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Pepe Carreño y el autor de estas líneas

Fernando González Domínguez*

La Universidad Panamericana y la Academia Mexicana de la Comunicación, en plena complicidad con la Universidad Iberoamericana y la propia Universidad Nacional Autónoma de México rindieron cabal y justo homenaje al abogado, académico,periodista y funcionario público, el sinaloense de nacimiento y sonorense por decisión José RamónCarreño Carlón. La moderadora Gabriela Warkentinadvirtió divertida a los once oradores que sería implacable con el uso del tiempo para ajustarnos a programa. La cantidad de anécdotas y lo amplio de los agradecimientos a Pepe fueron tales que Gabriela incumplió su propósito en favor del auditorio que llenó cual concierto de Luismi o partido de los Pumas la butaquería dispuesta en el amplio salón panamericano.

La alineación presencial y por video fue: Héctor Aguilar Camín, León Krauze, Juan Carlos Henríquez, Javier Risco, Raúl Contreras, Alonso Aguilar, Paulo Carreño, Rubén Aguilar, María José Canel, Miguel Limón y Santiago García. Todos ellos le dijeron a Carreño lo que sintieron y sentían respecto al compañero de redacción, al jefe de la oficina, al alumno y al padre y todos juntos al gran amigo Pepe que les permitió recordar cálidas y simpáticas anécdotas. Cada pase de palabra Warkentin, experta del micrófono, abría y cerraba comentarios que iban construyendo lo que todos en el auditorio sentimos: cariño, respeto y admiración por un personaje que contagió de cosas buenas las vidas de los que escuchábamos. Le define la decencia, se dijo. Aquí un anecdotario de los tiempos de la Residencia Oficial de los Pinos, que no del Palacio Nacional donde nada pasa hoy:

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Cada vez que sonaba el timbre de mi extensión telefónica se me alteraban los nervios. “Que pases”decía lacónica la voz de su secretario particular en turno. A tropezones llegaba a la puerta y tocaba con los nudillos antes de girar la perilla. José Carreño Carlón me llamaba para ametrallarme con instrucciones precisas y abundantes dichas en tan pocos segundos que yo no alcanzaba a registrarlas por escrito. Salía de su oficina repasando cada palabra y llegando a mi escritorio anotaba rápido los recuerdos. Cada llamada iba acompañada de una lección, un dato, un nuevo conocimiento o una tarea de alto grado de dificultad. Pepe era el vocero presidencial de Carlos Salinas.  Vivía bajo una presióncotidiana y poderosa que obligaba a sus subalternos a multiplicar los esfuerzos y el compromiso con un jefe por demás exigente. Tuve el honor y la suerte de participar en ese equipo de trabajo de quien fuera libra por libra el mejor vocero presidencial de la historia nacional. El señor Miguel Ángel González Sánchez de Armas fue el gentil culpable de la generosa invitación a integrarme a ese dream team de ligas mayores.

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Sonó el timbre de la extensión y me apresuré a llegar a la oficina de Pepe: peleaba con la manga de su camisa para cerrar sus mancuernillas. Estaba a punto de ponerse la chaquetilla de su esmoquin. Me contó que debía bajar con el señor presidente para salir juntos rumbo a la boda de la hija de un directivo de medios. Le ayudé con la mancuernilla al tiempo que escuchaba su instrucción: debía recoger sigilosamente a su amigo Gabriel García, colombiano y premio Nobel de literatura y llevarlo a la oficina presidencial. Nadie debía enterarse y mucho menos los reporteros. De acuerdo con el presidente de los Estados Unidos, Salinas solicitó a sus amigos Carlos Fuentes y Gabriel García cabildear con el presidente Bill Clinton y el cubano Fidel Castro quienes habían tenido un desencuentro peligroso para la estabilidad de la región. Ese era el tamaño de sus responsabilidades y Carreño las transmitía a sus colaboradores exigiendo la misma eficiencia con la que él servía al mandatario. Salí de la oficina como siempre repasando las indicaciones y contento por el tamaño de la tarea que me permitió “convivir “ con el gruñón escritor durante hora y media solos durante la ruta Aeropuerto-Pinos-San Ángel. Salinas documentó años después esa crisis llamada de los Balseros en su libro “Muros, puentes y litorales”. Cuando Carreño dijo que nadie se entere. Así ocurrió: “susordenesjefe dije en mis adentros. Mis amigos y los periodistas lo supieron ya después de que García Márquez conversó con Salinas sobre el tenso encuentro diplomático disfrazado de convivio literario.

