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A pesar de las bondades que hacen de Morelos un sitio privilegiado para propios y extraños, gobernarlo no es tarea sencilla. Los acontecimientos pasados y presentes dan cuenta de ello, y los actores políticos, también pasados y presentes nunca están exentos del escrutinio público. De los gobernadores, hay de todo y evidentemente como reza el adagio popular “cada quien habla cómo le fue en el baile”. Sin embargo, hay un rubro en donde los últimos gobernadores han aprobado, unos mejor que otros, pero siempre de manera positiva, esa materia es la de cultura. Sin ningún apasionamiento, apología o detrimento basta con mirar objetivamente hacia atrás en el espejo de la historia reciente de Morelos.

Lauro Ortega fue un hombre de una energía extraordinaria, no cejó en obras y programas a lo largo y ancho del estado y la cultura no fue la excepción, creó entidades como la hemeroteca y el instituto de investigaciones históricas, el teatro Ocampo, el Jardín Borda, museos a Morelos y Matamoros y el Centro Cultural Universitario entre otros recintos. Oscar Menéndez destacado cineasta, promotor cultural y miembro del Consejo Editorial de La Jornada Morelos, ha dado cuenta del apoyo que dio Don Lauro a los promotores locales en festivales como el del Día de Muertos. A cargo del sector cultura, como se estilaba en ese entonces, estuvo el secretario de educación, Cesar Uscanga.

Don Antonio Riva Palacio no se quedó atrás, consciente de la rica identidad morelense, rescató el orgullo local, los niños cantaban la Marcha Morelense, ahora olvidada, en las ceremonias oficiales, restauró la Cerería en Tlayacapan, publicó magnificas ediciones de la mano de Miguel Ángel Porrúa, y creo poniendo al filósofo y diplomático Ricardo Guerra a la cabeza, el Instituto de Cultura de Morelos (ICM), antecedente directo de la actual secretaria de cultura.

Jorge Carrillo Olea, a su notable trayectoria civil y militar se le añade una vasta cultura que es del dominio público. Sigue vigente con una prestigiada pluma, publica regularmente en La Jornada nacional. Don Jorge dio grandes vuelos a la cultura local, apoyando a artistas asentados aquí, de gran prestigio como Vlady, pero también trayendo a figuras consagradas como Juan Soriano que expuso en el Borda. Al frente de esa época de auge, el ICM estuvo a cargo de Mercedes Iturbe, distinguida autora, promotora y funcionaria cultural en México y en el extranjero.

A Don Jorge, lo sucedió en el interinato Jorge Morales Barud, quien dio muestras de que, con voluntad, dos años son suficientes para trabajar, designó al recientemente fallecido Adalberto Ríos Szalay en la dirección del ICM, Adalberto se entregó en cuerpo y alma a su labor, poniendo a Morelos en un lugar muy preponderante en la vida cultural de México. Hoy con justicia, Adalberto es recordado como el más notable titular de cultura en Morelos.

Sergio Estrada Cajigal tuvo primero como alcalde de Cuernavaca y después gobernador, a un magnífico aliado y consultor natural en la persona de su padre del mismo nombre, quien fue un destacado promotor cultural y divulgador de la historia local.

Marco Adame, hizo bien la tarea, nombró a Martha Ketchum Mejía, con lo que no solo cubrió la cuota de género, sino que honró la pluralidad que debe existir en la cultura, Martha además de gestora fue una brillante bailarina. Su labor fue adecuada, además de ser también una buena administradora y promover a emprendedores y empresas culturales.

Graco Ramírez Garrido Abreu, es un hombre polémico, sin embargo, su obra cultural fue notable, difundió a Morelos a través del arte. Elevó el Instituto de Cultura a Secretaria, siendo Cristina Faesler su primera titular. Coadyuvó con la Federación en obras de gran calado como el Museo Soriano, el Auditorio Teopanzolco y el Museo de Arte Sacro de la Catedral de Cuernavaca.

En suma, podemos concluir que por lo menos en el rubro de cultura, los gobernadores de Morelos por 36 años consecutivos tuvieron un buen desempeño. Esta tendencia desafortunadamente se rompió con la administración de Cuauhtémoc Blanco que además de mutilar a la secretaria de cultura fusionándola con la de turismo, no ha hecho nada relevante en el rubro, solo se ha privilegiado el gasto corriente y el reparto de posiciones a amigos o cercanos. Instalaciones como el Museo Soriano se encuentran subutilizadas y poco aprovechadas, al más puro estilo ranchero la pauta en cultura la marcan las grillas y los chismes. La actual titular no solo es neófita en la materia sino le han quedado muy grandes los zapatos con respecto a las gestiones de Uscanga, Guerra, Iturbe, Ríos, Ketchum y Faesler.

A lo mucho que tendrá que corregir la próxima gobernadora, se suma el rescate de la Secretaria de Cultura local, no solo como referente de identidad, orgullo y memoria histórica sino como herramienta indispensable para reconstituir el tejido social morelense, ojalá así sea.

*Escritor y cronista morelense.