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Con gran esfuerzo, Adalberto, apoyado en su bastón subía los escalones de un estrado para integrar un Consejo Consultivo de arte y cultura, traté de ayudarle pero no lo permitió. Eso sí, con su eterna cordialidad, el enamorado de Morelos y de su “potencia cultural” como lo calificaba, saludó, me presenté y respondió “qué tal Carmelo, cómo están tus sierras, tus nubes y tus mares”, se refería a mi estado natal, Oaxaca. Fue en agosto del año pasado la última vez que lo vi. El gran maestro Adalberto Ríos Szalay nos deja, pero su México visto y andado conserva una bella memoria fotográfica producto de su maestría y su consecuencia en acervo cultural. Buen camino, ser inolvidable.

Carmelo Enríquez