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El tema migratorio se convirtió en “el tema” de la elección en Estados Unidos hasta estos momentos. Una de las mayores tragedias humanas en la historia de Latinoamérica -del mundo incluso-, amenaza con convertirse en el tema definitorio para una elección cerrada y complicada. Joe Biden y su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, ya están emplazados por el Congreso Republicano responsabilizándolos de la crisis migratoria en la frontera sur. Mayorkas incluso ya es sujeto de juicio político, nada fácil bajo la legislación de nuestro vecino del norte. Música para los oídos de Donald Trump, tiene todo para resurgir con su discurso antinmigrante.

La historia de la humanidad está llena de olas migratorias pero lo que está pasando en los países latinoamericanos es una tragedia humana. Las políticas públicas que han empobrecido más a millones y millones; la inseguridad asociada con el crimen organizado que raya en lo irracional; las dictaduras populistas de derecha y de izquierda; todo un conjunto de razones que están desplazando a sudamericanos, centroamericanos, afroantillanos y, como siempre, a miles de decenas de mexicanos. La gente es pobre y no encuentra justicia en sus países, sueñan con llegar a Estados Unidos con el único objetivo de tener una vida digna para sus familias. Las escenas las vemos y las vivimos todos los días.

Y si a eso le sumamos los desplazados por las guerras en otras partes del mundo, principalmente los de Ucrania, que usan a Mexico como trampolín, la migración mundial a Estados Unidos está viviendo tiempos inusitados. Según los datos oficiales, más de tres millones de personas fueron deportadas solo desde la frontera sur. Otro dato, la milenaria ola migratoria africana ha tomado otro destino: los Estados Unidos y su nueva ruta también es Mexico.

Pero se está dando también otro tipo de migración y esta es la interna. No solo países centroamericanos, o Haití, siempre Haití, están teniendo desplazamientos humanos por violencia interna, ahora también es Mexico. La violencia ya desplaza en Zacatecas, Michoacán, Estado de Mexico, Chiapas, Guerrero y Morelos, a personas que están buscando vivir en paz y huir de la violencia y la extorsión. No solo es el flujo migratorio a Estados Unidos, ahora ya también hay migración interna, este problema pronto tendrá consecuencias sobre todo en las grandes ciudades. Ya la CDMX y la zona metropolitana empieza a resentir la presencia migratoria, pronto ese flujo demandará empleos y servicios, y en esa Ciudad, de por sí ya caótica, el futuro no se ve bien, se puede convertir en un grave problema.

Me acuerdo de los desplazamientos por motivos religiosos en Chiapas, como lo vi y los viví, sé que las personas sufren y sufren mucho. Niños, mujeres, hombres y ancianos todos se mueven, muchas veces con nostalgia dejan sus lugares pero saben que no tienen opción, es eso, o la muerte o la miseria. El arraigo a la tierra, la nostalgia por sus tradiciones y cultura hace a esa gente sobrevivir y no vivir en los lugares a los que se desplazan.

También hay otro tipo de migraciones digamos “voluntarias”, pero esas son cosa del pasado. Hijo de migrantes hidalguenses a la capital, en ese entonces Distrito Federal, mis padres vinieron a contribuir, como muchos de todas partes de Mexico, y convirtieron a la Ciudad en la casa de todos los mexicanos. Eran oportunidades lo que buscaban, un mejor lugar y mejor educación para sus hijos. En estos momentos la migración interna en Mexico es por pobreza y por violencia. Esa violencia que por ser evangélicos yo vi en Chiapas en la década de los ochenta y principios de los noventa. Ese tipo de migración es muy dolorosa, deja huellas personales, sociales y comunitarias, y nos está pasando ante la vista de todas y de todos.

Mientras eso sucede también migran otro tipo de personas, los políticos. En estos momentos la migración masiva a MORENA es también un fenómeno. Priistas, panistas, perredistas sin ningún rubor se cruzan la calle para ser absueltos por la llamada cuarta transformación. Principalmente, el puente lo están siendo los partidos aliados, el PT, pero principalmente el PVEM. La migración política empieza a conformar un nuevo sistema de un partido de estado sui generis, donde caben todos, lo importante es ganar aunque no se gobierne bien. Lo importante es que MORENA gane, aunque pierda Mexico con las clases políticas camaleónicas que hoy solo mudan su color. El PRI-MOR -profetizaría Yeidckol Polevnsky, la exdirigente nacional de MORENA-, los políticos están en etapa migratoria, cual aves de paso.

Otra migración de la que podemos hablar, no de personas, es la de los votos. Lo vi también personalmente, los votos de la clase media migraron hacia AMLO en el 2018. Había mucho voto oculto y ese se trasladó a la coalición “Juntos Haremos Historia”. Hay mucha confianza de la coalición oficial, porque las encuestas muestran una ventaja contundente. Tampoco se aprecia un voto indeciso e incluso escondido tan amplio como el de la elección presidencial de hace 6 años. Sin embargo, la pregunta está en el aire: ¿habrá migración de votos a la oposición?

Los lectores de la Biblia hemos leído en pasajes del antiguo testamento los flujos migratorios bíblicos. Siempre que el pueblo de Dios migraba, aun así fuera a cautiverio, surgían nuevos milagros y nuevas sociedades. El antiguo Egipto no se explica sin la presencia hebrea. La Mesopotamia y la Babilonia no tendrían el fundamento cultural que tuvieron sin los príncipes y el pueblo de Israel entre sus filas. Ojalá que, como en aquellos tiempos, la migración, a pesar de generaciones sacrificadas, también haga que se obren milagros. Ojalá que nos volvamos más humanos con los migrantes, ojalá que las causas que la provocaron sean mitigadas, y ojalá el futuro de la humanidad sea mejor ante esta insólita ola migratoria.

Por lo pronto, hay quienes pensamos que aunque dolorosas no todas las migraciones tienen malos resultados. Y hay quienes ya estamos pensando en migrar buscando mejores lugares donde realizar nuestra vida política, social, comunitaria y profesional.