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DES(INTERÉS)

Hélène BLOCQUAUX*

Tiempo atrás, a Fernando le gustó Valeria por su ímpetu y dedicación en su puesto de trader internacional, mismo que le permitía mantener un estatus alto en cuanto a lo material. Las ocasiones de convivir eran escasas por los viajes incesantes de Valeria y aún más tratándose de pasar momentos entre dos por las invitaciones semanales a cenar en casa de sus amistades de la universidad.

Fernando no entendió porque su novia renunció de golpe a su mina de oro laboral. Su cambio de actitud general fue tan radical que de pronto, inspirado POR la nota especulativa del periódico El Universal, la cual planteaba la posibilidad de que una nave nodriza, proveniente de una galaxia lejana llevara varias décadas estacionada en un punto fijo del sistema solar, Fernando imaginó un sinfín de hipótesis sin menoscabo de las más extravagantes.

Valeria parecía desprendida de los asuntos terrenales, ausente a su vida de antes, conectada a preguntas que jamás se había planteado anteriormente: ¿cómo vivir sin dinero, sin amigos interesados en la fama o poder de una persona? Además, le reprochaba a Fernando sus gastos y desinterés por ella en su esencia, no en su apariencia. El la dejó, pero no por otra.

Fernando y Valeria llevaban separados varios meses tanto en viviendas como en rutinas diarias. El contabilizaba las semanas y días con la esperanza cada vez más tenue de reencontrarse con la persona que había conocido, mientras que ella posiblemente ya no recordaba el motivo de la separación definitiva, ni siquiera quién había detonado el último pleito. Tal vez fueron ambos, cada uno comprando en línea un solo boleto para salir de vacaciones. Valeria disfrutó de una playa del Atlántico en compañía de dos novelas que por fin terminó, mientras que Fernando contó una por una las nubes que atravesaron el cielo del Pacífico, olvidándose del protector solar, de sus gafas y cualquier objeto que pudiese haber impedido las quemaduras que le fue difícil esconder de regreso a su trabajo en el banco.

El ocio acumulado hizo que Fernando descubriera un juego video en línea en el que podía construir un universo completamente adaptado a sus gustos, conocer gente bajo el anonimato del avatar de fantasía que había desarrollado en oposición completa a su retrato. La figura digital de seudónimo Jesús era un hombre rubio con barba amplia y un sombrero para esconder la calvicie imaginaria de su personaje, que convivía horas por la noche con avatares femeninos de nombres enigmáticos.

A las 12 de la noche, Valeria salió del juego video con la impresión de conocer al avatar de sombrero. Algo le decía que detrás del anonimato digital, se encontraba un ser humano posiblemente compatible con la trader recién contratada por la mayor firma internacional del continente. Su capacitación, financiada por su empresa anterior, había surtido efecto. Valeria estaba lista para convertirse en la reina absolutamente despiadada de la finanza.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

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