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Como mandata la ley, ayer el poder Ejecutivo hizo entrega al poder Legislativo de sus previsiones presupuestales para el que será el último ejercicio de la presente administración estatal.

Como establece la urbanidad, el secretario de Hacienda, José Gerardo López Huérfano, y el presidente de la Mesa Directiva del Congreso estatal, Francisco Erik Sánchez Zavala, se obsequiaron sonrisas y posaron para la foto mientras intercambiaban una voluminosa caja roja que contenía el Paquete Económico 2024, conformado por el Presupuesto de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y la Miscelánea Fiscal, en calidad de anteproyectos, para el próximo año.

Ambas partes consignaron su voluntad de dialogar, afinar detalles e intercambiar ideas y puntos de vista siempre anteponiendo el bienestar del estado y sus habitantes.

Hace un año ocurrió más o menos lo mismo, lo interesante vino después, cuando el diálogo se realizó pero teniendo en medio a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, con salomónica sabiduría, decretó un empate a cero después de meses de rebatinga y descalificaciones entre los dos poderes morelenses. Entonces, como debía ser, cada quien se autoproclamó vencedor de la disputa legal, aunque a uno le detuvieron su idea del Fondo de Infraestructura Municipal y, al otro, su particular percepción del uso presupuestal basado en una partida discrecional.

Después del fallo de la Suprema Corte, apenas a finales del pasado mes de agosto ambos bandos declararon que siempre confiaron en la justicia federal, y que estaban dispuestos a reunirse con su contraparte para explicarles por qué ellos habían ganado la partida, encuentro que no se ha realizado todavía, cuando ya empieza el análisis del presupuesto del próximo año.

Si cada una de las partes en realidad está convencida de que la SCJN les dio la razón, pronto nos encontraremos de nuevo en punto muerto, como ha sucedido prácticamente durante todo el sexenio. Unos presentarán su partida discrecional y los otros se la frenarán de nuevo y diseñarán su propio presupuesto que será impugnado mediante una controversia constitucional.

Desde luego, existe la posibilidad de que todos hayan entrado en razón y piensen en depurar el ejercicio de los recursos públicos para el bien de todos, pero eso es contrario a las leyes del juego de las vencidas al que nos tienen acostumbrados; todavía es más improbable tratándose de año electoral, cuando todo mundo quiere hacer quedar bien a sus respectivos prospectos y sus personalísimos planes.

Aunque el del 2024 sea el presupuesto del morbo -por el reciente fallo de la SCJN- lo más probable es que sea la repetición de una película cuyo final todo el público ya conoce, y los bostezos no se harán esperar en el graderío. Los únicos que aún parecen creer en el libreto son los protagonistas y el director.

Por lo pronto, disfrutemos de los adelantos, esos en donde todo mundo aparece sonriente y estrechándose la mano.