loader image



(Nuestras Raíces)

El mundo de cabeza

Nitla ixtlapachtlaza Cemanahuac

Roberto Rodríguez Soriano*

El Mapamundi de Ptolomeo, una creación atribuida a Agatodemon, cartógrafo egipcio, es una representación del mundo conocido por la sociedad grecorromana en el s. II. Forma parte de las ilustraciones de la Geographia de Ptolomeo, en el que se establecieron lineamientos metodológicos para la elaboración de mapas. Se definió la cartografía como la descripción de la Tierra habitada, manteniendo proporciones entre sus partes.

Este mapa incluye Europa, Asia y Libia. Representa océanos como el Mediterráneo y el Índico, inaugurando una tradición en la visión del planeta y sus orientaciones, asociando los puntos cardinales con referencias espaciales. La ubicación central de Grecia y Roma en el mapa refleja una jerarquía vertical eurocéntrica, vinculada a una concepción cristiana del mundo. Esta visión justificó procesos de dominación, esclavización y explotación, perpetuando una idea de supremacía cultural, racial, social y económica. A las representaciones del mundo se incorporó posteriormente América articulando la masa continental al orden prestablecido.

Los pueblos indígenas, asociados al Sur, vieron sus cosmovisiones denigradas por no ajustarse a los fundamentos teológicos del cristianismo y la racionalidad moderna. A pesar de ello, muchos resistieron incorporando elementos de sus culturas a los simbolismos hegemónicos durante el proceso de colonización.

La representación del mundo impuesta por Occidente en la historia es altamente arbitraria. En el espacio no hay arriba ni abajo. Si pudiéramos observar el planeta desde una nave espacial, las referencias de arriba y abajo en los mapas serían irrelevantes. Esto destaca la arbitrariedad histórica y la intencionalidad política de las representaciones cartográficas de la tradición ptolomeica.

Como acto de resistencia, es posible reconocer otras formas de concebir el tiempo y el espacio. En 1943, el artista uruguayo Joaquín Torres García creó una obra célebre llamada “América Invertida”, donde representó Sudamérica orientada hacia arriba con el sur en la parte superior. En el manifiesto de la “Escuela del Sur” (1935), al que pertenecía Torres, se argumentaba que al poner el mapa al revés se obtenía una idea más precisa de la posición de Sudamérica, desafiando las convenciones mundiales. Además, se señalaba que la brújula siempre se inclina hacia el Sur.

Los pueblos indígenas de México han tenido sus propias concepciones del espacio y el tiempo; distintas de los parámetros nor-eurocéntricos. Un ejemplo es el Lienzo de Tlaxcala del siglo XVI, donde Tlaxcala se representa en el centro del mundo, debajo del escudo imperial de España. Este documento, dirigido a la Corona Española, buscaba legitimar el papel de Tlaxcala durante la conquista de Tenochtitlan. Para las tradiciones mesoamericanas, el centro del espacio era más importante que la parte superior. Con esta representación, los tlaxcaltecas afirmaban ser el centro del mundo.

“América invertida” (1943)

Lamina 1 del Lienzo de Tlaxcala

*Roberto Rodríguez Soriano

Posdoctorado de la Universidad Autónoma de Morelos