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Jessica Rivera Hamed

A Claudia la conocí tocando puertas para que las autoridades de Morelos supieran que la sustracción parental de hijas e hijos con el objetivo de producir daño a sus madres tenía nombre: violencia vicaria. Mientras en España la legislación ya reconocía este tipo de violencia, en México ni se le nombraba, “eso en México no existe” porque no estaba reconocido en la ley. Pero las madres, ya vivían un peregrinaje de norte a sur para denunciar que los padres de sus hijos se los habían llevado, que llevaban un mes, seis meses, cinco años, sin verles.

Claudia se volvió especialista involuntaria de violencia por su propio caso. Ella es originaria del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, es dibujante e ilustradora, y desde que la conocí, reconocí en ella a una pensadora, a una pionera que abre brechas porque ve lo que otras personas no ven, mira con el corazón, como la artista que es.

El dolor irreparable de la ausencia de su hijo Nur y su hija Nisa, a causa de este delito perpetrado por el padre, su ex pareja, llevó a Claudia a conocer a otras madres y otras hijas, “conocí el gran y diverso abanico de la cultura de los desaparecidos en México, supe que a casos de violencia como el mío se les llama sustracción parental, leí sobre alienación y conocí organizaciones nacionales e internacionales que ya trabajaban el tema, que también quieren rescatar a la infancia de esa locura. Impulsamos en México la aceptación del término acuñado por Sonia Vaccaro en España: violencia vicaria”, nos comparte en el texto que, a manera de prólogo, presenta el calendario vicario, ilustrado por ella y por Gloria Monterrubio (quien también vive esta violencia), con diseño de Nadia Juárez.

El transcurrir del tiempo es el tema más relevante en las reflexiones de Claudia, y es así que deciden hacer un calendario para transmitir lo que significa la incertidumbre de cada día. “El tiempo es algo incomprensible y en realidad inaccesible para nuestra limitada comprensión humana, no sabemos si sucede fuera o dentro nuestro, si es una experiencia corporal interna, individual, lo que sí sé, es que para las madres que buscan un hijo o hija, el tiempo se vuelve en una amenaza enloquecedora, y comprendo la impotencia de no poder transmitir lo que es la incertidumbre de ver perdido a quien amas”.

La violencia en todas sus manifestaciones despersonaliza y mina la integridad y salud de las mujeres. Colocarnos como víctimas carentes de poder y dignidad le ha funcionado al sistema patriarcal para silenciar nuestra palabra. Por esto es que considero el calendario vicario como una pieza poderosa, que teje, habla, crea, sublima y denuncia.

Las presentaciones públicas del calendario vicario han sido espacios de encuentro, de formación política y de reconocimiento de la violencia patriarcal que no nos deja abortar pero ejerce violencia sistemática contra las madres.

El martes pasado después de la presentación en el Museo del Ex convento de Tepoztlán, conmovidas con su palabra poderosa, le hacían preguntas a Claudia sobre el proceso de gestión y la concepción del calendario, que tiene la atinada propuesta de empezar y concluir el 10 de mayo, Claudia nos compartió: “cuando decimos que llevamos 400 días sin ver a nuestras hijas e hijos las autoridades y la sociedad no lo dimensionan, un calendario nos permite verlo cada día, pero también nos permite transformar nuestra concepción del tiempo”, y cierro con sus palabras plasmadas en el calendario: “ver el sol y la luna cumplir su ciclo cabalmente, causa un gran dolor de ver convertidos sus días y noches en una búsqueda cruel, y que esto lo produzca el padre, es un agravante, así como lo es la falta de atención a la violencia masculina en sociedades patriarcales y machistas”.

Queremos a Nur y a Nisa de regreso a casa. Queremos a todas las niñas y los niños en la certeza de la ternura y la paz.

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