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Santiago de Compostela

(Cinco de cinco)

 

La puerta del apóstol

El santuario guarda los restos del apóstol Santiago, tiene una puerta en uno de sus costados que está tapiada. Aquella puerta se abre cada año santo, en día domingo del 25 de julio, pues corresponde a la celebración de Santiago. Esta fecha es variable y hace que tenga una connotación especial llamada el año del jubileo. La puerta se descubre de una tapia de piedra y se deja libre para que los feligreses ingresen a la tumba que guarda los restos de Santiago. En el medievo, al cruzarla se obtenían indulgencias gracias a la redención del peregrinaje y haberla cruzado en esa fecha especial.

El maestro Mateo

El constructor de la Catedral de Santiago fue el maestro Mateo. Éste es representado al pie de una de las columnas de la fachada, soportando el peso de la edificación y de la obra realizada. El pórtico de la Gloria tiene una rica iconografía tallada en piedra, que se abre con las figuras en coro de ángeles con instrumentos musicales. El apóstol Santiago como testigo y los padres de la iglesia que lo presiden. Es una obra única en talla y en su edificación. Los peregrinos tocan esta columna y agradecen su llegada y la presencia de Santiago en su peregrinar…

El botafumeiro

Todos los peregrinos asistimos a una celebración religiosa, que se celebra cada día con los grupos que llegan a Santiago. Muchos motivados por su devoción y otros por su amistad junto a compañeros del camino. En medio de la ceremonia aparece un grupo portando un enorme incensario conocido como “botafumeiro”, el cual es colocado al centro de la nave del templo colgado de una cadena que baja desde la bóveda. Posteriormente adquiere movimiento al iniciar su balanceo y atravesar el espacio sacro del templo. El botafumeiro creando un vaivén donde la atmosfera se cubre de una neblina celestial y el aroma del incienso es percibido por todos, bajo nuestro asombro y magnificencia del ritual.

La Vieira

Los peregrinos que llegaban a Santiago regresaban con una concha o vieira colgada del pecho como símbolo de culminación del camino. Era una señal medieval que demostraba haber llegado hasta el punto final del recorrido, pues es en Santiago donde se encuentran estas conchas. A su regreso los peregrinos la portaban como un logro de su hazaña. La vieira era también usada para tomar el agua de las fuentes. Antes de mi llegada a Santiago, pude observar a algunos caminantes portándola sobre el pecho a su retorno, así como yo mismo lo hice al regresar. La concha siempre ha tenido un significado relacionado con la resurrección a través del bautismo, una suerte de renacer para muchos peregrinos medievales en su retorno del santuario a su vida cotidiana.

La compostelana

La certificación, de nombre Compostelana, es aquella que ofrece el obispado de Santiago de Compostela a los peregrinos que han realizado una ruta mayor a 100 kilómetros. El encargado hace una pregunta directa a cada peregrino: ¿Cuál fue la motivación que te impulsó a hacer el camino? Cuando el motivo es religioso la compostelana otorgada tiene el respectivo nombre del peregrino con un breve texto en latín e ilustraciones medievales. Sin embargo, cuando el motivo es otro, como el cultural o deportivo, se extiende un diploma en español, más bien técnico y sin mayor gracia.

Motivación del camino

Las motivaciones de hacer el camino son distintas para cada caminante. Para unos es un reto personal, para otros una búsqueda, o un espacio para una nueva experiencia de vida. Muchos lo hacen por motivaciones religiosas, sin la original búsqueda de las antiguas indulgencias medievales. Los hay por motivación deportiva y correr contra el tiempo. Mi motivación fue cultural para conocer lo que vieron todos estos peregrinos a lo largo de la ruta: sus edificaciones y sus testimonios en el patrimonio material e inmaterial, también una motivación de comunicación y convivencia humana.

Finisterra una historia final

El peregrino medieval después de su largo arribo al santuario del apóstol solía continuar unos días más hasta Finisterre, considerado como el final del mundo. Era el lugar en donde terminaba la tierra conocida y continuaba un mar desconocido para ellos. También era una renovación a través del fuego, la ropa vieja y raída del viaje era quemada en una gran hoguera frente al mar. Este acto representaba una renovación de alma y cuerpo, marcando una nueva etapa de su vida y el retorno finalmente al punto de partida.

Una persona en frente de edificio

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Botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela. Foto: Lucas vallecillos, 2003