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¿DIÁLOGO EPISTÉMICO ENTRE LA MAGIA Y LA CIENCIA?



La epistemología estudia la naturaleza, el origen, la evolución del conocimiento humano así como sus posibles límites. La magia y la ciencia son dos enfoques epistémicos para la comprensión de la realidad, cada uno con premisas y métodos propios.

El ámbito de la ciencia son los hechos, es decir, la realidad objetiva. Sin embargo, la realidad no solo es objetiva, también es subjetiva. La ciencia deja fuera fenómenos subjetivos entre los cuales se encuentran los pensamientos, las emociones, las creencias, lo sobrenatural. El estudio de estas subjetividades lo abordan las religiones, los mitos y la magia.

La magia comprende un conjunto de prácticas, rituales y creencias que pretenden influir en los fenómenos naturales o prodigiosos a través de medios sobrenaturales, que se categorizan como eventos esotéricos u ocultos a los que solo algunos iniciados tienen acceso.

La magia ha sido parte de las cosmovisiones espirituales y religiosas por lo que se sustenta en la creencia de fuerzas, entidades o energías no visibles y desconocidas así como en la capacidad de los humanos de interactuar con estas fuerzas o energías a través de prácticas o rituales.

La historia nos da muchos ejemplos de prácticas que alguna vez se consideraron magia la cuales una vez que han sido explicadas han dejado de ser magia. Ante la insuficiencia metodológica de la ciencia para el estudio del mundo subjetivo, la magia persiste como un componente de la cultura y la religión en la explicación de la realidad oculta o esotérica.

La ciencia y la magia aunque tienen rutas diferentes en la comprensión de la realidad, a lo largo de la historia ambas formas epistémicas han buscado satisfacer la necesidad humana de comprender el mundo. Ambas tienen el mismo propósito, aunque con diferentes enfoques y métodos.

La historia nos muestra que la ciencia y la magia no siempre se han visto como entidades separadas, entre los siglos XV y XVII ambas formas de ver y entender el mundo tenían mucha cercanía. Un ejemplo se evidencia en la simbiosis de la química y la alquimia.

Personajes como Paracelso contribuyeron al avance de la medicina con un enfoque que incluía a la alquimia. La magia y la ciencia estaban interrelacionadas en la búsqueda del elixir de la vida, de la panacea universal, los cuales siguen siendo objeto de estudio y de búsqueda tanto por la ciencia como por la magia.

Entre otros ejemplos podemos citar a Isaac Newton, uno de los científicos más influyentes de todos los tiempos, quien dedicó mucho de su vida al estudio de la alquimia, junto con el estudio de la física y matemáticas o a Johannes Kepler quien bajo el cobijo de la ciencia y la magia descubrió las leyes del movimiento planetario. En la búsqueda de las leyes se apoyó de la astronomía como ciencia, pero también de la astrología.

Esta época histórica se caracterizó por un enfoque holístico del conocimiento, donde la magia, la alquimia, la astrología y la religión se entremezclaban con la astronomía, la física, la química y la biología.

El divorcio entre la magia y la ciencia se dio a finales del Renacimiento y durante la Ilustración en el siglo XVIII, cuando el método científico se estableció como la ruta para conocer el mundo natural. A partir de entonces, se satanizaron las prácticas que no siguieran el método científico.

La ciencia como construcción humana es histórica y falible y evoluciona con el tiempo. Las revoluciones científicas, a decir de Thomas Kuhn, se dan cuando los paradigmas vigentes de la ciencia no pueden dar respuesta a la realidad, es entonces cuando se generan nuevos paradigmas. Esta es la manera como la ciencia evoluciona.

Muchos fenómenos de la realidad no pueden ser explicados a la luz del método científico que, si bien se ha abierto del método cuantitativo al cualitativo, sigue sin dar respuesta a muchos fenómenos de la realidad subjetiva, entre la que se encuentran los fenómenos que conocemos como sobrenaturales.

Edgar Morin en los Siete saberes para la educación del futuro menciona que no es posible la disyunción del mundo material del inmaterial. Bajo esa lógica, no puede continuar el divorcio entre el mundo objetivo y el subjetivo. Es necesario considerar nuevos paradigmas, como el de asumir una nueva ruta de la ciencia a la magia, o mejor el diálogo entre estas formas epistémicas de comprender el mundo.

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