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El gobernador con licencia de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, usó todas las ventajas que la ley le ofrece para salirse con la suya al dejar el cargo en manos del secretario de Gobierno, Samuel Sotelo Salgado, su hombre de confianza; y quedarse con el registro a la candidatura para ser diputado federal por la vía de representación proporcional. Los diputados no pudieron más que ver cómo la aplicación de la ley favorecía al mandatario y el Legislativo, su rival político de años no podía sino permitirle dejar temporalmente el cargo.

Los seis legisladores que se opusieron en la sesión y el que lo hizo vía remota, de los partidos Acción Nacional, Morelos Progresa y Revolucionario Institucional, seguramente tienen razón en sus argumentos. Cuauhtémoc Blanco logró controlar la sucesión, dejar en su lugar a su hombre de confianza y con ello tendrá influencia sobre el gobierno y podrá entonces desequilibrar la contienda electoral que, por sus condiciones, le garantizará tener una curul en el Congreso de la Unión a partir del próximo septiembre.

Los diputados de oposición también tienen argumentos para decir que la LV Legislatura, que calificaba mayoritariamente al gobernador como el peor que haya tenido el estado en su historia reciente, acabó premiando al mandatario al concederle cada uno de los cálculos que había hecho.

Pero el Congreso tendría que hacer un ejercicio de autocrítica, porque es corresponsable de lo que ocurrió. Desde el inicio de su período la LV Legislatura tuvo oportunidades para detener la gestión del mandatario. Las tres solicitudes de procedencia ingresadas por la Fiscalía Anticorrupción en abril del 2022, el juicio político solicitado por un grupo de abogados, y hasta la conformación de un bloque de mayoría que podría haber frenado totalmente las omisiones y acciones de la administración de Cuauhtémoc Blanco que provocaron daño a los morelenses, algunos de ellos irreparables, evidencian que el Congreso de Morelos no quiso proceder seriamente en contra del mandatario al que criticaba. Y eso es su responsabilidad.

Los discursos sumamente críticos que se pronunciaron en tribuna en contra de la administración de Cuauhtémoc Blanco, la mayoría de ellos como portavoces efectivos del Morelos dañado por el mandatario y su gabinete, no se convirtieron nunca en acciones para frenar la ineficiencia del gobierno estatal.

Hoy, Agustín Alonso, Julio César Solís y otros agudos críticos del mandatario, votaron a favor de concederle la licencia y con ello permitir que el gobernador continúe una carrera política polémica por accidentada, por haberse construido con interpretaciones arriesgadas de la ley, por sus magros resultados. Los diputados no la frenaron cuando tuvieron oportunidad y eso queda en ellos.

Mientras la ciudadanía observa aburrida que las declaraciones agresivas pueden ser espectaculares, pero sin actos que las acompañen, no son más que actuaciones.