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El mundo pequeño y las propuestas económicas de las candidatas

 

“¡Qué chiquito es el mundo!”, decía mi abuela siempre que nos topábamos con algún conocido -cada vez que salíamos-, allá en el Cuernavaca de los ochenta (que era minúsculo). El mundo geográficamente sigue teniendo la misma extensión que entonces, pero los efectos de la acción humana sin duda lo han reducido mucho más para mal que para bien.

Porque esta reducción de distancias que ha traído la civilización extrema hace que muchas de las cosas que antes dependían exclusivamente de una persona, una familia, un grupo, se encuentren ahora condicionadas por la acción de los otros de forma que antes no ocurría o, por lo menos, no era tan perceptible.

Ejemplos de ello hay muchos, un sujeto desea ir a trabajar el lunes con buen ánimo, pero su vecino tiene una fiesta dominical en que tocan estridente música de banda hasta la madrugada arruinando su sueño y su humor para el lunes, y probablemente para el resto de la semana; uno quiere ahorrar toda el agua posible para salvar a la humanidad de un colapso, pero algún salvaje provoca una fuga en las tuberías que, de tan viejas casi se rompen al primer suspiro.

¿Alguien no ha sentido que las escenas cuasi apocalípticas que vemos todos los días en todo el mundo son más culpa de la otredad que de uno mismo? La vida en sociedad y los lazos necesarios que se establecen entre las distintas comunidades han provocado el mismo efecto en el desarrollo de las sociedades.

Algo evidente es que hay individuos y sociedades más preparados para enfrentar las influencias de los otros. La de Morelos no está entre ellas como ha probado la apuesta absoluta de la actual administración gubernamental de los apoyos y beneficios que buenamente pueda allegarle el gobierno federal. Sin planes para el desarrollo humano, económico, político; para la seguridad o salud públicas, la administración de Cuauhtémoc Blanco apostó a “la buena relación” que el gobernador presume tener con el gobierno federal. Si los resultados no han sido totalmente catastróficos se debe al esfuerzo y talento de los morelenses, pero hemos estado cerca del caos más de una vez.

Convendría revisar el diagnóstico que las tres candidatas a la gubernatura han hecho para trazar sus planes de gobierno en función, también, de qué tanto dependen de que el vecino no ponga música estridente en la madrugada del lunes, o de que algún salvaje rompa una tubería. Es decir, conviene preguntarnos si los proyectos de gobierno incluyen reducir la dependencia de Morelos del gobierno federal, no sólo en recursos, sino en programas y proyectos de gobierno.

No es un asunto fácil, más del 90 por ciento de los ingresos del gobierno estatal provienen del federal, pero la proporción no cambiará sin políticas locales que fortalezcan la economía de Morelos. Hay que decir que, en el primer debate entre las candidatas a la gubernatura, hubo algunos esbozos interesantes que podrían ayudar a fortalecer la economía estatal y con ello reducir la dependencia del gobierno federal, aunque preocupa la excesiva dependencia de uno de los proyectos sobre el turismo como apuesta mayor de atracción económica, que otro ponga en el campo (que ha probado ser un negocio de muy bajo rendimiento en sus actuales condiciones) la principal apuesta para el crecimiento; y que el otro, por muy amplio que parezca quedó en superficialidades durante el debate.

Jessica Ortega apostó al turismo, al que dijo haber apoyado toda su vida, y prometió convertir a Morelos en líder en el sector. Propuso el Instituto del Emprendimiento para dotar de créditos con el modelo que opera en Nuevo León, y la reactivación de los balnearios. Eso sí, fue la única que mencionó el nearshoring y aseguró que lo aprovechará, aunque no dedicó más líneas a exponer cómo.

Margarita González Saravia adelantó que debe apostarse al turismo con modelos de éxito probados, como el de Pueblos Mágicos y el de Bodas, y anticipó que su prioridad sería el campo con apoyos de inversión hidroagrícola, insumos, fertilizantes, extensionismo, con el fin de reactivar al sector que, por cierto, ha sido otro de los abandonados por la administración de Cuauhtémoc Blanco. Margarita también advirtió que la alianza con el gobierno federal es fundamental para el desarrollo de Morelos.

La apuesta del proyecto de Lucy Meza parece más variada, fomento a la economía, la seguridad, el empleo y el desarrollo y adquisición de vivienda, créditos para emprendedores, capacitación, y apoyo al campo con fomento a la agroindustria para agregar rentabilidad. Los dos proyectos de apuesta económica de Meza han sido ya firmados y presentados a sectores productivos locales y parecen ser una apuesta extremadamente local fundada en aquello de Morelos para los morelenses, espíritu que guía su campaña.

Parte dictadas por la ideología de sus proyectos, y seguramente mucho por decisiones personales, una candidata propone un modelo centralista (Margarita González Saravia); otra, uno federalista (Lucy Meza); y uno más que no acaba de quedar claro probablemente por mala comunicación más que por fallas en el diseño o por un formato híbrido que busca replicar lo que supone ha funcionado en otros estados (Jessica Ortega).

La reducción de la dependencia de los ingresos federales representaría para Morelos retomar la capacidad de construir su propio destino; para ello es indispensable fortalecer la economía local, por supuesto que hay quienes consideran que para ello es necesario el respaldo federal, otros creen que los morelenses deben empezar a madurar y rascarse con sus propias uñas. No parece haber una idea correcta en tanto la revisión de las economías locales muestra casos exitosos y fracasos rotundos en ambos modelos; la fórmula para el éxito económico no parece ser una receta infalible y mucho menos sencilla, pero sin duda una de ellas ofrece una mayor libertad y cercanía en las decisiones.

@martinellito

martinellito@outlook.com