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El llamado “Súper Martes” en la actual elección presidencial primaria en los Estados Unidos no existió, rompiendo una larga tradición democrática de nuestro vecino país del norte. Para quien no está familiarizado con las elecciones en Estados Unidos en su sistema electoral, la primera elección llamada “primaria” se realiza entre contendientes de los propios partidos, el Republicano y el Demócrata. Tanto en la elección primaria de los partidos, como en la posterior elección presidencial, los votantes eligen delegados que después a su vez elegirán, primero candidatos de los partidos y después Presidente. De acuerdo al padrón electoral de cada estado corresponderá el número de delegados electos, por eso estados como California, Texas o Florida son claves para los candidatos porque aportan una buena cantidad de Delegados a la elección final.

Se le llama “Súper Martes” porque muchos estados coinciden en organizar en esa misma fecha su elección estatal. Es importante mencionar que ambas elecciones, las primarias y las presidenciales, las dirigen autoridades electorales estatales de ese país, a diferencia de México que las elecciones federales las organiza el INE. La Comisión Federal de Elecciones solo revisa legalidad y financiamiento de las campañas, no tiene atribuciones de organización electoral. Generalmente en el “Súper Martes” 15 estados, a veces más, van a elección por lo que se convierte en una fecha crucial. Generalmente quien gana el súper martes se encamina al triunfo para convertirse en el candidato presidencial de cualquiera de los dos partidos nacionales de los Estados Unidos. Es importante también decir que la elección es a población abierta, es decir, pueden ir a votar todas y todos los ciudadanos de ese país, y no solo los militantes de los mencionados partidos Republicano o Demócrata.

El Súper Martes tiene un impacto muy importante en la nominación de los Candidatos Presidenciales, tiene además una larga tradición entre el electorado norteamericano. Es para decirlo de manera sencilla la sincronización de elecciones en múltiples estados en un solo día. Quien quiera ganar la nominación debe ganar el Súper Martes y eso lo saben los candidatos y sus estrategas. Es el “Día D” donde se eligen más delegados y en un espectro geográfico nacional con muchos electores acudiendo a las urnas. Tanto en el noreste con sus grandes ciudades, como en el sur rural y como en el progresista oeste, el espectro nacional se vuelve un desafío para los candidatos. Al ser lo más cercano a una elección nacional, se convierte en un gran ensayo de las elecciones presidenciales estadounidenses a llevarse a cabo en el mes de noviembre de cada cuatro años.

En el Súper Martes, o se solidifica la ventaja de quien será el nominado, o sale un contendiente que desafíe a quien vaya encabezando. Genera momentum y eso en una campaña cerrada es muy importante. Por último, La prensa cubre ampliamente el Súper Martes porque es un “make or brake” hace o rompe candidatos. Pero en el Súper Martes que acaba de pasar, simplemente no pasó nada. Trump ya era candidato y Biden también.

La polarización de las elecciones es una tendencia mundial. La amenaza a procesos democráticos y al rompimiento de la unidad nacional está muy vigente en los tiempos que vivimos. No hay duda que la vecindad, el gran mercado comercial y la hegemonía mundial de los Estados Unidos seguirán ejerciendo una influencia notable sobre nuestro país. Por eso, las elecciones presidenciales son también fundamentales para México. Que le conviene a nuestro país, ¿Trump o Biden? ¿Cumplirá Trump sus amenazas anti migratorias? ¿La relación con Biden seguirá siendo de respeto como hasta ahora? ¿La polarización de Trump es un asunto electoral o será su manera de gobernar si gana nuevamente la silla de la oficina oval?

Recuerdo un episodio cuando estudiaba hace algunos lustros en Boston. Súper Barrio, aquel líder social de izquierda originario del entonces Distrito Federal, visitó la Universidad donde estudiamos para postularse a la Presidencia de los Estados Unidos. Su argumento era sencillo, eran los tiempos del neoliberalismo, “las decisiones de México se toman aquí” sostenía; “por eso quiero ser Presidente de USA”. Más allá de la anécdota, lo cierto es que hoy en día las cosas han cambiado y la agenda del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, conocido como el “Consenso de Washington”, ha perdido fuerza y vigencia, y no solo en México sino en todo el mundo. Lo cierto, es que la influencia y el peso económico de Estados Unidos perdurarán en nuestro país, la vecindad lo impone.

No tengo duda que esta posición geográfica y geopolítica ha sido desaprovechada por México. No se trata de ser patio trasero o vecino distante, sino ser socio comercial. Nunca llegaron a los más pobres los beneficios económicos de esta sociedad, del bloque comercial más importante del mundo, muy pocos se beneficiaron del TLC. Yo diría que solo, los de siempre. No llegaron los empleos en masa y tampoco los mejores salarios eso que pronosticaba las políticas públicas neoliberales. El Estado mexicano sigue sin promover la productividad nacional, seguimos dependiendo de muy poco, entre otros del petróleo. Por eso, es importante que quien sea Presidente no nos vea como cueva de narcotraficantes, sino estratégicamente como un aliado. Quieren detener la migración, ha llegado el momento de invertir en México y en Sudamérica. Solo así.

Los lectores de la Biblia sabemos que la humanidad siempre tiene ciclos y siempre tiene países hegemónicos. El texto nos enseña no solo a Egipto en tiempos de José y luego de Moisés; o los imperios babilónicos o persas a los que sirvió Daniel; también el romano que fue derrotado cultural y moralmente por Jesús, el mundo cambio a partir de Él. Si vemos este ejemplo deberíamos de pensar que vivir junto al mercado consumidor más grande del mundo y ahora en tiempos del “nearshoring” nos da una ventaja competitiva que cualquier país del mundo quisiera.

Es justo el tiempo que el próximo gobierno de México, deje de ver a Estados Unidos como una amenaza y lo vea como lo que es: la mayor oportunidad para sacar adelante económicamente hablando a los nuestros. Que ya no vayan para allá, como decía la canción, que se queden aquí y que desde aquí sean productivos y puedan sacar a sus familias adelante.

Ante la amenaza autoritaria de regreso a la Presidencia de Estados Unidos, ante la amenaza a una de las democracias más avanzadas del mundo, después de un “Súper Martes” fallido donde ya no hubo primarias, ante la agenda antimexicana y antiinmigrante, nos queda solo una respuesta: un liderazgo fuerte y con visión que lleve nuestra relación con los Estados Unidos a otro nivel. Nadie lo ha logrado a largo plazo, solo fueron momentos, no pudo ni Salinas, ni Zedillo, ni Calderón. Claudia Sheinbaum, ahí está otro llamado de la historia.