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Al medio día, con raquítica comitiva, arribó AMLO a la modesta oficina de la céntrica calle No Reelección donde se reunían liberales juaristas de Zacatepec. Venía a conocer a los escasos aspirantes a presidente municipal; los que más sonaban eran don Pablo Abarca Orduña (QEPD), trabajador del ingenio azucarero y José Luis Gil Beltrán, el trovador, como se autodefine el nacido y crecido en el barrio La Huerta.

AMLO presidía a nivel nacional el partido del sol azteca; dos meses antes, bajo su batuta, con el acuerdo de Ernesto Zedillo de respetar el voto popular y con las brigadas del sol, por primera vez en 70 años le había ganado al tricolor Ciudad Nezahualcóyotl (Estado de México), Tula (Hidalgo) e Iguala (Guerrero). Se pronosticaba que en unos meses se ganaría el entonces Distrito Federal hoy CDMX.

Aunque la reunión no era clandestina exagero si digo que había una treintena de asistentes. Era pues, una reunión discreta, de trabajo. Sin medios de comunicación. Ya existían los teléfonos celulares, pero aún no tenían cámara integrada, tampoco existían las redes sociales.

AMLO explicó que se haría una encuesta. Se explayó en el por qué el partido abría sus puertas para que ciudadanos bien vistos, ejemplares, fueran candidatos; las candidaturas no son premios que se otorgan a los militantes y que deben privilegiarse las frescas candidaturas ciudadanas no la de políticos profesionales.

Pero resultó que ninguno de los arriba mencionados ganó la encuesta sino Héctor Medellín. Y rápido se soltó un alud de especulaciones y descalificativos. Que los encuestados pensaron que se trataba del papá, el querido profesor Medellín, que Héctor ni estaba apuntado, que ni vivía en Zacatepec, que acababa de regresar de Checoslovaquia a donde había ido a cursar un posgrado, que era recomendado de Porfirio Muñoz Ledo, que esa encuesta era fraudulenta, que el partido perdía credibilidad, que eran igualitos a los del tricolor.

Ni a don Pablo ni al trovador les cuadró la encuesta. La rechazaron. A pesar de que habían quedado en segundo y tercer lugar y uno iría como síndico y el otro como regidor en la planilla. El efusivo trovador se fue a despotricar en la popular radio local y se llevó entre las patas a don Pablo.

¡Y ándale!, que van a registrar a Medellín. ¡Y que lo rechazan! Su credencial para votar decía que su domicilio era del Distrito Federal.

— Recorremos la lista, pongamos a José Luis Gil —ordenó el representante del partido.

— ¿Cómo? Si a cada rato está en la radio atacando al partido. Sigue siendo priista. Ni siquiera debieron incluirlo en la encuesta —protestó alguien.

— Entonces búsquense a otro, pero rápido, porque hoy es el último día para registrarlo.

Juan Bello sugirió al prestigiado y humano oncólogo Víctor Núñez Arellano, hijo del fotógrafo don Everardo y casado con Dolores, la del barrio La Huerta. Lo mandaron llamar de Cuernavaca. Allá trabajaba y allá vivía. Él si tenía credencial del IFE con dirección de Zacatepec. Al doctor Núñez le incluyeron como síndico a don Daniel Uriza, el amable y pulcro “Don Dani”, el por añales despachador de boletos en la México-Zacatepec. Una dupla generosa. Gente de bien.

El 16 de marzo de 1997 Zacatepec se vistió de amarillo y negro e hicieron oficiales dichos colores: pintaron papelería, fachadas de edificios e incluso patrullas policíacas. La era del carro completo para el partido tricolor entraba en claro declive. Morelos y el país entero ingresaron de lleno a la época de alternancia política: “Los votos ningún partido los tiene escriturados” diría AMLO en campaña por muchos años. Hoy, mejor dicho, dentro de diez meses (1 de octubre), veintiocho años después de su discreta visita a Zacatepec, entregará la banda presidencial a una mujer. ¿Habrá alternancia, porque “los votos ningún partido los tiene escriturados”, como decía antes de ocupar Palacio Nacional? ¿O se consolidará la 4T e iniciará otra nueva era de carro completo?

Suceda lo que suceda creo que los lugares en donde estuvo AMLO paulatinamente ingresarán a la lista de sitios históricos y no faltará quien proponga mandar a grabar placas alusivas. Por ejemplo, donde fue la oficina de liberales de Zacatepec habrá una con el consabido: “Un 12 de diciembre de 1996, en esta casa, se celebró una reunión con militantes del partido del sol azteca misma que presidió el que en el año 2018 se convirtió en presidente de la República”.

Nota a manera de epitafio: El doctor Víctor Núñez Arellano (QEPD), con nula experiencia en la cosa pública, gobernó más o menos bien. ¿Fue corrupto? Definitivamente no. Jamás metió la mano, quizá metió la pata, como mandar policías a desalojar a Juan Bello de las instalaciones de la vieja gasolinera de las que se había adueñado; o la otra en que forcejeó con policías estatales que mantenían un retén sin haberle pedido autorización a la autoridad municipal y accidentalmente un fusil se disparó, muriendo un policía municipal.

Foto: José Banda.