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Después de varias semanas de no registrar nuevos contagios de COVID en nuestro estado, el virus parece retomar nuevos bríos. Las autoridades sanitarias de la capital han alertado sobre un incremento de casos de la enfermedad que ha demostrado una notable capacidad para mutar y atacar con nuevas variantes.

Ni México ni Morelos se han recuperado todavía de la crisis originada por la pandemia, de acuerdo al INEGI, tan solo en nuestro estado, tuvieron que cerrar 37 mil “unidades económicas” de las 90 mil que se tenían registradas en 2020; la enfermedad también dejó muchas familias incompletas y cambió varios aspectos de la vida de la comunidad.

A pesar de la renuencia inicial a usar cubrebocas en cuanto poníamos un pie en la calle, esta prenda pronto se convirtió en parte del panorama y, cuando pasó la crisis, quienes empezaron a llamar la atención fueron los que ya deambulaban sin su relativa protección por las vías públicas.

Pero, como la mayoría de las enfermedades que la humanidad se jacta de haber sometido, el COVID no ha desaparecido, simplemente la humanidad se ha vuelto menos vulnerable gracias principalmente a la vacunación masiva.

Aunque las vacunas han jugado un papel crucial en la reducción de la gravedad de la enfermedad, la aparición de nuevas variantes y la disminución de la inmunidad con el tiempo plantean desafíos adicionales que no podemos ignorar.

La Organización Mundial de la Salud ha catalogado las diversas variantes del COVID en dos grandes grupos, las más peligrosas son las “variantes preocupantes” (VOC), pero hay otras –“de interés” (VOI)- que también se mantienen en observación. Las principales “variantes preocupantes” por su letalidad son Alpha, Beta, Gamma, Delta y Omicrón y las principales VOI son Eta, Iota, Kappa y Lambda, algunas de las cuales han demostrado una alta capacidad de contagio. Además, la sintomatología también puede cambiar en cada uno de los diferentes tipos de COVID.

Entre este catálogo de virus del COVID, el Omicrón causó revuelo por la gran cantidad de variantes genéticas que presentaba con respecto al virus “original”, que pusieron en duda la capacidad de protección de las vacunas disponibles.

Es decir, el virus sigue activo y presente, y la población humana es su campo de mutación. Así es que, si queremos ganarle la batalla en el futuro, más vale tener presente que las enfermedades suelen ser peores cuando se les da la oportunidad de regresar, como es el caso de la viruela que ha reaparecido de manera aislada debido a que, en determinados sectores de la población de algunos países se puso de moda desconfiar de las vacunas.

Es imperativo que revisemos y adaptemos nuestras políticas de salud pública y nuestras prácticas de convivencia social para evitar, en la medida de lo posible, ser presas de una nueva pandemia. Y se podría empezar por regresar al cubrebocas por lo menos cuando convivamos en cercanía con nuestros vecinos, no descuidar los rituales de limpieza y mantener al día nuestros cuadros de vacunación.