que ha llamado mi atención es la de no hablar de política. Yo participo en varios grupos, por ejemplo, uno para alertas viales en Morelos (baches, accidentes, retenes, tráfico, etc.), otro es el grupo de la colonia para tratar problemas que afectan a los vecinos (fugas de agua, apagones, robos y asaltos dentro de la colonia, perritos perdidos, etc.), otro de noticias generales y, por supuesto, participo también en el grupo de la familia donde están mi mamá, mis hermanos, sus esposas y demás parentela. En todos estos grupos los respectivos administradores han establecido la regla explícita de no hablar de política bajo la advertencia de que aquella persona que lo haga será eliminada del grupo.

¿Por qué somos tan intolerantes con otras personas cuando hablamos de política? Estoy convencido de que esta intolerancia deriva de una confusión generalizada que impera en el imaginario colectivo: la gente confunde hablar de política con hablar de ideología política. Lo primero, hablar de política, es muy importante para el buen desarrollo y organización de la sociedad debido a que muchos de los problemas que enfrentamos día con día (como los baches o la inseguridad) son resultado de decisiones políticas. Lo segundo, hablar de ideología política, es un ejercicio típicamente inútil que no conduce a nada más que a gritos, sombrerazos y descalificaciones entre interlocutores con diferentes ideologías.

Yo no soy politólogo, por lo tanto, mi comprensión e interpretación de la política es intuitiva y no formal. Pero esta es la situación de casi todos los ciudadanos que no son politólogos ni políticos, por lo que vale la pena discutir de forma intuitiva las diferencias entre política e ideología política. ¿Qué significa hablar de política? Imaginemos que queremos establecer medidas para aumentar la seguridad en nuestra colonia. Los vecinos nos reunimos y lo primero que hacemos es elegir al presidente de colonos junto con un grupo pequeño de otros vecinos que se harán cargo de implementar las medidas de seguridad. Después discutimos qué medidas se van a implementar, tales como cámaras de vigilancia, detectores de movimiento, alarmas de luz y sonido, una caseta de vigilancia en la entrada de la colonia, un reglamento para permitir el acceso de visitantes, y veinte cosas más. Después tenemos que decidir con cuánto dinero vamos a cooperar cada uno para comprar todo el equipo y quién lo va a administrar. Finalmente tenemos que evaluar si las medidas que implementamos funcionaron o no y si los vecinos elegidos como representantes lo hicieron bien o no. Ahora, imaginen este tipo de decisiones a nivel de una ciudad, de un estado o de todo el país. Esto es hacer política. No tiene nada de malo y es en beneficio de todos.

Por otro lado, charlar sobre ideología política significa decir si el partido de color verde es mejor o peor que el partido blanco, si apoyamos al gobernante fulanito porque es liberal mientras que a zutanito le damos nuestro desprecio por ser un conservador, si el partido morado lucha por el pueblo mientras que el partido negro sólo ve la manera de enriquecerse, etc. Este tipo de discusiones son estériles porque muchas personas ya eligieron qué partido y qué gobernantes desean apoyar y creen firmemente que su elección es correcta. Es muy difícil convencer a alguien de que tomó una decisión equivocada porque aceptar las equivocaciones significa aceptar también las consecuencias de esas equivocaciones y la responsabilidad de haber elegido mal.

Independientemente del color del partido gobernante, es importante hablar de política (no de ideologías) para exigirle a los políticos que utilicen el poder que nosotros les hemos otorgado para tomar decisiones que realmente contribuyan al mejoramiento de la sociedad y, sobre todo, para evaluar si tales decisiones realmente están funcionando o no. Incluso si suponemos que todos los políticos son honestos y no hay corrupción, no son infalibles y pueden equivocarse. Evaluar el trabajo de la clase política, independientemente del color de su partido, es una responsabilidad de los ciudadanos en beneficio de todos. ¿Pero cómo vamos a hacerlo si incluso en los círculos más cercanos no se nos permite hablar de política?

Finalmente, considero que la confusión existente entre política e ideología política ha sido generada por los mismos políticos. ¿Han visto las discusiones que se llevan a cabo tanto de la Cámara de Senadores cómo en la Cámara de Diputados? ¿O las mañaneras del presidente? Están plagadas de ideologías, insultos y descalificaciones mutuas, transmitiendo a la sociedad la falsa idea de que descalificar, gritar e insultar es hacer política. De acuerdo con Adrian Leftwich en su libro ¿Qué es la Política? La actividad y su estudio, “la Política es el arte y la ciencia de gobernar promoviendo la participación ciudadana… para garantizar el bien común”. Al ser una “ciencia”, los resultados de la política están sujetos a evaluación y confirmación, y somos los ciudadanos los que tenemos el deber de evaluarla. ¡Hablemos de política!

*Instituto de Ciencias Físicas, UNAM. Centro de Ciencias de la Complejidad, UNAM.