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Un año después, “de la mano de don Sergio”, llego a la Cuba de Fidel

(Segunda Parte)

 

Ubicada en plena Plaza de la Revolución de La Habana, la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”, se encuentra muy cerca de la imponente imagen del Che Guevara que desde su altura contempla impertérrito el paso del tiempo desde ese histórico espacio. Entré decidida a buscar hasta encontrar qué fue lo que se publicó en la Isla acerca de la muerte del VII Obispo de Cuernavaca, don Sergio Méndez Arceo.

Amigo personal del Comandante Fidel Castro, se me hacía agua la boca por lo que suponía que encontraría ahí. Di la fecha del deceso ocurrido en la CDMX el 5 de febrero de 1992, pero velado y enterrado en la Catedral de Cuernavaca dos días después. El joven al que comisionaron para que me atendiera me iba acercando ejemplares de distintos medios encabezados por el poderoso Granma, órgano oficial del Partido Comunista Cubano. Con mucho entusiasmo inicié la búsqueda, hoja por hoja, en periódicos de varios días. Y qué creen, tan pronto veía yo en el resumen el nombre de don Sergio, abría la hoja y solo contemplaba el hueco que dejaba el perfecto recorte de ese espacio.

No importa, me decía, seguro encontraré otra información y sí, su deceso salió en varios diarios cubanos, pero siempre igual, en todo el espacio recortado. “Qué pena, chica”, me decía el joven que me atendía. “De seguro fue durante el período soviético cuando todo lo religioso estaba restringido”. -No te preocupes, chico-, le respondía, -sigo buscando que algo he de encontrar-. Y es que la amistad entre don Sergio y el Comandante Fidel Castro era genuina, de hecho, con el único clérigo que permitió Fidel lo fotografiaran saludando de mano fue con don Sergio. Y sí amigos, al fin encontré una nota sobre su deceso, aunque ya no la pude incluir en mi libro Los Volcanes de Cuernavaca.

Seis días después de su fallecimiento, el martes 11 de febrero de 1992 apareció en el Granma, una sentida nota del periodista cubano Ernesto Vera titulada: “Don Sergio sigue aquí”. La reproduzco:

“A la misma hora que, dos días después de su fallecimiento, se le dio sepultura, Sergio Méndez Arceo debió hablar en la culminación de la marcha de Solidaridad con Cuba en la CDMX. El obispo emérito de Cuernavaca no pudo ser el orador principal del acto suspendido por su muerte, pero miles de gargantas multiplicaron su voz en la Catedral de Cuernavaca en todo lo que no pudo decir por Cuba y por todos los que luchan contra la explotación, la pobreza y la miseria en los países latinoamericanos. A los pies del féretro, las flores enviadas por Fidel Castro y sobre el ataúd una leyenda escrita que sintetizaba la conducta inclaudicable del Obispo de los Pobres que decía así: ´Sacudámonos el miedo, esperando no fallar´, logró los dos objetivos, porque su valentía nunca les faltó a los pueblos y para Cuba creció más conforme avanzaba el bloqueo económico impuesto a la isla. Días antes de morir realizó su última gestión solidaria con la revolución cubana al reunir en Cuernavaca a periodistas y otros intelectuales para fortalecer el movimiento ´Va por Cuba´ del que don Sergio era el alma y el principal activista. Nunca olvidaremos la mañana, cuando junto al cadáver de don Sergio en Catedral hablaron decenas de personas para jurarle que siempre tendrán en él la más hermosa enseñanza, la de un religioso fiel a su fe porque fue capaz de compartirla con las ansias de los humildes y sus causas justas. Y los rostros del pueblo fueron ese día el altar mayor que bendijeron con aplausos a don Sergio en misa interminable, tal era el deseo colectivo de retrasar el momento de la despedida de aquel cuerpo inerme que levantaba con su sola presencia a todos los corazones. Hay luto en México, en toda América Latina, en Cuba, pero es de un dolor distinto, anunciado en forma concluyente por el aplauso que le acompañó al bajar su féretro a la cripta. Desde allí seguirá combatiendo y su espléndida sonrisa de puro y verdadero sacerdote siempre estará en cada rostro noble, en cada trinchera donde luchan los hombres libres. Ese adiós a don Sergio, sentimos que fue un saludo fraternal que nunca se irá del amor de nuestros pueblos”, finaliza la nota.

Pero ahí no paró la cosa, porque, aunque invitada por la Biblioteca José Martí, antes de la presentación, se me pidió que, antes, acudiera a hablar con el jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Al entrar me acredité. Avancé por un largo pasillo oscuro solo alumbrado con uno que otro foco de tenue luz blanca como de “muerto de refrigerador”. De pronto se abre una puerta y entra luz a raudales. Allí me esperaba con espléndida sonrisa su director, el filósofo y escritor cubano Eliades Acosta Matos. Sigo el próximo miércoles.

 

Foto en blanco y negro de un grupo de personas sentadas

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Foto: Cortesía del Archivo personal de don Sergio Méndez Arceo.