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(Segunda parte)

 

Los espectros del capitalismo son los millones de personas en todo el mundo que han perdido sus tierras de cultivo y el agua como forma de vida, aquellos millones que han enfermado por las industrias contaminantes y quienes viven con salarios de subsistencia realizando jornadas laborales extenuantes. Así les llama la escritora india Arundhati Roy, en el libro Espectros del Capitalismo, (2014) en el que se refiere a la profundización de la desigualdad social que en las últimas tres décadas avivaron en la India las reformas del libre mercado del Fondo Monetario Internacional. Con la privatización de la tierra creció el número de pobres al tiempo que surgió una clase media de 300 millones de personas en un país en el que 800 millones de seres humanos se empobrecieron y han sido despojados de todo medio de vida. El panorama que relata es de ríos muertos, pozos desecados “las montañas calvas y los bosques desnudos”. Habla de los 50 mil campesinos que se suicidaron acosados por las deudas y de sus familias que deambulan como fantasmas en las carreteras.

Mukesh Ambani es el hombre más rico de ese país continente. Su fortuna personal lo ubica entre los pocos multimillonarios del planeta. Tiene la mayoría de las acciones de la corporación Reliance Industries Limited (RIL) que controla empresas en ramas industriales tan diferentes como petroquímica, petróleo, gas natural, fibras sintéticas, venta de alimentos, escuelas, urbanizaciones, investigación en biociencia, un consorcio que controla tres decenas de canales de televisión, la licencia para la cobertura nacional de banda ancha. También domina zonas económicas especiales (ZEE) – hoy tan de moda en México- desde las que se exportan los minerales e hidrocarburos que se extraen de territorios lastimados. También es posee un equipo de críquet.

Carlos Slim y Mukesh Ambani comparten la lista de la Revista Forbes de los patriarcas multimillonarios a escala planetaria, pero en sus países de origen la desigualdad social es una constante histórica. Son tan similares las circunstancias de su enriquecimiento personal y las dinámicas de sobre acumulación de los monopolios que controlan que no es viable considerarlas como una casualidad. La impronta de su riqueza se explica por la apropiación de recursos naturales privatizados, por el abuso en la adquisición a precios devaluados de bienes estatales, por su vínculo estrecho con las élites políticas que trascienden partidos políticos y épocas. Acumulan capital que los posiciona en la cima de la adquisición de contratos gubernamentales de todo tipo para la construcción de infraestructura. Comparten igualmente un gusto de clase mundial: el espectáculo de las carreras de la Formula 1.

En la entrega anterior relaté el comportamiento de Minera Frisco, el consorcio de Slim para extraer metales preciosos del territorio mexicano. El maltrato a los 212 ejidatarios de Baja California para robarles sus tierras para su mina de oro San Felipe. Minera Tayahua, otra de sus minas, ha causado el desplazamiento forzoso de los pobladores en Zacatecas, estado en el que tiene 65 mil hectáreas en los municipios de Melchor Ocampo, Concepción del Oro y en Mazapil. En 2010, Tayahua inició un proyecto denominado Calcosita Salaverna en un yacimiento de cobre. Los habitantes de Zalaverna fueron “reubicados” a Nueva Zalverna. El pueblo original abarcaba 200 hectáreas, el nuevo asentamiento otorgado por la minera es apenas de 12 hectáreas. Veinte familias se negaron a la reubicación, resistieron 2 años. Sus casas fueron destruidas con trascabos y expulsados con la fuerza pública del estado. Todas las instancias gubernamentales, incluida la Comisión Nacional de Derechos Humanos, avalaron este destierro.

Ahora se comprende por qué Carlos Slim considera la búsqueda de la igualdad social como una tontería. Debería ofrecer disculpas públicas por querer infantilizar a quien lo escuche con un discurso que oculta la fuente palmaria de su riqueza.

*Profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México