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José Carreño convenció al presidente que se dejara de lado la famosa comida de la Libertad de Prensa del 7 de junio, habitual entre los dueños de medios y el titular en turno y la transformó en un desayuno con amplia convocatoria a las bases reporteriles. También se celebró un coloquio académico de alto nivel que conmemoró de mejor manera ese aniversario que además cada año se volvía teatral y hasta de negocio. Algunos vivales ofrecían un paquete a directivos regionales para comer con el Presidente y visitar al Secretario de Gobernación y a otros altos funcionarios. El paquete también incluía acercamiento con agencias de publicidad y hasta habitación de gran turismo. Carreño consiguió acabar con la tradición de décadas de sumisión ante el Primer Mandatario. De igual modo desde los inicios de la responsabilidad en Comunicación Social logró el acuerdo con los medios de que ellos pagaran el costo de las y los reporteros enviados a giras presidenciales.

Con la complicidad de Miguel Ángel Sánchez de Armas, Pepe promovió la edición de libros durante su gestión : Crónicas de Campaña, Crónicas del Poder, Cartas al Presidente, Estadística de peticionespopulares, así como el del Coloquio citado arriba en coedición con la Asociación de Editores de Periódicos Diarios de la República Mexicana A.C. México. Apoyó publicaciones privadas sobre la Presidencia de la República como la Revista Líderes, culminando con la edición de Crónica de un Sexenio,  ideada por Sánchez de Armas, también experimentado editor. Durante la edición, llegó incluso al detalle de corregir en la propia oficina del señor presidente una coma o un acento que faltaban en el borrador que le presentaba y que después de un regaño comentaba que fue el propio Salinas quien le señaló mi falta. Por cierto ese libro fue producto de una negociación con colaboradores cercanos a CSG que querían editar una serie de siete volúmenes sobre la obra presidencial que se estaba cerrando. Carreño se negó a esa enciclopedia. La instrucción fue: “a ver cómo le hacemos. Es un exceso. Propón que se haga algo mas modesto y económico; debemos dar una señal de austeridad”. Así se dijo, y el proyecto se redujo a un solo volumen de la llamada Crónica de un Sexenio. Con sencillez y sin excesos se documentó la historia de ese tiempo. Hoy en día a pesar de ser el lema de campaña y del gobierno, el actual régimen viola la máxima de que la única manera de hacer historia es escribiéndola, editándola como los antiguos historiadores y libreros descritos con pasión en “El Infinito en un Junco” de la virtuosa Irene Vallejo. Hoy por hoy si quiere usted saber que ha hecho la administración federal, se encontrará con un gran hoyo negro repleto de palabrerías e insultos ajenos a la verdadera historia de México. Los libros de texto gratuito dan cuenta de ese despropósito moreno. Allá ellos digo yo. Gracias a Carreño se puede acudir a una decena de textos que documentan las acciones delgobierno y la experiencia del poder de esos tiempos. Ese era parte sustantiva de su trabajo.

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Cada mes Comunicación Social de los Pinos –así se decía- convocaba a los voceros del gabinete ampliado para señalarles las prioridades del gobierno federal y les comentaba de manera amble pero muy clara lo que sería la prioridad comunicacional de ese mes. Todos atendían las sugerencias, convencidos de lo relevante que era tener armonía de contenidos y esfuerzos de todas las dependencias que trabajaban en coordinación con la oficina presidencial sin ninguna imposición y a diferencia de estos tiempos sin excesos protagónicos del Primer Mandatario. La claridad y el prestigio del vocero Carreño Carlón eran suficientes para que los directores de comunicación social atendieran las prioridades y ejecutaran planes de trabajo propios de cada oficina pero ciertos de que operaban en armonía con la voz del mandatario.

Esas reuniones generalmente eran comidas de trabajo que exigían la presencia de los voceros titulares. Pepe no permitía ausencias y si estas eran justificadas no había manera de ser sustituidos por un segundo nivel. El Presidente merecía jugar con titulares así queadjuntos y subdirectores no eran bienvenidos. Era una razón de reserva y discreción. Sobra decir que el porcentaje de ausencias era muy bajo y era también reflejo de disciplina y reconocimiento al líder vocero que inspiraba respeto y ejemplo. Guillermo Ferrer, hoy en la IP, coordinaba esas reuniones con los titulares de las dependencias que se habían ofrecido para ser anfitriones. Se peleaba con emoción por esas localías.La primera de ellas fue nada menos que para presentar la insustituible credencial para votar con fotografía y explicar la estrategia de salida con todas las dependencias colaborando con granitos de arena según posibilidades. Fatalmente la última comida ocurrió el día que mataron a Luis Donaldo.

Las jornadas de trabajo del que fuera periodista de la Jornada, y del UnomasUno, y del Universal, y del Día,eran muy largas. El señor Sánchez de Armas a la sazón director de difusión caminaba por el pasillo de cubículos tocando puertas sin detenerse y pregonando: “¡vámonos señores! ¿qué no los quieren en sus casas?. Eran por lo regular las once o doce de la noche; y a la mañana siguiente José Carreño ya encabezaba desde la mesa presidencial los desayunos de la agenda que seguro se extendería nuevamente hasta el pregón nocturno de Magsa al final de una jornada que pudo incluir vuelos de ida y vuelta en aviones y helicópteros. 

