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El Día de Reyes es una de las mayores fiestas tradicionales para la niñez mexicana. Pero entre los regalos y juegos, lo más importante sería visibilizar a la niñez y los riesgos que enfrenta todos los días y que, ocupados todos en problemas de adultos, suelen pasar desapercibidos.

Las cifras sobre pobreza infantil para Morelos son dramáticas, las carencias en acceso a la escuela, salud y vivienda digna, son contrastantes con la cantidad de niños que tienen que trabajar para contribuir a un magro ingreso familiar en el estado.

Los problemas de la niñez morelense son multidimensionales, y van desde los que se presentan en el núcleo familiar como la omisión de cuidados, el maltrato físico, los castigos corporales, el abuso sexual; hasta los que resultan responsabilidad de los gobiernos, falta de acceso a la salud, rezago educativo, explotación infantil, limitado acceso a los servicios públicos y hasta inseguridad y violencia en espacios a los que asisten los niños, como las plazas públicas y los campos deportivos.

Con esta complejidad, extraña que haya tan pocos estudios y trabajos a favor de la niñez. En Morelos sólo algunas organizaciones ciudadanas, el Sistema Integral para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes y los sistemas para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), se ocupan, y de manera insuficiente y a veces equívoca de los problemas de los menores. Recordemos que incluso se han abierto expedientes contra el DIF estatal por presuntas violaciones a los derechos de menores de edad.

La insuficiencia de las acciones contrasta con la percepción de crecimiento del problema, cada día hay más niños que enfrentan dramas que no deberían tener a su corta edad; desde la falta de acceso a la escuela y la pobreza, hasta ser víctimas de la violencia en sus casas y en las calles. Peor aún es que Morelos no cuenta con un sistema eficiente de indicadores de los problemas que padece la niñez, lo que evidencia que se ha invisibilizado a más de medio millón de habitantes del estado que son nuestro presente y futuro.

La fiesta de los Reyes Magos, los días del Niño y de la Niña, no tendrían que ser las únicas fechas para visibilizar a la niñez porque sus tragedias y sus dramas son diarios aunque los discursos social y político, nos planteen que la etapa previa a la adolescencia es la más feliz en la vida. Cientos de miles de niñas y niños víctimas de disfunciones sociales evidencian la falsedad de un discurso que ni siquiera es una meta en tanto no hay proyectos reales para conseguirla.

En efecto, la niñez tendría que ser una etapa de felicidad para todos. Eso garantizaría una sociedad sana, para alcanzar el ideal es necesario cambiar la cultura, visibilizar los problemas de la infancia, garantizar sus derechos, trabajar todos juntos más allá de los obsequios. Lo que urge es transformar vidas.