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Al final de una de esas comidas de directores convocada por el Banco de México y la secretaría de Hacienda empezaron a sonar los teléfonos de quienes estábamos aun en el salón despidiendo a los asistentes. La radio de Tijuana estaba esparciendo la especie de que le habían dado un fuerte golpe con un bat de béisbol al candidato a la presidencia de la república por el PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta. Pasaron minutos en que volamos desde el Banco de México frente a Bellas Artes a los Pinos. Al llegar aquello era un absoluto caos. Sonaban y sonaban los teléfonos y no había manos suficientes para contestarlos. Los que ahí trabajábamos no sabíamos qué hacer. Los monitores prendidos, la radio igual. Compartíamos edificio con el Estado MayorPresidencial, y alcanzamos a saber el tamaño de la tragedia al mirar los rostros desencajados de los oficiales militares siempre tan elegantes y sobrios. Vi llorar a más de una…y uno. Mostraban enojo, preocupación y tristeza por lo que estaba ocurriendo en Lomas Taurinas. Pepe-vocero estaba abajo con el jefe y de vez en cuando enviaba señales; instrucciones acompañadas de dolor y furia. Aún no se anunciaba la muerte en voz de Liébano Sáenz cuando recibí la instrucción de escribir la esquela y apartar espacios en todos los medios. Imaginé la cara del Presidente en los pocos instantes en que vi a Carreño entrar y salir de inmediato de su oficina. El Carreño- reportero estaba rebasado. Era el Carreño-funcionario cargando el peso de la responsabilidad. De inmediato envió a sus hombres de confianza a atender desde la mismísima Procuraduría General de la República toda la información que llegaba y salía. En cuanto se supo de los balazos del tirador solitario tomó las riendas y derivó las instrucciones con la misma severidad que exigía el momento pero siempre con la manera amable que las impartía en los meses y años anteriores. Cortés y enérgico nos fue diciendo qué hacer en cada paso. El señor Sánchez de Armas se hizo cargo del delicado asunto y Pepe me asignó a recibir en propia mano y entregarle a él mismo cualquier nota oficio o lo que fuera que tuviera que ver con el caso. 

Unas semanas antes me había pedido certificarmediante un serio peritaje, con toda discreción la autenticidad de un manuscrito que llevaba a aclarar un tema muy delicado del que sólo él y el Presidente sabían y les llevaría a sacar conclusiones y establecer estrategias. Era el caso Chiapas-EZLN.

La primera vez que vi a Pepe fue en casa de Virgilio Caballero. Carreño ya era un personaje del periodismo. En esa casa se concentraban decenas de Premios Nacionales y doctores Honoris Causa, aún ahí Carreño brillaba al tomar la palabra en célebres reuniones. Ha sido director de tres de los seis periódicos que ha fundado. La enorme suerte que tuve de formar parte de su equipo presidencial se coronó cuando gracias a su intervención el señor Presidente visitó la casa de mi familia en mi natal Coscomatepec, Ver. Se inauguraba la clínica del IMSS en mi pueblo. Le pedí a Pepe la oportunidad entregarle una canasta de pan –artesanía local- de los hornos de la “Fama”, panadería familiar y un ejemplar del libro “El Galano Arte de Leer, una de las ediciones fundadoras de la editorial Trillas, también de autoría familiar. No sólo le transmitió mi petición al Estado Mayor responsable de las giras presidenciales sino que ayudó a que CSG departiera en mi casa – hoy es una escuela de enfermeras-, paseara por los jardines y ordenara que la canasta de los panes de la Fama debía viajar sin merma hasta la residencia de los Pinos. Vaya visita al pueblo veracruzano, cuna de abogados, derevolucionarios ilustres y generosos intelectuales entre ellos el recién fallecido Enrique Florescano Mayet. Aún hoy esa visita es digna de chismes y comentarios en el pueblo se que se describe como San Juan ( Coscomatepec) agua, lengua y pan.

En todos los capítulos de esos años de la vocería presidencial José Carreño Carlón siempre fue un maestro y un amigo generoso que no dudaba en ayudarte ya sea con una palmada o un regaño.  En cada ocasión afloraba su don de gentes.  Esta semana que la Universidad Panamericana, la Ibero y la UNAMle rindieron merecido homenaje pude comprobar que ha formado una bella familia a pesar de trabajar tiempo mas que completo con hijas, hijo y nietas y nietos; con Lucy su pareja; y el reconocimiento generoso a la madre de sus hijos, Josefina. Comprobésobretodo que ha formado otra familia grandota llena de periodistas, maestras y profesores y muchos funcionarios actuales y añejos que se reconocen como sus alumnos pues la ruta de vida de Pepe es envidiable. Larga vida al maestro.

*Director General de Factor D Consultores

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